09 de noviembre de 2006
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Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Primer principio: Hacer su voluntad
No hacer uso de la Palabra para hacer mi voluntad, sino que Dios haga uso de mí para hacer la suya. Mucha gente cuando ve los ministerios grandes, quiere eso, la bendición, en lugar de querer hacer la voluntad de Dios. Hemos llegado aquí por negarnos a nuestros propios sueños y tener los de Dios. Hoy son líderes porque un día su servidor no decidió hacer su voluntad, sino la del Padre: hacer discípulos. La unción está repartida por todos lados, está delegada. Al hacer su voluntad, vino el crecimiento y los discípulos. Si como líder quieres hacer tu voluntad y únicamente satisfacer tu necesidad de predicar, en lugar de satisfacer el sueño de Dios, con razón tu grupo no crece. Dios no da crecimiento a cualquiera, sino a cierto tipo de personas. Debes de menguar y morir a muchas cosas tuyas, a tus propios conceptos, a tu propia voluntad. Si lo que quieres es que la gente necesitada sea satisfecha, si quieres verla crecer, tu grupo va a crecer. Haz la voluntad del que te envió, del Padre. Negarse uno a la suya para hacer la de El es un éxito rotundo. El Señor me dijo: “Las ovejas están dispersas, sin pastor, pastorea”. Yo quería ser evangelista, pero el Señor me mostró otra cosa. Yo me metí al modelo por pura obediencia, no por ser estratégico.
Algunos se visten de ovejas en las iglesias, pero por dentro son lobos rapaces. Un lobo es alguien que se come a otros, no alguien que los cuida. Por sus frutos los conoceréis. Muchos ministerios creen que pueden serlo sin cuidar a nadie. La voluntad de Dios es que hagamos discípulos. Hay mucha gente que quiere hacer milagros, pero no quieren cuidar a nadie. Los falsos profetas están entre las ovejas. Hay quienes quieren tener el don de hablar, predicar, pero luego se olvidan de cuidarlas, discipularlas. Haz la voluntad del Padre. Jesús vio a la gente y tuvo misericordia. Dijo: “Están como ovejas sin pastor. Ustedes deben pastorearlas”.
Les voy a contar una experiencia sobrenatural. Yo estaba metido buscando la presencia de Dios y tuve un sueño. Ahí fui llevado a una casita color blanco y había ángeles adentro. Cuando entré, vi que el piso era de madera, era una casa vieja. Y uno de los seres angelicales me dijo: “¿Está bien esto para tu iglesia?” Yo le dije: “Esto no me gustaría para mi iglesia, está muy pequeño y viejo”. Así le contesté. Cerca de un lugar donde yo trabajé, había una casita como la de mi sueño. Empecé a caminar, y había un camino corto por el cual seguir, pero no pude pasar, así que me fui a dar toda la vuelta. Cuando llegué, esa era la misma casa de mi sueño. El Señor me dijo: “El camino de tu ministerio será largo, porque estoy casando de la gente que no tiene fruto”. Entendí que pasaría años poniendo cimientos en mi vida para poder tener lo que Dios me iba a dar. Pero mucha gente cree que como los dones son instantáneos, no dan fruto, les falta carácter, paz, templanza, mansedumbre. El fruto del espíritu no es dejar de beber o fumar. El poder de Dios no produce el fruto, sino la obediencia, hacer su voluntad.
Tú estás en tu grupo para amar, aunque nadie te ame. El fruto del espíritu no es ser amado, sino amar. Según el nivel en el liderazgo, así es el ataque que recibes. Dios te va a exigir madurez a todo nivel. A veces subes el nivel, pero dejaste tirado el carácter.
Segundo: Buscad primeramente el reino y su justicia y todas las cosas serán añadidas
Cuando llegaste a Cristo, lo hiciste buscando algo: prosperidad, restauración, sanidad, etc. Todo esto te lo dio alguien. Hay que operar bajo los principios del reino de los cielos que este mundo no entiende, pero funcionan. Recibimos ataques por estos principios, porque hay valores. Tú escogiste vivir de acuerdo al reino donde Jesús es tu Rey, no sólo tu Salvador, y no el de los hombres. Cuando lo recibes para perdón de pecados, El es tu Salvador; pero cuando le obedeces en todo, es tu Señor. No hay cosa que se pueda comparar a vivir en obediencia.
Tercera: Ama a Dios sobre todas las cosas
A los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien.
Jesús decía: “Todo lo que tiene el Padre es mío”. Busca a Jesús de todo corazón y las cosas te serán añadidas. Aprende a vivir por la añadidura que Dios da. Dice la Biblia en Filipenses, que cuando Pablo estaba preso, aunque estaba en esa situación, decía que no se avergonzaran de él ni del evangelio, porque había quienes predicaban por envidia. Dios es un Dios de recompensas. La gente ve la añadidura que nos ha dado a algunos y por eso quieren predicar también. Pero Dios mira los corazones, sabe a quién da y a quién no. El no es un Dios de igualdad. A uno le dio diez talentos, a otro cinco y a otro uno. Dios es real, mira y recompensa. Cuando predicas no buscando la añadidura, Dios te va a prosperar. Tarde o temprano Dios recompensa a quien hace bien las cosas. Si haces bien las cosas, te conviertes en ese hombre de los cinco talentos y produces otros cinco. Normalmente, el frustrado le hecha la culpa a Dios, pero El lo había bendecido. Hoy critican a los que producen, no a los que no. Dios nos va a usar como una iglesia bendecida.
Nunca escuchas difamación para todos los que no lo logran. Tenemos que hacer las cosas bien hechas en el reino de los cielos, no importando lo que digan.
Deuteronomio 8:11-18 Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres, se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua del roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su paco que juró a tus padres, como en este día.
Cuarto: No olvidarte que fue Dios El día que nos olvidemos que ha sido El, estamos en serios problemas.
Una de las señales de que te olvidas que El es Dios, es que dejaste de cumplir sus mandamientos, dejaste de buscar su reino y empezaste a establecer el tuyo. El problema no son las cosas, ni el oro, la plata, no es todo lo que tengas en mente, sino si el corazón se enorgullece. Pero si tu corazón logra soportar eso, El te da eso y más. Tienes que aprender a ver como Dios ve. El dijo que te cuides. Si tú tienes un hijo obediente y tú tuvieras de todo, ¿qué no le darías? Si nosotros siendo malos, no seríamos capaces de negárselo, ¿cuánto más Dios?
Recuerda dónde estabas, de dónde te sacó Dios. Todo el que está metido en pruebas, no abandone los caminos de Dios, porque al final de éste, lo está esperando todo el bien que Dios le quiere dar, cuando el carácter haya sido formado. Hay quienes murieron en el desierto, y ni vivieron bien ahí ni entraron a la tierra prometida. La gente cree que sólo el desierto hay que aguantar, pero hay que seguir hasta el final.
Dios da las riquezas, hazlas, a no ser que creas que es por tus fuerzas. No te olvides, acuérdate que fue Dios el que te las dio. Hay dos peligros: cuando ya las hiciste, puedes decir: “fueron mis fuerzas”; pero si no las haces, es porque estás creyendo que es con tus fuerzas, entonces estás igual que el otro, lo único que nunca las llegas a ver. Al que ya las hizo no se le tiene que olvidar que fue Dios, pero el que no las ha hecho tiene que pensar que es Dios el que las da, no es por sus propias fuerzas. Si crees en un pacto que El juró y por eso te da el poder para hacerlas, eso es otra cosa.
Tiene que haber un pensamiento creativo en alguien para poder hacerlas. Cuando estaba yo enseñando a pastores del poder de lo pequeño a lo grande, les pedí que sacaran un billete. Les dije: “Adentro de éste hay varios iguales, pero los tienen que sacar”. A los siete días, uno de ellos mandó doscientos quetzales. Yo pensé “bueno, sacó uno más”, pero era el diezmo. Y me dijo: “falta, porque tengo cuentas por cobrar”. Si para Dios la riqueza no es importante, ¿por qué lo jura en un pacto y lo confirma? Hay que averiguar para qué son.
Mateo 7:12 Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Quinto: Hagan a los demás lo que quieren que les hagan a ustedes
Esta es una de las enseñanzas más importantes de toda la Biblia. Si usted quiere leer toda la ley, y no todos los profetas, se la puede ahorrar. Todo está resumido en esto: “pedid y se os dará; buscad y hallaréis; tocad a la puerta y se os abrirá”.
Si quieres recibir, da; quieres perdón, perdona; quieres misericordia, tenla. Todo el pasaje habla de las cosas que podemos pedirle a Dios como nuestro padre. Al final, lo resume con que tenemos un Padre bueno, que le pidamos y nos dará; que lo busquemos y lo encontraremos. Jesús vino a simplificar las enseñanzas que los profetas dieron. No se dejen engañar por doctrinas que vienen y van. Lo que quieras tener, dalo; lo que quieras que te hagan, hazlo. Ese es el resumen. A mí me duele que hay gente que no crea que a Dios se le puede pedir como un buen Padre. Hablan de paternidad y no tienen padre.
Hacer a los demás, lo que quiero que me hagan.
No olvidarme que es Dios. Ser agradecido con Dios. Sabemos que es Dios. Tú estás aquí porque Dios te trajo; esta construcción está, porque Dios la hizo; la gente sana por el poder del Señor Jesús. Es la gracia y el favor de Dios. Fue El quien tocó tu corazón.
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El exterior de las personas puede provocar una opinión errónea, pero un verdadero adorador sabe que Dios ve su corazón, aunque la gente vea tan solo su apariencia, porque las apariencias engañan.
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