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Orar con la actitud correcta

19 de mayo de 2014

Tiempo de lectura: 6 minutos

 

Hemos compartido mucho sobre la oración porque en Casa de Dios estamos convencidos de que la comunicación con nuestro Padre es determinante. Sabemos que la clave del éxito de nuestra vida pública es nuestra vida privada, especialmente la relación con Dios, así que orar es vital; y para mejorar en esa área, debemos empezar por convencernos de que Dios puede darnos todo. Por supuesto que nuestras peticiones deben ser conforme lo que sabemos que desea darnos: salud, restauración y paz. Si pides algo como venganza o el mal para alguien, definitivamente no serás escuchado, pero si pides que te sane, será hecho, si oras con fe, convencido de Su deseo de bendecirte. Al pedirle con inseguridad, tú mismo te cierras la puerta.

 

Jesús fue muy claro en decirnos que pidiéramos en Su nombre, ¡y no lo hacemos! No desperdiciemos esa oportunidad y privilegio. Él nos quiere dar todo y si no le pedimos nada, no recibiremos. Esa combinación de duda y falsa humildad es mortal para la bendición. Gózate en pedir con fe y en recibir de Sus manos.

La Palabra también es muy clara en la instrucción de que oremos unos por otros, así que no esperes que alguien ore por ti. Aprende a comunicarte directamente con tu Padre y recibe todo lo que desea darte. Él nos ofrece claras instrucciones sobre lo que debemos hacer. Algo importante es que debemos creer con el corazón, es decir que debemos cuidarlo, corregirlo y educarlo porque de allí mana la fe.

 

Y lo primero que debemos hacer para tener un corazón correcto es liberarnos del rencor. Perdona a quienes te han ofendido ya que un corazón amargado y lastimado no puede ejercer verdadera fe. Aprendamos a ser fuertes porque resulta que somos demasiado vulnerables y nos ofendemos por todo. ¡Pide perdón y perdona ahora, para iniciar una nueva vida de fe!

 

Una segunda condición para pedir en oración es ser transparente y desear el bien para todos, incluso para tus enemigos. En la Biblia se usa la palabra ultraje, para hablar de quienes te ofenden, abusan de ti, te maltratan e insultan. ¡Por ellos debemos pedir con un corazón correcto! No podemos devolver insultos, sino bendiciones. Debes parecerte a tu Padre, quien a pesar de las blasfemias y pecados de los hombres, entregó a Su hijo por amor y para salvación. Debemos imitar al Señor en Su capacidad de perdonar. Todo obra para bien y sin los malos, los buenos no mejoran.

 

Para orar con fe necesitamos una conciencia libre y en paz. Corrige tu corazón para que el Señor atienda tus oraciones directa y no tengas que pedir que alguien más ore por ti. Está bien que te unas en intercesión con un grupo, pero cuando alguien pide: “Oren por mí porque Dios los escucha”, significa que esa persona está lejos del Señor y en ese situación no es posible obtener respuestas. Si nuestro Padre respondiera la oración de quien está lejos de Él, todos harían trampa porque obtendrían lo que quieren sin que su vida sea transformada. ¡Eso no funciona!

 

Busca la paz y el bien. Quien sabe orar con fe vence el mal con el bien que hay en su interior. Si tu corazón fue herido, perdona para recibir bendición. Por supuesto que estás en tu derecho de guardar rencor y de amargarte, como tienes derecho a perdonar, pedir y recibir para ser feliz, tú decides.

 

Cierra tus ojos, visualiza a esa persona que tanto daño te ha hecho y di: “En el nombre de Jesús, yo te perdono, te suelto, te bendigo, deseo que te vaya bien en todo lo que hagas, que te abra puertas, que prospere tu camino, que siempre esté contigo, que lo conozcas”. Luego dile al Señor: “Gracias, Padre porque hoy mi corazón se ha liberado”.

 

 

Sabemos que nuestra oración puede encontrar estorbo. Le sucedió a Daniel, quien oró y ayunó durante cuarenta días, aunque después el ángel le dijo que su oración había sido escuchada desde el primer día, pero había encontrado estorbo en otra cuestión con el príncipe de Persia. Y Dios dice claramente que el trato que el varón le da a su esposa determina que su oración sea escuchada. Yo lo extiendo al trato que le demos a toda la familia. Así que cuida a tu gente, sé amable y afectuoso, porque el Señor no escucha a los abusivos y malcriados. Claro que requiere esfuerzo, a unos les costará más que a otros, pero es necesario hacerlo. ¡Cuida y ama a tu familia! Si quieres recibir bendición, perdona y trata bien a quienes te rodean. Tal vez ya tendrías todo lo que esperas si quitas estorbo. Pídele al Señor que restaure tu corazón para que tu fe alcance otro nivel.

 

La ira, la contienda, el pleito es estorbo para que tu oración sea escuchada. Los que hacen la paz serán llamados hijos de Dios y Él los escucha. Nuestras manos no deben empuñarse sino extenderse en amistad y aceptación. Esas son las manos que se puede levantar para orar. Claro que la oración eficaz del justo puede mucho, y para ser justo hay que tener un corazón correcto.

 

Dios dijo que Su casa sería casa de oración. Cuando Jesús sacó a los cambistas del templo, también sanó a enfermos para dar ejemplo de que había que llevar una ofrenda sana y perfecta al Señor. Cuando Dios sacó a Su pueblo de Egipto les dio provisión, por lo que no era correcto que después le llevaran como ofrenda animales enfermos, porque de esa forma no demostraban agradecimiento. El Señor responde las oraciones de un corazón que sabe honrarlo y que no se presenta con las manos vacías. Él es nuestro Padre y debemos agradarlo con lo mejor que tenemos, no porque lo necesite, sino porque lo merece[10]. Alguien que sabe orar sabe ofrendar.

 

Dios tiene la respuesta que buscas. Las puertas se abrirán y la bendición vendrá si le das honra. Así dice la Palabra. Dile con fe: “Señor, mi vida ha sido transformada, tomo la decisión de no guardar rencor, bendigo a todos, viviré en paz, dejo la ira, los celos, las contiendas y los pleitos, además, renuevo mi pacto de adorarte correctamente con mis diezmos y ofrendas. Gracias por escucharme y responderme”.

Versículos de Referencia:

Juan 16:23-24 dice: En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.

Santiago 5:16 enseña: Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.

Marcos 11:24-26 aclara: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

Mateo 5:44-48 comparte: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

 Lucas 6:28 (TLA) aconseja: A quienes los insulten, respóndanles con buenas palabras. Si alguien los rechaza, oren por esa persona.

Romanos 12:17-21 (DHH) explica: No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos. Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la Escritura dice: «A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor.» Y también: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza.» No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal.

1 Pedro 3:7 enseña: Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

1 Timoteo 2:8 enseña: Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.

Mateo 21:12-14 comparte: Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

Malaquías 1:6-9 explica: El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos.

 

 

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