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Señor de la tierra II

29 de septiembre de 2014

Tiempo de lectura: 6 minutos

Para Dios la tierra es vital, tanto así que nosotros, Su máxima creación, fuimos formados de la tierra. Recordemos también que a Moisés le dijo que se quitara el calzado porque la tierra en la que estaba era santa, no dijo: “Yo soy santo”, sino que se refirió a la tierra. Además, cuando Adán y Eva pecaron, el Señor maldijo a la serpiente y a la tierra. Y como estos pocos ejemplos, hay muchos otros que nos indican lo importante que es la tierra para Dios, quien de hecho nos la ha dado por herencia, pero no la hemos tomado como debe ser.

Por lo tanto, la creación desea ardientemente que nos manifestemos con autoridad para restaurarla de la maldición del pecado. La tierra gime por ser liberada de la esclavitud de la corrupción[1] y esa es nuestra responsabilidad. Así que manifestémonos espiritualmente con poder, clamemos en contra de la maldad y tomemos lo que nos pertenece, ¡la tierra es nuestra herencia! Nuestra tierra ha tragado la sangre de muchos inocentes, Guatemala, el mundo sufren violencia, por eso debemos levantarnos en oración e intercesión hasta que esto cambie.

De hecho, tierra fue la promesa que motivó a los israelitas a salir de la esclavitud de Egipto, y fue tarea de Josué guiarlos para conquistarla. Luego de la muerte de Moisés, el Señor le habló a este varón y Sus palabras son claras revelaciones de la tierra que había prometido, además de las instrucciones para que su tarea tuviera éxito. Debemos tomar esta Palabra como nuestra, porque Dios nos dice que nos levantemos, que seamos valientes para conquistarla, que Él nos respaldará y que Su Palabra es nuestra arma para vencer.[2]

 

¿Por qué es tan importante que busquemos redimir, es decir, tomar de regreso la tierra? Porque si los hijos de Dios poseen la tierra, habrá paz y bendición, ya que al obedecerlo, nos esforzamos por hacerla prosperar y eliminar el pecado. ¿Acaso un cristiano compraría una casa para poner un bar o un prostíbulo? ¿Un hijo de Dios tomaría una parcela para sembrar droga? ¡Claro que no! Así que es nuestra obligación esforzarnos por retomar la tierra y sojuzgarla de acuerdo a los preceptos del Señor. Solo de esa forma, el mundo cambiará para bien.

Desde el inicio, Dios le dio la tierra a Sus hijos, pero la perdimos por el pecado. Ahora está maldita, debemos redimirla, recuperarla para que haya paz y bendición. Di convencido: “Dios está conmigo como estuvo con Moisés, con Josué, y con los apóstoles, y juró que la tierra sería nuestra”. Por lo tanto, anhelar tierra no es codicia; desear un pedazo de tierra en donde pueda vivir tu familia, en donde puedas cultivar y prosperar no puede ser malo. Si lo consideras así, entonces ni siquiera mandes a tus hijos a estudiar porque no vale la pena esforzarse por la superación. Pero sabemos que el Señor nos llamó a poseer la tierra, a hacerla producir para bendición de todos. ¿O crees que es casualidad que Dios le prometiera tierra a Su pueblo y luego los guiara para obtenerla? ¡Claro que no! Nuestro Padre creó la tierra para dárnosla, pero debemos ser valientes y demostrar que la valoramos y estamos dispuestos a tomarla como heredad.

¿Qué debemos hacer? Justamente lo que Josué debía hacer, obrar con justicia, no apartarnos de la ley de Dios. Esa es la condición que el Señor pone para ser prosperados, porque ¡Él desea nuestro bienestar! Que no te confunda la crítica del mundo, porque es bíblico buscar prosperidad. Los hijos de Dios no nacimos para ser pobres e ignorantes, fuimos creados para sojuzgar, para ser cabeza y no cola, para recibir y dar bendición; para prodigar, no para mendigar; nacimos para hacer buenas obras, no para que alguien las haga para nosotros. Esta verdad nos motiva a sacudirnos la negatividad y el conformismo, nos obliga a ser emprendedores y a vivir de acuerdo a la Palabra del Señor, la cual nos hará prosperar y extender esa abundancia a nuestro alrededor. Así que lo que está contenido en la Palabra de Dios es prosperidad, lo cual no implica solo dinero o recursos materiales, sino que éxito en todo lo que hagamos. Así de simple, cuando el mundo quiera éxito, debe buscar un hijo de Dios, porque lo que hacemos prospera. Debemos hacer de la Biblia nuestra guía ineludible. Claro que podemos leer muchos libros y educarnos, pero lo más importante es leer la Biblia que es un libro de éxito, la revelación de lo que necesitas para ser y recibir lo que nuestro Padre planeó. Este es el libro que habla sobre los hombres y las mujeres que se relacionaron con Dios y lo que lograron con ello. Por lo tanto, si las cosas te salen mal, quizá es porque estás alejado de Su Palabra.

Algo importante de notar es que Dios habla cuando quiere hacer algo. Su Palabra es creadora, por lo que Él da mucha importancia a las palabras. De hecho, una de las instrucciones a Josué para conquista era que no se apartara la Palabra de su boca. ¡Habla, habla, habla para conquistar, proclama que las promesas del Señor se harán realidad en tu vida! Que Su Palabra no se aparte de tu boca. Así como Él promete estar contigo siempre, te pide que no abandones Su Palabra. ¡Esa es la clave del éxito!

También le dijo que meditara en Su Palabra de día y de noche. De esa forma estaba cambiando su mentalidad, ya que meditar significa estudiar, pensar, imaginar y murmurar. Por lo tanto, le estaba pidiendo que tuviera siempre en mente Su Palabra, que imaginara las conquistas, lo que haría con esa tierra que obtendría. ¡Eso es lo que tú debes hacer! Ve a la tierra que deseas poseer y di: “Esta tierra es mía”, además, imagina lo que harás en ella, lo que producirás, lo que construirás y esas imágenes en tu mente cambiarán tu actitud, programándote para alcanzar tu objetivo. Si ya fuiste salvo, debes transformar y renovar tu pensamiento, meditar en Su Palabra para hacerla vida, porque lo que hay en tu mente determina lo que recibes y haces.

¡No desmayes! Eso es lo que Dios te pide, que no te des por vencido antes de pelear, si Él ya ha ganado la batalla por nosotros y nos garantiza la victoria. Es como si la pelea estuviera arreglada porque sabemos que en Cristo somos más que victoriosos. ¿Qué más quieres? No dudes más, convéncete de que tu destino es de bendición, eres hijo de Dios, eres Su heredero, tienes Su promesa de acompañarte y darte la victoria, ¡pelea la buena batalla, lucha por recuperar la tierra que te pertenece! Y cuando la conquistes, asegura como Josué: “Yo y mi casa serviremos al Señor”.

Sirve a tu Padre Celestial con pasión. Sé constante en testificar sobre Su amor y no temas a que tus hijos se quejen, al contrario, si tú les enseñas a servir a Dios, no habrá rebelión, solo unidad en la obra del Padre. Servir en Su reino requiere integridad, honradez y también requiere poner a la familia en el altar. Josué seguramente lo hizo; imagina lo ocupado que estaba conquistando la tierra y luego repartiéndola, sin embargo, su convicción más grande era que él y su familia servirían al Señor. Ofrece a tu familia el testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida, si ellos ven tu pasión, seguramente se contagiarán, pero debes ser firme y guiarlos al Señor, compartirles Su Palabra y hacer del servicio un estilo de vida que marque el futuro de bendición de tu casa. Ellos aprenderán lo que les enseñes. Así que enséñales a no rechazar el privilegio que tienen, porque no hay nada peor que aborrecer o menospreciar la bendición que Dios desea entregarnos[3]. Si Él ha prometido darnos la tierra, tenemos la obligación de honrar Su anhelo, obedecerlo y ser esforzados y valientes para tomarla, redimirla y bendecirla, de acuerdo a Su Palabra.

Versículos de Referencia:

[1] Romanos 8:19-23 dice: Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

 

[2] Josué 1:1-9 relata: Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

 

[3] Salmo 106:24-27 dice: Pero aborrecieron la tierra deseable;?No creyeron a su palabra, antes murmuraron en sus tiendas,?y no oyeron la voz de Jehová. Por tanto, alzó su mano contra ellos?Para abatirlos en el desierto, y humillar su pueblo entre las naciones,?Y esparcirlos por las tierras.

 

 

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