06 de febrero de 2007
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Dice la Palabra: “En Dios haremos proezas”. El Salmo 150 dice: Lo alabamos por sus proezas. Dios hace sus proezas y yo debo hacer las mías. La palabra “proezas” que se usa para decir que Dios las hace es distinta a la que se usa para decir que yo las hago. Nosotros no tenemos ningún problema con Dios, sino con el carácter de los hijos de Dios. Él hace proezas, Él provocó un diluvio, ¿de quién fue la proeza? De Dios. Pero Noé hizo el arca, ¿de quién fue la proeza de hacerla? De Noé. Si Dios hubiera hecho el diluvio y Noé no hace el arca, nadie se hubiera salvado. Dios tiene que hacer proezas, pero también nos ordena a hacerlas a nosotros.
Noé tuvo que vencer muchas cosas. Para empezar, si nunca había llovido, no sabían lo que esto significaba. Dijo que iba haber un diluvio, pero ¿qué era eso? Ellos no lo comprendían bien. Noé tuvo que vencer ideas en su mente sobre el límite que rompería Dios para luego, romper su propio límite. Todos tenemos límites. Los hermanos Wright, como todo ser humano, sabían que no podíamos volar; sin embargo, rompieron los límites e inventaron un avión. El papá de ellos era pastor, y decía que si Dios hubiera querido que voláramos, nos habría dado alas. Ellos pensaron en conseguir unas para poder volar. Dios nos dio la inteligencia, debemos romper los límites de nuestra mente.
Proverbios 23:7
Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Uno es lo que uno piensa. Henry Ford inventó el modelo T, una planta de producción en línea para carros, porque creyó que todos los hombres eran dignos de tener uno. En los inicios de esta empresa, se supervisaban los matrimonios, y se iba a las casas para controlar que nadie tomara, trataban de mantener la moral de los empleados.
Hay una expresión que dice: “Piensa que puedes y piensa que no puedes; en ambos casos tienes razón”. Tú decides qué pensar; tú piensas lo que quieres. Tienes voluntad sobre tus propios pensamientos. La primera cosa que hay que vencer es el pensamiento, que te dice cuáles son tus limitaciones.
Como les contaba en otra ocasión, de aquel joven ciego que quería seguir escalando montañas y su papá no se lo negó. Logró escalar el Everest sin ver, solamente siguiendo las pisadas y la voz de su padre. El asunto es, ¿qué pensó este hombre? Otro ejemplo es ese hombre que sin brazos trabajaba en la CIA y además, era pitcher del equipo de softball. No tenía brazos, pero algo tuvo que pensar que no estaba pensando el resto. El dijo: “No tengo brazos, pero ¡quién dice que no tengo pies!”. Estas personas estaban pensando algo que los demás no han querido pensar. Para romper tus límites, debes pensar de otra forma, porque si se pudiera de la forma que has tratado, ya lo hubieras podido hacer. Tenemos que romper los límites, pensar distinto, diferente. Si puedes pensar dormido, sigue pensando. Porque Dios no le va a dar ni un solo pensamiento al que no está pensando.
Segunda cosa que hay que romper son los sentimientos. Es la cosa más traicionera que yo conozco. Pero todos andamos viendo cómo nos sentimos. Hay momentos en que no se trata de sentirnos mejor, sino de hacer las cosas. Si los sentimientos nos van a guiar, ¿cómo vamos a romper algún límite? Sentimientos de rechazo, de aceptación o no, de inferioridad, de falsa humildad, de inseguridad, de presión. Nadie puede romper los límites si quiere huir del sentimiento de presión. Porque ¿cuando va a romper un límite en su vida si el sentir presión es inevitable? Hay gente que entra a concursar, dándose por vencido; que inicia el partido, creyendo que ya perdió. Porque para estas personas, es mejor abandonar una situación o un reto, que sentir la presión de tener que ganar. Si no sabes manejar la presión, no vas a poder romper tus límites. Cuando descubras el poder que hay en la Palabra de Dios y dejes esos sentimientos ridículos que sólo tú te has metido o alguien te dijo algo que quedó en tu corazón, vas a romper tus límites.
Somos hijos de Dios, hijos del Altísimo, y nadie te puede hacer sentir mal o de menos si tú no se lo permites. Los sentimientos nos engañan. Piensas en cómo te ven los demás, cómo te critican. Si no tienes, te tratan como “el perdedor”; si eres capaz y esforzado, eres el “nerd”. Se cumple lo que Jesús dijo, no vas a quedar bien con nadie que no te ame, te respete y te quiera. No importa qué te hagan sentir, esos sentimientos hay que manejarlos. El sentimiento de seguridad es muy importante. ¿Cómo lo desarrollamos? Haciendo cosas pequeñas con excelencia; no pases a una más grande si no has hecho la primera bien. Ese sentimiento viene de una práctica. Nuestros pensamientos generan sentimientos; éstos, acciones; éstas, hábitos, y éstos, carácter.
Di: “Yo soy un hijo de Dios, voy a pensar como un hijo de Dios y voy a sentir como un hijo de Dios. Amén”.
Si quieres romper el límite, debes hacer lo que dice el Salmo 126: Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Dios me hizo libre para soñar. El problema es que mucha gente es libre de las drogas, el alcohol, etc., pero luego, ya no sueña. Pero el Salmo dice que seremos como los que sueñan. Nadie que es esclavo de un mal hábito puede soñar. Si tú eres esclavo del sexo ilícito, no puedes soñar con un buen matrimonio, es un tormento pensar en qué momento te agarran con la otra o el otro. Si eres drogadicto, tampoco, pues vas a destruir todo. Nadie que se mete a un mal hábito o que lo practica suele soñar como soñamos los que tenemos buenos hábitos. Si tienes el hábito de honestidad, de decir siempre la verdad, sueña; seguramente, se van a lograr. Si estás estudiando, sueña en bendecir a tus padres. Pero el que no estudia y es un vago, ¿qué va a sonar? Sólo con que no lo echen del colegio. No podemos soñar a menos que seamos libres. Y si lo somos, ¿por qué no soñamos? Que nada ni nadie robe tus sueños, ni tú mismo. Si tienes el hábito de la pereza, de llegar tarde, tienes que hacer una de dos cosas: O cambias tus hábitos por buenos, o dejas de soñar. Porque no vas a soñar con una vida exitosa, si llevas una vida desquilibrada.
Recuerdo que cuando entré a practicar con la selección de voleibol, nos ponían a dar la vuelta en el Mateo Flores haciendo “sapillos”, y el que se esforzaba más era yo, pues no me habían llamado aún para ser parte de la selección. Los demás que ya estaban seguros, no se esforzaban en hacerlo correctamente. Todo iba bien hasta que midieron el salto de cada uno. Cuando lo hicieron, sacaron a algunos y a mí me dejaron dentro. ¿Por qué? Se llama buen hábito. Quiero que medites en qué hábitos tienes de alimentación, de ejercicio, de búsqueda del Señor. Dime cuáles son tus hábitos y te diré cuáles serán tus sueños. ¿Crees que si yo fuera un pastor que derrochara lo que entra, estaría soñando con el nuevo templo? No. Pero como lo hemos hecho bien, en orden, podemos soñar.
Estamos por empezar el quinto servicio. Me toca romper nuevos límites, porque el trabajo también es físico. Di: “Voy a tener buenos hábitos, sentimientos y pensamientos”.
Debes de dejar el pasado, porque sino, no vas a romper los límites. Nadie que ve para atrás, maneja para adelante. ¿Ha probado manejar viendo por el retrovisor? Ya te hubiera matado. Uno sólo puede manejar la vida viendo hacia delante. En Isaías 54 dice: No temas, porque no serás avergonzado, aun los pecados de tu juventud, no los recordarás. Arrastrar el pasado no nos va a dejar tener un mejor futuro. El pasado se quedó atrás. Estamos aquí por la misericordia de Dios. En lo particular, trato de dar lo mejor que puedo como pastor; sé lo que depende de su servidor. Como lo mejor que puedo, hago todos los ejercicios que puedo, cuido mi mente, mis sentimientos de todos los ataques que nos hacen, para mantener un corazón, mente y sentimientos sanos, porque sino, no pudiera soñar. Dejo mi pasado atrás.
Quiero que pienses en algo: Estoy consciente que muchos de los sueños que ustedes tienen dependen de los que yo tengo, porque yo sueño con ver a su familia para Cristo. Las cosas que te digo no las puede cambiar el gobierno, pues ¿qué puede hacer para que no andes con complejo de inferioridad? ¿O qué puede hacer con tu pasado? El gobierno hará lo suyo y lo tiene que hacer bien, pero mucho de lo que nos pasa tiene que ver con nuestra actitud para vivir y debemos de aprender a hacerlo cada día mejor. Rompan sus límites. ¿Qué es lo que te impide ser el primer profesional de tu familia? En tu familia no existe ningún millonario, pero tú puedes ser el primero. Tú puedes romper los límites. Se necesita un Tomas Alba Edison en todo lo que hacemos; deja tu pasado atrás, lo que te hicieron, te dijeron, te pasó, porque eso te impide soñar. La Biblia dice que te olvidarás del pecado de tu juventud.
Les puedo dar la lista de todas las cosas por las cuales yo nunca debí salir adelante: Vengo de una familia disfuncional, no tenía dinero, no me dejaban entrar a círculos de la sociedad, etc. Le puedo enumerar muchas cosas, mi pasado fue malo. En cuestión de carácter, creí que nunca me iba a casar. Era tan enojado, que cuando estudiaba y no se me quedaban las cosas, me arrancaba el pelo con la mano. En cuanto a soledad, yo creía que nadie me amaba; tenía un perro y pensaba que sólo a él le importaba. Pero rompí mis límites.
Escribe todas las cosas que crees que pudieran detenerte, y luego rompe el papel. Nada de eso puede detenerte, porque ¡en Dios haremos proezas!
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