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Una vida llena de aprecio

06 de noviembre de 2007

Tiempo de lectura: 8 minutos

 

 

 

Traigo una Palabra para el hombre y la mujer que vengan sedientos, que crean que Dios los va a bendecir hoy.

Génesis 25:27
Vamos a leer la historia de dos niños que tenían el mismo padre, eran hermanos.

Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.

Dos personas distintas, uno cazador y el otro cocinero. El papá se sintió identificado con el cazador y la mamá con el que cocinaba.

Hoy vamos a hablar del aprecio. Mi objetivo el día de hoy es que salgas listo para apreciar a tu familia, tu negocio, tu matrimonio, tus hijos, la Palabra y la presencia de Dios. Con ojos llenos de aprecio.

Me llama la atención algo: la historia la empecé con este hombre porque es alguien que menospreció algo que le dolió toda su vida. Dice la Palabra que la procuró con lágrimas. Usted ha escuchado a varias personas decir: “Abraham es el padre de las multitudes”. ¿Usted sabe que esa historia no debió haber sido así? ¿Usted sabe que alguien está ocupando el nombre y tiene la bendición que era para Esaú? Toda la historia y la forma de hablar de Dios cambia. Hay gente que está ocupando tu puesto, porque no valorizaste lo que tenías. Vamos a salir de aquí y vamos a tener sesiones de aprecio. ¿Qué pasa cuando estás delante de la presencia de Dios? Yo me siento frente a la Biblia y empiezo a apreciar lo que tengo, y me nace amar.

Vamos a leer una historia de aprecio:

Lucas 7:36
Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;

¿Qué tipo de mujer ha de ver sido esta? Pues la Palabra dice que era pecadora. Para que la Biblia lo haya acentuado, esa mujer tenía una vida terrible. Llegó a una casa donde no fue invitada, entró y directamente fue a buscar los pies de Jesús.

Y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

Jesús se acerca a ese hombre, y le dice: “Me di cuenta de lo que pensaste, y quiero aclararte algo: Había dos personas, una debía quinientos y la otra cincuenta”. Me llama la atención que el Señor esperara exactamente lo mismo de la de 500 que de la de 50. Aquí los pone a la par. Hay tres cosas que encuentro acá: Lo primero que veo es que le pide un beso, agua y aceite de unción. Se acerca a este hombre y le dice lo que hizo con él esa mujer y él no. Esas tres cosas tienen un significado espiritual. El beso significa intimidad. El aceite, tiene que ver con autoridad, con ungir. Esa mujer ni siquiera tenía aceite, sino que agarró uno de sus perfumes y lo fue a derramar delante de Dios. Y la tercera, es el servicio, porque la mayor muestra que encontramos en la Biblia es cuando Jesús tomó en sus manos una toalla, la ciñó y les enseñó a lavar los pies. Me impacta 500 y 50,  el Señor lo iguala.

¿En dónde estás tú? ¿Eres de diez, de cincuenta o de quinientos? Me pongo a pensar: “Señor, ¿será que necesité haber hecho suficientes cosas malas para demostrarte que te amo? ¿Qué es más pecado? ¿Mentir o acostarte con veinte mujeres? ¿Por cuál te vas a ir más abajo en el infierno? Es lo mismo. La única respuesta que te puedo dar es “depende de a quién le hagas la pregunta”. Dice la Palabra que el Señor Jesús la perdonó; ella iba buscando amar a Dios, demostrarle amor. Te quiero hacer una pregunta: ¿cuánto te perdonó Dios? ¿Estás conciente que Él te perdono? Si lo estás, vas a demostrarlo en tres áreas de tu vida: la intimidad con Dios, la autoridad y el servicio a Él. No sé si te inquieta en tu corazón que hay un Dios que murió por ti y está esperando que tú hagas algo. Al fariseo le dice que no ungió su cabeza, que no le dio beso. Esa mujer se fue a los pies y se sentó delante de sus pies a amarlo, a darse. ¿Cuánto tú has recibido? ¿Cuánto tú tienes? ¿Cuánto tú mereces? Me impacta esta historia porque el Señor ni siquiera se había acercado a ella diciéndole “te amo, te perdono,” y aún así, ella lo ungió.

Hoy va a ser un momento en el que vas a derramar tu vida en agradecimiento. ¿Cuántas cosas tú tienes? ¿Tu familia? Dice la Palabra y me impacta mucho, porque uno piensa que tendrá las cosas porque sí y que siempre estarán porque sí. Pero uno realmente valora lo que hasta que lo pierde. No sé si a ustedes les ha pasado lo que a mí, que han perdido algo. Tal vez tenías un perrito, y siempre andabas viendo cómo te lo sacudías, pero cuando se muere, ahí andas triste por él. ¿Qué tal si te llaman y te dicen que tu madre acaba de morir y te quedaste con palabras que nunca expresaste?

¿A quién le gusta el fútbol? ¿Qué tal si lo llaman y le dicen que tiene una cena con Ronaldino? Usted se arregla y se pone feliz. Pero, ¿quién es él? ¿Va a ser más feliz por tener una cita con él? Pero si te diría que tu mamá quiere pasar toda la tarde contigo, si te dijera que el Señor quiere pasar tiempo contigo, ¿será que te pondrías nervioso, te peinarías? ¿Usted sabe lo que costó que esta Biblia llegara a sus manos? ¿Sabe cuánta gente murió para que usted la pudiera leer? ¿Sabe cuánta gente tuvo que huir, dejar sus familias para que esta Biblia llegara a nosotros? Tiene que nacer aprecio en tu corazón por las cosas. Piensa en la iglesia, mira esas sillas en las que estás sentado. Recuerdo que reclutamos como a cincuenta jóvenes para colocar fachaleta en la iglesia, y en una de esas, me senté, y empecé a ver cada fachaleta y Dios me habló a mi corazón y me dijo: Esta iglesia no está construida por block ni fachaleta, sino que cada una de esas representa el corazón de cada uno de los que están aquí.

Te quiero abrir los ojos y que aprecies algo. ¿Cuánta gente en Latinoamérica y en el mundo entero tiene la oportunidad de venir y escuchar al pastor Cash los domingos? Para que sepas, la página de Internet tiene 2.5 millones de visitas. El host donde nos atiende en EEUU no aguantó la carga de visitas, tuvimos que cambiarnos a otra. ¿Será que hay bendición? ¿La estás apreciando, estás dispuesto a dar lo mejor de ti? ¿Cuánto te ha perdonado Dios? La gente cuando va al Encuentro y se siente consciente de lo que Dios ha hecho en su vida, quiere ir y tener intimidad con Dios, quiere buscar autoridad. Hoy vamos a salir de aquí creyendo en que vas a amar a tu familia. La gente que menosprecia son aquellos empresarios que no atienden a sus pequeños clientes porque no representan nada, olvidando que detrás de una recomendación, viene una excelente venta. ¿Cuántos de ustedes son empresarios? ¿Cuántos son empleados? Empiece a menospreciar su trabajo, a llegar tarde, ¿qué le va a ocurrir? Lo mismo que a Esaú.

El aprecio es una llave, abre puertas. El menosprecio las cierra.

Hebreos 12:15
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. Porque no os habéis acercado.

El aprecio es una llave, me hace entrar a otras dimensiones, penetrar a otros lugares. El aprecio lo que hace es acercarnos.

22-25 Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.

En aquel entonces, cuando la gente se quería acercarse a Dios, no podía, sólo el sumo sacerdote podía entrar a la presencia de Dios. Y se levanta Jesús, creyendo, rasgando el velo para que nosotros pudiéramos entrar. Pero eso ya es normal para nosotros, porque lo hemos oído varias veces. Usted no se ha dado cuenta de lo que Dios logró hacer. Una de ellas a la iglesia de los primogénitos inscritos en los cielos. Cuando tenemos aprecio, tenemos acceso a la iglesia de los primeros inscritos, puede entrar a la presencia de Dios.

Si tiene aprecio, tiene acceso a Jesús y a la sangre rociada. Le voy a pedir que cierre sus ojos en este momento, y vamos a hacer algo: quiero que piense en qué cosas ha menospreciado. Puede ser la relación con su esposa, y usted piensa que ella siempre va estar ahí. Lo único seguro que tenemos en la vida, es la muerte. Si ha menospreciado a su empleado, sus negocios, qué feo es estar a la par de alguien que menosprecia. ¿Ha conocido gente que menosprecia a su esposa? La tiene toda descuidada. ¿Ha conocido gente que anda de empleo en empleo porque nadie lo quiere? ¿Ha conocido empresas que han quebrado porque se menosprecian? ¡Abra sus ojos el día de hoy y valórela! Enséñame a contar los días. Usted podría pensar que es la persona más desdichada, pero desde el momento en que usted camina, tiene manos, es una persona dichosa.

¿Qué pasa cuando pierde algo? Lo está buscando como loco, y qué pasaría si en algún momento, llega a aparecer y ahí donde no buscó, ahí estaba. ¿Cómo se pone? Contento. El Señor lo ha estado buscando a usted, tiene aprecio por usted.

Señor, llena mi vida de aprecio, quiero recuperar lo que me has dado. ¿Quiere saber si está valorando algo? Cuando uno valora las cosas, uno regularmente da gracias por ellas. ¿Por qué cosas da gracias a Dios todos los días? Eso es lo que usted valora. ¿Da gracias por su esposa? ¿Por su esposo? ¿O se queja de ellos? Es cuestión de tiempo para que muera y pueda apreciar palabras, cariño.

Respire, quiero que sienta el aire en sus pulmones. Ahora, ¡dé gracias al Señor!

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