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Acelerando los tiempos 2

22 de enero de 2017

Tiempo de lectura: 13 minutos

Cumplir los tiempos es algo que todos buscamos. Somos hijos de un Padre que tiene el control del espacio y del tiempo. La Palabra dice que Dios envió a Su Hijo cuando vino el cumplimiento del tiempo y fue el cambio más grande en la historia de la humanidad. Jesús nos trajo perdón y salvación por medio de la gracia[1]. Para que eso sucediera, hubo que esperar, pero sucedió, y esa gracia de Dios es también la que nos habilita para realizar todo en la vida. Cuando la gracia del Señor obra, las puertas se abren y los que detenían las bendiciones se apartan. Llega el tiempo cuando el favor de Dios crecerá en tu vida y todo fluirá a tu favor.  ¡Este es el año de mayor gracia y favor para ti! En este tiempo comprenderás que lo que la gracia abre, nadie lo puede cerrar, pero ha sido necesario tener paciencia. Te bendecirán incluso quienes no te aceptaban.

¿Qué detonará toda esa gracias y favor? La fe y paciencia que hayamos demostrado, incluso en medio de las dificultades, porque el Señor nos pide que tengamos mucho gozo cuando enfrentamos diversas pruebas[2]. ¿Quién es feliz en medio de los problemas? ¡Nadie! Uno dice: “Cómo me gozaré si estoy bien complicado con todo”. Es una locura, pero mantener el gozo en todo momento es una muestra de fe porque demostramos seguridad en que la obra será hecha. Muchas veces, abortamos proyectos por impaciencia, por ansiedad de ver resultados rápidos, pero acelerar no siempre es la decisión correcta, ya que más bien los tiempos podrían extenderse. Vivimos en una sociedad que nos presiona para ser impacientes. Las personas se enojan porque no les respondemos un chat al instante. Podríamos decir que esta es la época de la constante interrupción y la prisa. Ya no se dice buenos días o buenas tardes, sino que se va directo al grano y se exige una respuesta inmediata. Si nos dejamos capturar por la impaciencia, solamente nos angustiamos y no resolvemos nada. Dios continúan igual, Él no se apresura por nuestra impaciencia; Sus promesas se cumplirán en Su tiempo.

Cuando Lázaro, el buen amigo de Jesús, enfermó, las hermanas le enviaron un mensaje. Casi se puede decir que lo presionaron con la frase: “El que amas”, que realmente quería decir: «Sal corriendo, tu amigo puede morir”. Y Su reacción fue quedarse dos días más donde estaba[3].  Además, aseguró que esa enfermedad no era para muerte sino para que Dios fuera glorificado.

Cuando Jesús llegó a casa de Lázaro, Marta no salió a glorificarlo y bendecirlo, salió a confrontarlo, a culparlo de la muerte de su hermano porque Él no llegó a tiempo[4]. Esos dos días que Jesús se tomó antes de llegar fueron determinantes. Ahora también lo son, porque ese tiempo que parece “retrasar” el cumplimiento de algo es fundamental para que puedas ver la gloria de Dios en tu circunstancia. Jesús va a cambiar tus planes para bien. Él sabe manejar la presión y desea enseñarnos a controlar nuestra impaciencia, porque el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad, es decir que comete graves errores.

Jesús dijo que la enfermedad de Lázaro no era de muerte, pero murió, así que llegó a resucitarlo, y no se resucita lo que no ha muerto[5]. ¡Es confuso! Pero es parte de la vida recuperarnos de las confusiones y perseverar en la fe. Yo también me he sentido confundido. Me sucedió cuando Dios me mostró el terreno para construir el nuevo templo; hicimos la negociación y luego no se logró concretar la compra. Sin embargo, ahora entiendo que Él tenía un mejor plan y estamos agradecidos porque nos respaldó para obtener un mejor lugar y construir una buena obra para Su gloria. Él resucitó el proyecto que yo pensé que estaba muerto, aunque para Él, tenía mucha vida. El Señor está a punto de levantar aquello que para ti parece muerto; solo espera en Él y gózate de esa victoria.

Debemos ser inteligentes, sabios, entendidos en el “timing”, como la Biblia dice que eran los hijos de Isacar[6]. Claro que no es fácil. Yo era desesperado; como decía mi mamá, era “siete oficios catorce necesidades”, emprendía mucho, pero no tenía paciencia para perseverar. Me encantaba iniciar cosas y me tocó formar carácter para terminarlas. Dime si no es cierto que enero es el mes de los comienzos; todos inician algo, hacen planes, especialmente la dieta, pero pocos llegan a febrero con la misma convicción. Para perseverar, nuestra emoción debe estar al nivel de nuestra fe, no al contrario. Cuando el Señor me llamó al ministerio, me dio un sueño. Me veía en una colinita, había una casa blanca de madera, vieja y chiquita. Yo me veía corriendo y buscando un extravío, entonces, escuché una voz que me decía: “Ese no es el camino”, pero me fui por allí, llegué rápido, entré y sentí que un pie se hundió en una duela quebrada. Apareció un ser vestido de blanco que me dijo: “¿Te gustaría esto para tu iglesia?” Como le dije que no, me respondió: “Entonces, aprende a caminar el sendero largo porque el camino a tu ministerio será largo. Estoy cansado de los siervos sin fruto, quiero siervos con fruto y eso solamente se logra con el tiempo”.

En 1984, vino Luis Palau a Guatemala. Al terminar de predicar en el estadio nacional, yo me quedé un rato más y pregunté: “Señor, cuándo usarás a un guatemalteco de esa forma”. En 1999, dieciséis años después, estaba en la primera cruzada de milagros. Tuve que esperar, pero sucedió. Lo mismo fue con mi proceso como predicador. yo era muy impaciente, quería predicar ya, así que fui al zoológico La Aurora y tuve que predicar al aire porque solo llegó “nadie González…nadie Pérez”. Desesperado por compartir el mensaje, me fui donde estaban los juegos mecánicos y allí sí me tuvieron que escuchar los padres que esperaban a sus hijos. Los motivaba a recibir a Jesús en su corazón. Recuerdo que un hermano misericordioso me dijo: “Va bien, siga con esa pasión”.

Todos los proyectos que he desarrollado han requerido paciencia. Con el libro, por ejemplo, comencé a escribir el primer capítulo diez años antes de que se publicara. Muchos predicadores estaban distribuyendo sus libros, y editoriales se me acercaban, pero yo esperé. Cuando finalmente salió, fue premiado durante cinco años consecutivos como el mejor libro cristiano escrito por un hispano. De la misma forma sucedió con el programa de tv, la construcción del templo, las redes sociales y la radio. Ahora, somos el canal cristiano de YouTube con más seguidores. Aprendí a tener paciencia, a identificar los tiempos correctos y Dios ha sido bueno.

No hay peor cosa que adelantarse al favor de Dios. Saúl perdió su reinado, no por adúltero o fornicario, sino por adelantado. El profeta no llegaba y él, desesperado, hizo lo que no le correspondía. Pidamos al Señor que nos dé paciencia, así como Él tiene paciencia con nosotros. ¡La impaciencia arruina tantas cosas! Incluso en la peor circunstancia, Jesús está sereno, en total control y no te dejará solo.

Declaramos que los tiempos de bendición se aceleran[7]. El tiempo se acelera para el que espera, pero se alarga para el que desespera y quiere arreglar todo con sus fuerzas. No te preocupes, cuando se cumpla el tiempo, sucederá, lo que tus fuerzas no lograron, la gracia de Dios lo hará; pasarás de un estado muy malo a uno muy bueno, de la noche a la mañana, por la gracia del Señor. Cosas que parecían perdidas se van a recuperar, cosas que parecían hundidas van a flotar, cosas que parecían muertas van a resucitar. Pero recuerda que la impaciencia nunca será bendecida por Dios.

David se preguntaba: “Por qué te abates alma mía, por qué te turbas. Espera en Dios”. Nuestro Padre siempre llega a tiempo. Si pasas por momentos de desesperación, si sientes la ansiedad hasta en el cuerpo, pide al Señor que te ayude, que acelere Sus tiempos. Tranquilos, lo que sucede no es para muerte, espera dos o los días que tengas que esperar. Hay cosas que no sabrás si Jesús no se toma el tiempo de formarte en paciencia.

Estar desesperado no arregla nada. Cuando te estás ahogando, un salvavidas te dice que dejes de patalear a lo loco porque se ahogarán los dos. Las emociones son engañosas. ¿Acaso Jesús no dijo a los discípulos que se calmaran en medio de la tormenta? Solo Él puede darnos esa paz que sobrepasa todo entendimiento en medio de las tormentas. Si puedes ser paciente, recibirás muchas bendiciones. Cuando tengas dificultades, llora, pero que la tristeza no se lleve tu fe. Luego llénate de optimismo. Llorar no resuelve el problema, pero sana tu corazón. Espera en Dios, alábalo, adóralo con todo tu corazón, deja la preocupación y entrégate a Él para que haga Su obra en tu vida.


[1] Gálatas 4:4-7: Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

[2] Santiago 1:2-4: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

[3] Juan 11:3-6: Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.

[4] Juan 11:20-21: Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

[5] Juan 11: 43-44: Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

[6] 1 Crónicas 12:32: De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.

[7] Amós 9:13: He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.

 

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