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Doce generaciones de cristianos

04 de junio de 2017

Tiempo de lectura: 5 minutos

Gracias a Dios, en casa somos más de siete generaciones sirviendo fielmente al Señor y hemos visto que Sus promesas se cumplen. Es impresionante cómo es de enorme ayuda ser una familia fuerte en la fe, porque hemos sido testigos de Su respaldo cuando nos entregamos a Él. En nuestra familia gozamos de buena salud y longevidad. De hecho, cuando nace la siguiente generación, siempre hay un tatarabuelo vivo, así que tenemos la bendición de tener cinco generaciones presentes.

Mis bisabuelos me han enseñado mucho sobre el llamado a servir al Señor. Hay gente que cree que es difícil saber cuál es su llamado, pero en mi familia siempre se ha dicho que si amamos a Dios, a nuestra gente y a las personas, solo debemos hacer lo que vemos que es necesario. Mis bisabuelos así lo hicieron, comenzaron a enseñar, predicar y profetizar, a plantar y edificar iglesias, entonces, su llamado fue evidente. No menospreciemos los pequeños inicios porque Dios tiene un propósito divino para cada uno. Tu llamado será desarrollado, solo sigue sirviendo, ama a Dios y a tu familia. Si no estás haciendo algo para el ministerio, te reto a que preguntes a tus líderes en qué puedes involucrarte; cuando comiences a caminar en esa asignación, encontrarás tu llamado. Y sobre todo, enfócate en obedecer Su mandato de hacer discípulos[1].

Seamos la primera y mejor influencia para nuestros hijos. Mis padres fueron la influencia más grande en mi vida. Me enseñaron el poder de la oración y su importancia. Cuando había dificultad, sabíamos que los veríamos orar; no corrían al doctor, al pastor o al banco, sino que orábamos, le entregábamos al Señor el control y muchas veces fuimos testigos de Su obra poderosa. Milagros sucedieron porque comprendimos y ejercimos el poder de la oración.

Otra cosa importante es preocuparnos por establecer una reputación excelente ya que inspira confianza. Los hijos se sienten respaldados y seguros cuando sus padres son personas honorables que pueden dar la cara con dignidad. Hemos visto trascender el poder de las generaciones que heredan fe y honra. Te garantizo que este será el comienzo de tu linaje y de la bendición de tus generaciones.

¿Cómo logramos educar hijos fieles al Señor? Lo primero es hacer de su relación con Dios una prioridad, desde que son muy pequeños. Hacer que orar, alabar y leer las Escrituras sea algo normal en casa. Que crezcan en un ambiente donde el reino de Dios es parte del entorno, ya que para ellos aceptar lo sobrenatural y el mundo espiritual es más sencillo. Hay que aprovechar esa ventaja. Además, es necesario ser estrictos con ellos a temprana edad. Quienes en verdad aman a sus hijos se preocupan por disciplinarlos[2]. No seamos flojos y perezosos con la disciplina. La Palabra habla de que la vara y la corrección dan sabiduría[3]; veamos que dice: “La vara de la disciplina”, no la de la ira, enojo y crueldad, solo la de corrección sabia y con amor. Los hijos necesitan la fortaleza, la guía, el amor y la sabiduría de los padres para crecer.

Respecto a los adolescentes, debemos ser muy estratégicos con ellos, porque el enemigo también es muy estratégico al buscar cómo robarnos a nuestros hijos, especialmente durante esa difícil etapa. Así que lo mejor es prepararlos desde muy pequeños. Debemos conectar a nuestros hijos directamente con Dios, no a través de nosotros. Cuando intentas enseñar a los adultos a conectarse con el Señor es muy difícil porque ya tienen muchas ideas y conceptos que deben derribar, pero con los niños es diferente, es más fácil. Simplemente se les orienta para que limpien su mente y le pidan a Dios que les hable. Es maravilloso. Entonces, cuando comience la adolescencia con su rebeldía y las hormonas se alboroten, el pensamiento no será: “Seguiré o no al Dios de mis padres”, sino que: “Seguiré o no al Dios que conozco, al que he escuchado, el que ha hecho milagros que he visto con mis ojos”. Así que será más complicado que tomen malas decisiones.

Me sucedió durante mi adolescencia. A los 16 años, se me metió que quería ser modelo porque me lo ofrecieron y se veía divertido. Pero mi papá me dijo que se lo consultara a Dios. Al día siguiente, cuando mi papá me preguntó qué me había dicho Dios, muy triste le dije que no solo me había dicho que no, sino que fue un NO contundente, hasta fuerte. Entonces, mi papá, creo que conteniendo su alegría, me dijo: “Ohh, querida, cómo lo siento”. Él salió bien librado de la situación y hasta podía ponerse de mi parte.

Cuando nuestros hijos llegan a la adolescencia, no podemos sentir temor de que descubran la verdad. Cuando tenía 9 años, conversamos sobre el diezmo. Mis tres hermanos dijeron que sí diezmarían, pero yo dije que no; entonces, mi papá hizo una expresión de triunfo porque sería posible ver la diferencia entre los que obedecían al Señor y los que no. Inmediatamente me retracté y dije que sí diezmaría porque no quería ser la que sirviera como ejemplo de lo que alguien no recibe porque no honra al Señor.

Cuando ya fui mayor y tuve hijos, mi papá me dio una clave que me ha servido siempre. Básicamente, en la educación de nuestros hijos, no aumentemos reglas a la Biblia, pidámosles solo lo que la Palabra dice. Recuerdo que uno de mis hermanos quería pintarse el pelo de muchos colores y era un problema porque íbamos a predicar a iglesias muy conservadoras, pero si no estaba prohibido en la Palabra, papá no lo prohibía. Así que, aunque les fuera incómodo a algunos, debían escuchar a mi hermano predicar con su pelo azul, verde o naranja. ¡No agregues reglas a lo que la Biblia dice para exasperar a tus hijos! La Palabra lo dice: “No exasperen a sus hijos”. Guiémoslos a tener su propia relación con Dios, y cuando el tiempo llegue, ninguno se alejará o rebelará en contra de Él. Tal vez se pelearán contigo, pero si actuamos conforme a lo que nuestro Señor pide, sin duda, vendrá el tiempo para la reconciliación. Dios hace pactos con individuos que alcanzan a todos sus descendientes, porque Su gracia cubre nuestros errores como padres.

Créelo, tu linaje generacional será bendecido. Dios sabe sobre tu familia y te mostrará qué debes hacer en cada situación particular. Algunos están desanimados porque alguien de su familia no conoce a Dios, pero Él sabe el tiempo correcto y lo tomará donde esté. La bendición para tu casa está garantizada, solo camina en esa gracia y alcanzará a tus generaciones. Demos gracias a nuestro Padre por el poder de Su Palabra de bendición para las familias y las generaciones. Declaramos esa Palabra de unidad y fortaleza en cada hogar. ¡La bendición del Padre de generaciones se está liberando sobre ustedes, ahora! En el nombre de Jesús, seas bendecido en tus generaciones durante el tiempo que les reste sobre la tierra. Hay unción especial sobre cada familia, hay unción de multiplicación, de aumento, el Espíritu de Dios te hablará, te mostrará lo que tienes que hacer para levantar a tu familia y llevarla adelante. Declaremos que las generaciones jóvenes traen energía, nuevas ideas, y las generaciones anteriores traen estabilidad, sabiduría y consejo. ¡Sean bendecidos y avancen juntos!


[1] Mateo 28:19: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

[2] Proverbios 13:24: El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

[3] Proverbios 29:15: La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.

 

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