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Cuando Dios se cansa

13 de mayo de 2010

Tiempo de lectura: 7 minutos

Hay situaciones que nos desgastan,  nos hacen perder la tolerancia,  la paz y tranquilidad.  Las circunstancias adversas nos irritan y provocan relaciones ásperas con las personas que nos rodean.  Es necesario que revisemos nuestro comportamiento para evitar consecuencias graves que después no podamos arreglar. He tratado con matrimonios que llevaron su relación al extremo. Se desgastaron  al punto que  se pierde cualquier esperanza de reconciliación y  lo único por hacer es afrontar la separación de la forma menos dolorosa. Es una lástima que los humanos llevemos siempre las cosas al límite donde ya no hay salida. Intentamos recuperar a los hijos cuando ya es imposible que vuelvan. Buscamos ayuda para nuestro matrimonio cuando ya nos sacaron las maletas a la calle. Sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

De la misma forma que llevamos nuestra tolerancia al límite, hemos desgastado la tolerancia de Dios. Estamos hechos a Su imagen y semejanza, nos cansamos porque a Él también le ha sucedido.  Nos irritamos pero también irritamos a otros, aunque preferimos ver lo malo que nos hacen antes de reconocer que también hacemos cosas desagradables. La esposa puede decir con lujo de detalles todo lo que su esposo le ha hecho desde el noviazgo. Cuenta cómo le descubrió la primera infidelidad pero se casó con la certeza de que cambiaría. Ahora lo mantiene,  le aguanta sus berrinches, etc., etc. Pero esa misma esposa es incapaz de reconocer sus errores y tiene mil argumentos para justificar su mal humor, descuido y depresión.  Ante las críticas nos defendemos y asumimos un proceso de negación porque es desagradable que nos confronten. El problema siempre es de otros.

Hijo prudente y sabio

Proverbios 10:1 advierte: El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre.

Todos somos hijos, unos alegramos y otros entristecemos. El pasaje es muy claro  pero no se detiene a explicar lo grave de la necedad extrema que es capaz de desgastar la paciencia de los padres.  Los adolescentes sobre todo, padecen de necedad excesiva. No escuchan los consejos de los padres porque los creen desconfiados y anticuados. Pero lo que no aprendan de los padres, lo aprenderán de la vida luego de muchos sufrimientos. Los jóvenes no escuchan a su madre cuando les advierte sobre las malas amistades. Le dicen que Dios se los envió para darles luz, sin darse cuenta que son ellos quienes terminarán a oscuras.  Si tu madre te advierte sobre las discotecas le dices que no es malo bailar porque incluso Jesús lo hizo y Él está contigo en cualquier lugar para que nada te suceda. La jovencitas le responde a su mamá que no sea desconfiada cuando le advierte sobre ese muchacho que no parece tener buenas intenciones.  Esas actitudes necias de los hijos son un mensaje del poco valor que le dan al esfuerzo de sus padres. Si el hijo desperdicia su tiempo y no estudia, le dice a su padre que no aprecia la oportunidad que le brinda de tener éxito en la vida. Lo mismo sucede en cualquier relación. Entre jefes y empleados también hay actitudes desgastantes cuando el empleado no aprovecha su tiempo y desperdicia los recursos de la empresa escribiendo mails a sus amigos o “conectando” novias por internet en vez de esforzarse en su trabajo.

Dar para recibir

Efesios 6:1-4 aconseja: Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Los padres también deben escuchar a sus hijos y tener la habilidad de corregirles. Ellos demandan atención desde pequeños y merecen ser escuchados. Un padre alcohólico debe escuchar a su hijo cuando le pide que ya no beba porque le da miedo verlo borracho. Al continuar con la conducta negativa, le dice al  hijo que no le importa su opinión y no valora lo que pide. El mensaje es: “así soy y tienes que aguantarme”.  Esta actitud negativa se vuelve un círculo que termina muy mal.  Un padre debe escuchar las demandas de sus hijos cuando piden que no sea tan enojado.  Acabo de recibir el correo de un joven que fue violado desde pequeño por los amigos borrachos del padre que abusaban de él. Este hombre debió escuchar las demandas de su hijo y dejar de beber pero no lo hizo y le hizo un terrible daño. Debemos cambiar las conductas que lastiman a otros, especialmente a las personas que amamos. Nadie debe acomodarse a tus malos hábitos. No insistas en tener un estilo de vida que trae inestabilidad y dolor.  Evita que tus hijos pasen por la pena de sacarte cargado de algún bar o tener que pasar la vergüenza de pedir prestado para pagar la comida o el colegio. Valora lo que te demandan cuando es justo y correcto.

Nuestro Señor es un Dios de amor pero también se cansa de dar y no recibir. En cualquier relación se debe compartir. Dios quería recuperar Su relación con los hombres y para lograrlo hizo un sacrificio que espera agradecimiento. No sean de los que tienen por menos la sangre del Cordero. Él dio lo mejor que tenía por nosotros y pide tu gratitud que se traduce en adoración, obediencia, santidad, arrepentimiento, integridad, cambio de vida, renovación del pensamiento, fe y perseverancias en Su palabra.  El Señor dijo: “vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando”. También dijo: “el que me ama guardará Mi palabra”. Ese es el lenguaje de gratitud que espera escuchar.

Necedad que cansa

Génesis 6:5-7 relata: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.

Sería terrible que dijera esto ahora cuando dio a Su Hijo para salvarnos y darnos la oportunidad de una nueva vida.  Imagina que hoy  dijera: “me cansé, se acabó, despídanse de su familia porque mañana no amanecen”. Dios también se cansa a pesar que nos ama y  es paciente.  Este pasaje describe el momento cuando la conducta de los hombres desesperó al Señor y tomó una decisión radical, tal como a veces hacemos nosotros. Cuando un trabajador no rinde, lo despedimos, eso hizo Dios.

Él nos ha dicho muchas veces cómo debemos comportarnos. Insiste en pedirnos que tratemos bien a nuestros semejantes hasta que llega el momento cuando dice: “no hay más que hacer”. Pero en medio de Su desesperación, desea encontrar a un hombre justo y bueno como Noé que le haga cambiar de parecer y ablande Su corazón. Tú debes ser uno de esos hombres, Dios te busca porque desea encontrar personas con quien pueda tratar y que advierta a los otros de la necesidad de corregir el rumbo.  Aquellos que aconsejan facilitan el cambio positivo que alegra al Señor.

Malaquías 2: 17 condena a quienes cansan al Señor: Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?

Dios se cansa de nuestra necedad de ver bueno lo que realmente es malo.  Él es radical, cuando dice “no” es “no”. Su Palabra es clara y directa, no hay vuelta de hoja, no seas necio. Robar y mentir es malo, por el contrario, honrar a los padres es bueno y trae bendición. Entiéndelo y ponlo en práctica sin más escusas.  Deja de cuestionar a Dios y preguntarte porqué sufres si eres fiel a Sus preceptos.  Esa actitud que reniega de Su misericordia lo cansa y entristece. Un día, el pastor Cash me dijo que la gente que se equivoca y se levanta recibe perdón, pero quienes piden perdón por la misma falta demuestran que no se arrepienten de corazón. Esa insistencia en el mismo error cansa a Dios que es amor y perdón.

Él es paciente y tardo para la ira pero no desperdiciemos Su tolerancia.

Malaquías 3:13-14 expresa la tristeza del Señor: Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?

No reniegues de tu situación hablando mal del Señor. Algunos dicen: “¿de qué sirve consagrarse, buscarle y obedecer Su palabra, si seguimos padeciendo problemas financieros y enfermedades?  Esta es una expresión que no reconoce Su bondad y es injusta. Para cualquiera es frustrante que no se valore lo bueno y sólo se critique lo malo. Lo mismo sucede con Dios, nuestra actitud mal agradecida lo aleja.

Valorar Su sacrificio

Por el contrario, he visto personas que sí valoran el sacrificio del Señor que los ha liberado de la esclavitud del pecado y cada vez viven mejor.  Para nuestro Él es importante encontrar gente que valore Su amor e intente agradarlo. El hijo pródigo es el ejemplo de alguien que se arrepintió de ser mal agradecido y regresó a pedir perdón a Su padre, valorando cuanto había hecho por él.  Es increíble todo el sufrimiento que se hubiera ahorrado si escucha al padre cuando le dijo que todo lo que tenía era suyo. Lo mismo sucede con nuestro Padre Celestial que quiere darnos cuanto tiene, pero antes espera ver tu corazón agradecido que valora lo recibido.

Demuestra que no eres un cristiano que cansa a Dios, ni eres un creyente que lo desespera. Todos los días, revisa tu vida para agradarlo con tu conducta y agradecerle que te tomó por hijo.  Pídele que te ayude a cambiar los rasgos negativos de tu carácter y llama Su atención con tu integridad.  Dios no se aleja, somos nosotros quienes le damos la espalda.  Dile que no quieres ser de los que tienen por menos Su regalo más hermoso y que no quieres perderte la vida eterna junto a Él. Prométele que tu gratitud le sacará una sonrisa y lucharás por mejorar.

Cuando aún no había recibido al Señor, mi padre me dijo: “estoy cansado de ti”. Esa frase me dolió muchísimo y la recuerdo cada vez que deseo cambiar algo en mi vida. Prometí que nunca más iba a despreciar el esfuerzo de mi padre y que lo llenaría de orgullo con una actitud diferente.

Esa decisión marcó el comienzo de mi nueva vida y me hizo descubrir que  necesitaba transformarme.  Tiempo después, me di cuenta que Dios demanda algo cuando está a punto de dar algo.  Siempre hay que dar para recibir y si te cuestiona es porque tiene promesas que darte. Entrégate en Sus manos y deja que te corrija como el Padre cariñoso y paciente que es. Deja que obre en tu vida porque de esa forma te demuestra que eres importante para Él.

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