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En busca de la presencia de Dios

14 de julio de 2007

Tiempo de lectura: 10 minutos

 

 

Quiero hablarle del propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros. El tomó la decisión de salvarnos, porque el primer hombre, Adán, cayó y desde entonces, se empezó a descomponer el plan de Dios sobre la tierra. El creó los cielos, la tierra, los animales, pero se sintió satisfecho hasta que hizo al hombre y a la mujer. El no bajaba a la tierra para caminar con el león, por ejemplo; no se tomaba el más mínimo esfuerzo para bajar sus pies y empezar a caminar con él o con otros animales, porque no sentía ese deseo, esa atracción, aunque la creación era lindísima.  Quiero que me entienda que Dios no es movido por lo bonito de las cosas, sino que cuando encontró algo que le sedujo, le motivó, tomó una decisión, y dijo: “Cielos, pártanse a la mitad, allá voy;” para encontrarse con él. Baja, empieza a caminar, pero algo ocurre: entra el pecado a la tierra.

 

La Biblia habla que el hombre pecó y desde entonces, Dios trata de reconquistarlo. Lo narra  con historietas, con un montón de personajes bíblicos, que resumen el deseo de Dios. Lo veo intentando, enviando a sus profetas, a Abraham, a Moisés, moviéndose por ese deseo de juntarse con el hombre, pero uno tras otro caían, fallaban y Dios no lograba ajustarse, sacar al diablo y derrotarlo. Dios levantó a muchos reyes, pero no lograron el propósito.

 

Me puedo imaginar a Dios delante de Satanás, sacando sus cartas. Uno a uno de sus siervos y en ese vaivén, dice el Señor: “Aquí está mi última carta”, y le envía a Jesús. El diablo pensaba: “Si me traigo a Jesús, ya vencí a Dios”. Pero ahí estaba Jesús, quien entregó su vida por usted y por mí. Usted ya entregó su vida a Jesús, su mente; es de los locos que aman, perdonan y no deben; lo hizo por una razón y un propósito. Dios le trajo a este lugar para bendecirlo. ¿Cuántos han sido bendecidos desde que vinieron a los pies del Señor Jesucristo? ¿Cuántos tienen un mejor matrimonio? ¿Cuántos han sido prosperados?

 

II Corintios 8:9

 

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

 

Uno de los propósitos que Dios tiene es que si El se hizo pobre es para que usted se haga millonario. El murió con un propósito y uno de ellos es que usted sea enriquecido. ¿Cuántos de ustedes venían enfermos? Y no estoy hablando de gripe o cáncer, sino de una enfermedad del alma. Dios tenía un propósito, uno era que fuera sano; otro, que fuera salvo, y otro más, es que usted sea libre. Esos son propósitos que Dios tiene: que usted ya no ande con el alcohol, que sea libre de la otra mujer. El tiene propósitos porque la salvación es uno de los propósitos de Dios. El quería salvarte y que no te fueras al infierno, pero hay algo mucho más grande que la salvación aún; mucho más grande del que usted sea millonario, que sea sano, que sea salvo. Por todas esas cosas murió el Señor y son bonitas. Todas estas son cosas buenas por las cuales El murió, pero hay un magno propósito. El murió por el deseo insaciable que existía en El de pasar tiempo contigo.

 

Por más cosas que haya hecho el Señor para bendecirlo y liberarlo, lo que realmente quiere es que usted entre a su cuarto y cierre la puerta. Esta prédica se llama: “Mi cuarto, mi lugar de transformación”. Todos nosotros tenemos algo, un cuarto, aposento, habitación.

 

Mateo 6:6
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

 

¿Por qué vamos a hablar de esto? Porque en un cuarto ocurren muchas cosas. Lo quiero traer al plano físico, material de su vida. ¿No es cierto que en el lugar donde más natural es usted es su cuarto? ¿Qué hace ahí? Lo primero es que su cuarto es un lugar de reposo, llega cansado, se tira en su cama. ¿En donde más podría roncar usted con libertad? Es un lugar de intimidad. Regularmente, las parejas que están casadas, se sienten cómodas en el cuarto, en la habitación. El cuarto físicamente hace muchas cosas y cumple con muchas funciones de necesidades físicas, pero hoy le quiero decir algo más. No sólo necesidades físicas, sino espirituales, porque su espíritu también se cansa. Usted sale en la mañana y dice: “Hoy va a ser el mejor día,” se levanta y lo logra, pero regresa desgastado, cansado, con ganas de ir a acostarse y dormirse. Dígame si no es cierto que su cuarto es un lugar de sueños. Hay gente que sueña con todo. Déjeme mostrarle que en lo espiritual también es así. Debemos entender que hay un cuarto en su casa, donde usted debe cerrar la puerta y tener intimidad con Dios.

 

Cuando uno tiene intimidad con su esposa, viene una multiplicación y se ve el fruto. Cuando entra en su cuarto y está en intimidad con Dios, empieza a haber fruto dentro de usted, se empiezan a gestar cosas. Se queda embarazado de las cosas espirituales de Dios. ¿Qué pasa? Si hay menos intimidad, la consecuencia es tener menos cosas de Dios. Piense que su cuarto, físicamente es un lugar de transformación. Mujeres, ¿en dónde es que ustedes se transforman? Amanece el día y la mujer con un su chongo por acá, pero en eso, usted va a desayunar y empieza a sentir que ya se echó su perfume, se baño, se cambió. En lo natural, se cambia la ropa, pero en lo espiritual, se arma de la Palabra de Dios, de la coraza del espíritu, de la espada que es la Palabra, del yelmo de la salvación para que nunca se le olvide que es salvo. ¿Por qué el Señor insistía tanto que entráramos al cuarto?

 

La clave de una vida pública exitosa es la vida dentro de ese cuarto. El problema es que muchos de ustedes tienen ahí miles de estorbos que no les permiten tener una relación genuina con Dios. Lo primero que hice cuando entendí eso fue sacar el televisor de mi cuarto.

 

Santiago 4:5

 

El espíritu que El ha hecho morar en nosotros, nos anhela celosamente.

 

¿Cuántos de ustedes fueron celosos? Yo fui celoso, enojado, bravo. Quiero contarle algo: El Espíritu Santo lo cela a usted. Cuando usted está buscando cosas alternas, y le está guindando el ojo o apachándole el ojo a algo que no es de Dios, el Espíritu Santo lo empieza a celar.

 

¿No ha escuchado la Palabra que dice: “El celo de tu casa me consume”? Hay estorbos en tu casa, en tu cuarto, en la casa de Dios. Dice que Jesús tiró por allá el banco de los tributos, estaban vendiendo de todo. Yo nunca he visto en la Biblia que Jesús estuviera enojado, más que en ese pasaje. Con un látigo, sacó a todos de ahí; dijo: “Esta es la casa de Dios, se salen de acá”. No sé si violentamente Dios tendrá que sacar las cosas que hay en su corazón. ¿Qué hace en su cuarto? ¿Quiere tener éxito en su vida? Créame lo que le digo, el éxito suyo no está fuera.

 

¿Quiénes son negociantes? No le vendan a la gente, vendan delante de Dios. Diga: “El mejor día de mi vida será hoy, voy a llegar con Juan Pérez y le voy a vender, me va a decir que sí”. Y cuando El respire la fe que ustedes tienen, va a ocurrir algo. Yo les digo a los que tienen célula: “No ministren a la gente, van a pasar horas y horas y no van a entender”. Pero si le dice una palabra que Dios le ha dado, esa persona a entender. ¿Tiene una queja? No le diga las cosas a su esposa, ni a su mejor discípulo o alguien en el trabajo, no le va a servir de nada. Vaya a la cita que tiene con Dios, y ahí descósase. Hable con el que realmente tiene importancia hablar. Dígale las cosas al que mueve los corazones. No gaste palabras.

 

Salmo 139:13

 

Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.
!Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!

 

Lo que más me gusta de esta palabra es que todos la pueden poner en práctica hoy. Todos tienen puerta o cortina. Ciérrela y tenga intimidad con su padre. El lo anhela a usted celosamente. ¿Usted ha tenido ganas de algo? ¿Ha tenido deseo de algo? Yo amo a mi esposa y cuando la llamo y no responde, me preocupo, así es Dios también. ¿No entiende que El es el novio y usted la novia? Quiero que entienda algo: Usted y yo somos hombres y a mí me chocó algo cuando llegué a los pies del Señor. Se oye raro que un hombre le diga: “Te amo, Jesús,” se oye raro porque uno es hombre y El también. Pero, El es mi amado y yo soy su novia. Me guste o no el término, van haber bodas del Cordero y va a venir por nosotros, una iglesia sin mancha y arruga. El es el hombre con quien  nos vamos a casar todos.

 

¿Cuántas de ustedes han sido mamás? ¿Usted podría llegar a entender que Dios visitaba a su hijo en su vientre? ¿Sabe que a mí me visitó Dios cuando estaba en el vientre de mi madre? Usted no se acuerda, pero Dios estaba ahí. Yo me hablo a mí mismo y digo: “Eres un hombre de Dios, esforzado, El te ama”. Yo creo que soy formidable, maravilloso; usted también lo es.

 

Diga: “Mi cuarto es el mejor lugar de formación”. La Palabra de Dios dice que no tenemos necesidad que muchos enseñen a otros. Cuando yo lo leí, dije: “¿Por qué dice esto aquí en la Palabra? No tenemos necesidad de muchos maestros. Le voy a explicar por qué, porque todos tenemos la oportunidad de estar a solas con Dios. Usted mira al pastor Cash, le puedo garantizar cuál es el éxito de su ministerio. Una vez se lo pregunté. Los discípulos no se acercaron a Jesús a preguntarle su clave del éxito, pero yo me le acerqué y le dije: “¿Qué hay detrás de todo? ¿Por qué Dios te usa tanto? Y me dijo: “Primero, la gracia de Dios, y segundo, me gusta pasar tiempo con El”.

 

El Señor anhela salvarlo, pero más que eso, anhela pasar tiempo con usted. Todo el día, en todo momento. No habrá mejor taller o academia que su cuarto. Usted no tiene más cosas, porque no está transformado a la imagen de Dios. A Pedro se le notaba que andaba en compañía de Jesús, hablaba igual que El. Lo mismo te van a decir a ti: “Este ha estado con Jesús, habla como El, camina como El, ahora hace milagros como El, en su nombre. Esa es la diferencia de una vida gloriosa y una vida normal, como la de todo el mundo.

 

Quiere otro tip: Llegue al cuarto, cierre la puerta y no hable, cállese. A mí me ha pasado eso. Una vez, llegué con el Señor, pero me andaba cargando tal afán que oraba así: “Señor, te pido por eso, por lo otro,  por mi papá…” Y empecé con aquel afán, aquella angustia como que si El no supiera lo que me está pasando. Yo le pregunto: ¿No conoce El eso? Lograríamos más si lo oyéramos a que si le hablamos. El cuarto es un lugar de respuestas, de intimidad. ¿Qué hago yo en mi cuarto? Me tiro en el piso a hablar con El.

 

Alguien me preguntó: “¿Qué tenés aquí?”. Tengo unas marquitas, porque me pasó algo orando: Saber en dónde me recosté y me quedaron unos puntitos ahí. Le digo esto para que vea que es cierto. Pero, ¿dónde más usted puede ser el hombre que realmente es, sino en su cuarto? De la misma forma, va hacer algo: Va a desvestirse ahí, va a agarrar su alma y la va a desnudar delante de Dios; le va a decir: “Así soy yo”. ¿Y sabe qué es lo más grande y lindo de todo? ¿Cuántos de nosotros hemos pecado? ¿Cuántos sabemos que el pecado nos aleja de Dios, nos hace daño? Sin importar eso, es tan grande el deseo de El de estar con usted, que lo quita, porque quiere estar con  nosotros. Yo le voy a pedir algo a Dios que haga: Que El le muestre su anhelo para usted. 

 

Yo tengo una lesión en mi pierna de los ligamentos cruzados. Recuerdo que vivía rodeado de gente, mi casa era una de las casas en las que el mover del espíritu estaba. Ya ni me llamaban para llegar; ni siquiera eran de mi célula y tocaban el timbre: “Venimos a célula”. Y yo le decía a mi mamá: “No es conmigo, sólo ábrales”. Y tenían sus reuniones y se derramaba la gloria de Dios. Una vez, estábamos orando y vi una nube descender de la presencia de Dios.

 

 Mi casa era visitadísima y yo era un líder que tenía muchos amigos. De repente, me pasó esta lesión en la pierna. En ese momento, no entendí porqué, pero es una lesión que mínimo se está uno postradito dos meses, porque no había operación por endoscopia. Y un dolor tremendo, llegaba el doctor, el anestesista y el cirujano. No sabía por qué estaba ocurriendo eso. Era Dios tomando a su ovejita; cualquiera que me veía desde afuera diría: “Qué buen joven, qué buen líder”. Si usted me hubiera visto así, hubiera dicho: “No tiene nada malo”. Pero había cosas que yo necesitaba tratar con Dios a solas y El agarró ese corderito, me quebró la piernita y me dejó inactivo en un cuarto, en una cama. Antes recibía diez llamadas diarias, y en ese momento, no recibí nada. Nadie me llamaba ni me buscaba y estaba triste por eso. Pero Dios me habló: “Así te quería tener, tranquilo, a solas”. Que no le pase como a mí. Usted diga: “Señor, ¿me anhelas de verdad?”. Usted puede decir: “Es que yo ya soy adulto”. Pues con mayor razón. El ha estado buscándolo por años.  ¿Por qué le comparto esta Palabra? Porque sé que su vida va a ser distinta. Tal vez no pueda estar a solas, porque ahí está su mujer, pero nada le va a dar más autoridad que su mujer lo vea orando. Si no sabe cómo tratarla, no hable con ella. Cierre la puerta y arréglelo con Dios en la intimidad. Creo que soy un hombre exitoso, pero estoy seguro que hay más cosas en ese cuarto para mí.  Hay cosas que nadie puede hacer por usted. ¿Alguien pudiera recibir al Señor por usted? Así como la salvación es única, nadie puede tener intimidad con Dios por usted. Siéntase privilegiado porque Dios lo anhela.

 

Levante sus manos en alto y voy hacer una oración. ¿Sabe usted cuál es el sueño de Dios? Uno regularmente vive, trabaja y hace lo posible por conseguirlos. Pues Dios es igual, usted es el sueño de Dios; es el hombre que Dios ha soñado tener. Los que tengan sed vayan con aquel que puede darles de beber. “A todos los sedientos, venid a las aguas. Y a los que no tenéis dinero, venid y comprar vino y leche”. Hay un salmo que dice: “Aderezas mesa delante de mí”. El quiere hacer una cena con usted, porque lo ama, es su campeón, su princesa. El tiene hambre de usted, lo anhela.

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