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Confundido, pero totalmente confiado

Confundido, pero totalmente confiado

20 de enero de 2019

Tiempo de lectura: 5 minutos

Es normal que todos pasemos por momentos de confusión y suele pasar que entre más Palabra hemos recibido y entre más sabemos, más nos confundimos.

Cuando recibí el llamado del Señor estudiaba en la universidad, estaba por graduarme y en esos días me hicieron una oferta laboral muy interesante en una empresa de tecnología. Cuando fui donde mi pastor a darle la noticia me dijo que si iba a ser pastor de una iglesia, la iglesia me iba a requerir por completo; entonces me confundí, pues ya no sabía si quería ser pastor o parte de la fuerza laboral; por lo que mi esposa me dijo “Si Dios te llamó, Él te ayudará en donde quiera que estés, así que haz lo que más te gusta y Él no te abandonará”, y así fue, porque Dios no me ha abandonado a pesar de mis momentos de confusión.

Que nos confundamos no debería hacernos desconfiar de Dios, ya que la confianza que tengamos en Él es lo que siempre nos sacará adelante. El parto de mi hija Ana Gabriela tuvo complicaciones. Cuando iba a nacer, los doctores nos dijeron que la niña tenía algo que ellos llaman “sufrimiento fetal” y el cordón umbilical enrollado en el cuello. La única forma de salvarla era haciendo una cesárea. Nos sentimos confundidos, pero nos armamos de confianza y luego de orar y declarar la sanidad de la niña y de mi esposa, por fin nació bien. En medio de la confusión debimos cobrar confianza.

Solemos tener épocas de confusión, pero Dios tiene planes de bien y no de mal para nuestra vida. Pedro no había pescado nada en toda la noche y de repente experimentó la pesca más milagrosa de su vida, sin embargo la red se empezó a romper, y luego, cuando por fin lograron subir los peces a la barca, resulta que la barca empezó a hundirse. ¿No era la situación tan cambiante como para confundirse? Todos tenemos días en que nos confundimos cada tres minutos y como a Pedro, a todos nos pasa, pero cuando trabajes, hazlo con mucho empeño como lo hizo Pedro aquella noche porque Dios verá tu esfuerzo para bendecirte milagrosamente al día siguiente.

Al mismo Pedro fue a quien Jesús le dio las llaves del reino, incluso cuando en otra ocasión le dijo “Apártate de mí, Satanás”. ¿No es, entonces confuso? Sin embargo, cuando Jesús les declaró a los discípulos que Él era pan de vida, muchos de ellos se apartaron, por lo que el Señor preguntó si se irían también los demás; pero Pedro le declaró que a quién irían si él era la vida eterna.[1] El apóstol tuvo momentos de confusión, pero también momentos de confianza total en Cristo. Aunque haya muchas voces en los medios y en la sociedad atacándote, debes estar seguro de que la Palabra de Dios es vida.

Juan el Bautista, cuando estaba en la cárcel y con su futuro incierto, mandó a preguntar a Jesús si era Él el que habría de venir o si debían esperar a otro. La agonía y la incertidumbre pueden producirte confusión; sin embargo, Jesús, el maestro de la comunicación, no le mandó a decir “Díganle al Bautista que por qué pregunta, ¿acaso él no fue él quien me bautizó y vio lo que dijo mi Padre desde los cielos?”, sino que le hicieran saber a Juan las cosas que habían visto de Él,[2] y eso le levantó el ánimo a Juan.

A Gedeón se le apareció el ángel de Dios para decirle que nuestro Padre estaba con él, pero el israelita le reprochó todo lo que le había ocurrido a su pueblo.[3] Evidentemente estaba confundido, pero en medio de su confusión hizo una declaración de confianza.[4] David reunió un ejército de afligidos, endeudados y amargados,[5] ¿quién no se confundiría de esa forma? Sin embargo aun así, en medio de su confusión, confió y Dios estuvo con él.[6]

Aunque estés confundido, debes estar plenamente confiado. Si tu año no empezó bien, que tu confianza llegue en victoria hasta diciembre. Declara que el Señor será tu amparo, tu refugio y tu defensa, tu castillo fuerte. Verás la bondad de Dios aquí mismo en la tierra.[7]

Dios me mandó a edificar una iglesia y lo hice. Me sentí confundido porque sabía que si la dejaba a medias se iban a burlar de mí,[8] pero como la terminé con la ayuda y la fe de la congregación, ahora algunos me hacen parecer criminal. Esto pudo provocarme confusión, pero jamás desconfié del Señor.

Hasta Jesús se sintió confundido,[9] y cómo no se iba a confundir si, siendo un hombre justo, tuvo que morir entre dos ladrones; cómo no si, siendo alguien que cubría al enfermo y al necesitado, moría desnudo; si siendo un hombre que llevó bendición a muchos moría despreciado en la cruz; no obstante, a pesar de su confusión volvió a su momento de mayor certeza y de la plena confianza cuando se encomendó a nuestro Padre.[10]

Encomiéndale tu espíritu a Dios porque Él no te abandonará y, por más confundido que estés, no desconfíes de Él, y verás que es nuestro refugio y nuestro escudo.


[1] Juan 6:65-69: Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

[2] Mateo 11:2-4: Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.

[3] Jueces 6:12-13: El ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.

[4] Jueces 6:18: Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.

[5] 1 Samuel 22:1-2: Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.

[6] Salmos 27:1-3: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos,
Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.

[7] Salmos 27:10-13: Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá. Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos. No me entregues a la voluntad de mis enemigos; porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes.

[8] Lucas 14:25-30: Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.

[9] Mateo 27:46: Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

[10] Lucas 23:46: Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

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