30 de mayo de 2009
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Lucas 24:15-21 comparte: Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.
Este pasaje nos habla de cómo el pueblo de Israel no cambió a pesar de la resurrección del Señor. Él vino a redimir corazones pero encontró resistencia. Es importante comprender que el cambio depende de nosotros. La promesa de redención es para cada uno, tómala y no la desperdicies.
Corazón dispuesto a cambiar
Hechos 16: 6-15 relata: Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio. Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.
Pablo tuvo un encuentro con Jesucristo y cambió de forma sobrenatural. A partir de ese momento fue guiado por el Espíritu Santo quien le decía dónde debía ir. Ahora nos sucede igual. Deja que el Señor oriente tu camino, nada es casualidad, aunque algunas veces no comprendas porqué tus pasos te llevan a cierto lugar o al encuentro con determinadas personas, si estás con el Señor confía en que Él guía tus pasos.
Lidia era una mujer profesional que adoraba a Dios y en ese momento abrió su corazón. A veces no comprendo porqué es necesaria esa apertura cuando ya tenemos abiertos los ojos y el entendimiento. Pero el Espíritu Santo me aclara que el corazón cerrado por ofensas, tristezas, cóleras o enojos endurece toda nuestra voluntad y nos hace vulnerables a influencias negativas. Así como Lidia, debemos comprender la Palabra pero sólo con un corazón blando y dispuesto podremos lograrlo.
Corazón protegido
Proverbios 4:23 dice: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
El crecimiento espiritual y material depende de lo que guardamos en el corazón. Si no crecemos más es porque algo no está bien dentro de él.
Proverbios 23:7 complementa: Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.
El Señor toca nuestros corazones, transforma, cambia y renueva si le permitimos hacerlo. Analiza tu interior, busca la presencia de Dios para descubrir porqué piensas y sientes que todo en tu vida es negativo. Muchas veces esto sucede porque conectas tu corazón con tu mente y dejas que te domine. Si tienes malos pensamientos tendrás malos sentimientos y llenarás tu corazón de amargura. Por el contrario si estás lleno de las promesas y amor de Dios nada te turbará y podrás compartir toda esa bendición a tu alrededor. Lo que sucede en tu corazón se refleja en actitudes y forma de actuar.
Protege tu corazón. Llénalo solamente de cosas positivas y buenas porque es como una caja fuerte donde se guarda solamente lo más preciado y valioso. No lo llenes de la basura del resentimiento y dolor que limitarán los frutos de tu existencia. El pastor Cash dice que la vida no que mide por años sino por logros. De nada sirve tu fe sin pruebas palpables que confirmen la herencia de salvación que posees. Para realizarnos necesitamos logros que obtendremos con un corazón dispuesto y abierto al Señor. Sólo donde hay vida hay crecimiento.
Un tesoro en tu interior
Lucas 6:45 dice: El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Si te expresas mal y atiendes a cosas inapropiadas pide al Señor que te de dominio propio. Dice la Biblia que los ojos nunca se sacian, así que de ti depende con qué llenas tus sentidos, mente y corazón. Una persona amorosa tiene a Dios en su interior. Sólo se puede dar lo que se tiene.
Tu corazón es como un cofre de tesoros. Si las actitudes, palabras y pensamientos son malos es porque has guardado basura en tu él. Recuerda que los deshechos huelen mal y corrompen todo lo que tienen alrededor. Aunque sea difícil porque tienes años guardándola, debes eliminar toda esa basura de tu interior. Mentir, robar o tener malas costumbres tal vez es más cómodo pero hace daño y no vale la pena darles cabida en ese lugar tan preciado. Todo lo que no construye debe salir fuera. La basura tiene su lugar y no es dentro de ti.
En Filipenses 4:8 leemos: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Cuando logres eliminar lo que corrompe, podrás encontrar y utilizar la herencia espiritual que estaba debajo de lo malo. De la misma forma como tu herencia genética te ha dado rasgos físicos, tu herencia sobrenatural fundamenta las maravillas de tu Padre Celestial. Búscala en tu interior y cultívala rodeándote de las personas adecuadas que puedan ayudarte a fructificarla, como tus líderes y pastores. Personalmente he recibido la herencia de la consolación, el perdón y salvación, además de la sanidad y bendición de tener un compañero amoroso y fuerte con quien he construido un sólido matrimonio en el Señor. Todo me fue revelado durante la última noche de un retiro de seis días donde Dios abrió las puertas de mi corazón y supe que me amaba. Estoy segura que todos tenemos testimonios de la obra del Padre. Él nos ha demostrado de muchas formas cuánto anhela habitar en nuestro corazón. No le niegues la entrada.
Exalta Su nombre tomando tu herencia espiritual. Usa lo que Dios te ha dado para ver los milagros en tu vida. Atesora solamente aquello que vale la pena.
Frutos del corazón
Romanos 14:17 nos comparte: porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Para lograr justicia, paz y gozo, frutos de un corazón sano y limpio debes ser constante en tu aproximación al Señor y su ministerio. No te resistas a su amor. Pídele que saque a luz lo bueno que tienes dentro. Elimina de raíz todo lo que pueda podrir tus sentimientos. El Espíritu Santo te ayudará a hacerlo si le pides restauración. Acércate al Señor que te limpiará de toda impureza y te convertirá en una persona capaz de agradecer y adorarle. Pídele dominio propio y pensamientos renovados para poder ser luz en las tinieblas. Él obrará en tu vida si dejas que reine en tu corazón.
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