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Llaves y puertas

29 de enero de 2017

Tiempo de lectura: 14 minutos

 

Dios tiene maravillosas promesas para nosotros. Su voluntad es perfecta, pero debemos aprender a descubrirla y alinear nuestra voluntad a eso que Él desea para nosotros. Esa visión de Dios requiere enfoque y compromiso porque generalmente es un proceso que toma tiempo. Quien verdaderamente confía, espera; al contrario, quien desconfía, vive desesperado. El profeta Habacuc dijo que la visión tardaría por un tiempo, pero aconsejó que la esperáramos porque sin duda no tardaría. Suena confuso, aunque al analizarlo, descubrimos que se refiere a nuestra actitud de paciencia, porque si esperamos con buena disposición a que la visión se cumpla, sentiremos que no ha tardado. Los tiempos se aceleran y las puertas se abren para quienes saben esperar.

Y cuando pensamos en esperar, hablamos de tiempo. Lo interesante es descubrir que para Dios, el tiempo es relativo, ya que un día puede ser como mil años y mil años pueden ser como un día[1]. Debemos comprender esto para relajarnos y aprender a ver las situaciones desde la perspectiva del Señor. Frente a este panorama, lo mejor es ejercitar nuestra paciencia a la luz de las Escrituras. Leerlas, pedir al Espíritu Santo revelación para comprenderlas, porque la ignorancia es enemiga de la bendición. Si conocemos cómo piensa Dios y cuáles son Sus promesas, será más fácil ajustarnos a Su voluntad y esperar confiados. Lo que puede tomar años, el Señor lo hace en un día, pero al desesperado, un día puede parecerle un año. Lo que tienes por tardanza, realmente no lo es en el tiempo de Dios. Así que debemos dejar de ser víctimas de lo que percibimos o sentimos. Es difícil lograrlo porque vivimos en un mundo de percepciones, sin embargo, en nuestro ánimo debe prevalecer la confianza en que Él no retrasa Su promesa, sino que somos nosotros los que comemos ansias. Si el Señor puede venir en un abrir y cerrar de ojos, ¿qué no puede hacer en ese lapso de tiempo?

Cierta vez que me invitaron a compartir con un grupo en un crucero para parejas, a la persona que organizaba se le ocurrió la brillante idea de hacer una reunión especial al bajar en uno de los puertos. La agenda se complicó porque muchas personas querían saludarme, por lo que me sentí ansioso, ya que deseaba un tiempo para orar y prepararme. Entonces, el Señor me dijo: “Ten paz, si mi segunda venida puede ser en un abrir y cerrar de ojos, también me puedo derramar en un abrir y cerrar de ojos. Diles que cierren los ojos y al abrirlos, el Espíritu Santo se derramará”. Así sucedió. ¡La reunión fue poderosísima! Te profetizo que Dios abrirá puertas y acortará tiempos en algo que te prometió; no te preocupes, en un abrir y cerrar de ojos ocurrirá lo que esperas, si eres paciente. La paciencia acorta tiempos, porque la ansiedad es lo que nos hace desesperar. Si lo puedes creer con todo tu corazón, este año es de favor y gracia para el pueblo del Señor, quien abrirá una puerta grande y eficaz para ti[2]. No busques que tus emociones empaten con tus oportunidades sino al contrario, porque las emociones son engañosas. La impaciencia trae aflicción de espíritu. Dice el Señor que no te preocupes por las puertas que cerrará para que te acerques a la puerta de oportunidad que Él desea abrirte. Solo confía y persevera en la oración, con acción de gracias[3].

Las puertas se abren cuando hacemos bien las cosas. Cuando obramos con excelencia, las oportunidades no faltan, pero es importante estar atentos para identificar cuáles son las puertas que Dios abre, entender para qué las abrió y pedirle que nos muestre cómo debemos aprovecharlas, porque a veces, echamos a perder las puertas que se abren. Por ejemplo: si Dios te abre la puerta del deporte, comprende que lo ha hecho para que seas disciplinado y logres destacar, no para que te luzcas y te conviertas en una persona arrogante y adquieras vicios. Si te abrió la puerta de la universidad es para que te prepares, estudies, adquieras herramientas de bendición y tengas un buen futuro, no para conectar y parrandear. Además, toma en cuenta que las puertas no siempre son enormes, ya que también hay puertas pequeñas que dan paso a otras mayores. Todo es un proceso y los comienzos pueden ser discretos, sin embargo, hay que abrirlas y aprovechar las oportunidades con la misma pasión. Yo agradezco las invitaciones a predicar a las iglesias grandes y pequeñas. En todas doy mi máximo esfuerzo por bendecir con la unción que Dios me pide que comparta. Cuando sabemos que las puertas están abiertas porque Dios así ha querido, las valoramos y aprovechamos.

Si Dios te abre la puerta de una empresa, es para servir, no para exigir. Dios te abrirá puertas eficaces, poderosas y grandes en potencial, pero debes saber para qué y cómo pasar por ella. Una persona me llamó para pedirme consejo, ya que le ofrecían la oportunidad de participar en política, sin embargo, le aconsejé que no aceptara porque lo conocía y sabía que sería un área en la que no aprovecharía sus talentos, al contrario, se le complicaría la vida. Mantente enfocado en la visión que Dios te ha dado y será más fácil determinar qué puertas son las que Él abre para ti. Pídele que te dé revelación que traiga transformación y bendición a tu vida. Que te abra puertas para dejar lo negativo y abrirte paso a lo positivo. En mi caso, no ha habido puerta más grande que haber tenido la oportunidad de entregarle mi vida. Abrir esa puerta marcó un antes y un después. Incluso en cuestiones tan sencillas como dejar el vicio de fumar. Antes fumaba un paquete de cigarrillos al día. Hace poco hice la cuenta y el ahorro ha sido de Q180 mil en 33 años. ¡Increíble! Cuando Dios te abre una puerta, no basta solo con dejar las cosas malas, hay que enfocarse en hacer las buenas y aprovechar las oportunidades.

Luego de preguntar a Sus discípulos quién pensaban los demás que era Él, Jesús les preguntó sobre lo que ellos pensaban y Pedro respondió con gran revelación. Le dijo que era el Hijo de Dios, lo cual le abrió la puerta para ser nombrado como la roca sobre la cual se edificaría la iglesia. Además de otorgarle las llaves que abrirían el reino de los cielos[4]. Para llegar a ese punto, este discípulo pasó por un proceso de transformación que no fue fácil. Hay puertas que no se han abierto porque tu transformación no se ha dado. La revelación vendrá cuando logremos íntima relación con nuestro Padre, quien nos mostrará Sus planes. La transformación fue tanta en Pedro que Jesús incluso le cambió el nombre. Ya no se llamó Simón que significaba junco llevado por el viento, sino que se llamó Pedro que significa roca. Mientras más revelación tengas de quién es Jesús, Él te dará más revelación sobre quién eres tú en Sus planes. Hasta que no creas en tu identidad como un hijo bendito de Dios, no podrás moverte con comodidad en esa bendición que te seguirá a donde vayas. La bendición de nuestra identidad es una llave que abre muchas puertas, pero debemos descubrirla y aceptarla. Piensa, actúa y habla como un bendito y las bendiciones te encontrarán, porque serás como un imán que las atrae. Al enfocarte en escuchar al Padre, te dispones para recibir las llaves correctas.

Prepárate porque Dios acelerará los tiempos y te dará las llaves para abrirá las puertas correctas. No es lo mismo buscar la llave para abrir una puerta que buscar las puertas para las llaves que ya tienes. No es lo mismo estar frente a la puerta y querer la llave, que tener las llaves y buscar las puertas. Busca las puertas correctas que se abrirán con las llaves que Dios te ha dado, esas que se traducen en las habilidades y gracia particular que tienes. Dios ya te ha dado llaves: oportunidades y talentos. No todos tenemos las mismas llaves porque nuestras puertas son diferentes. Si sabes cuál es tu gracia y caminas en ella, encontrarás un favor impresionante. Lo que hagas será relevante, las puertas que abras serán las indicadas porque usarás las llaves correctas. No hay peor cosa que pretender abrir las puertas de otros con nuestras llaves porque son las incorrectas. Si Dios te dio gracia para emprender, si te dio esa llave, úsala y serás exitoso. Lo que hagas crecerá, dará fruto, no lo dudes. Confía en la gracia de Dios, en Su sabiduría al darte llaves especiales. Duerme tranquilo, pon tus planes en Sus manos y todo irá mejor. Si tienes la llave de la medicina no te empecines en abrir un taller de mecánica. Si eres mecánico, deja de intentar administrar un hospital. Fluye con la gracia que sí tienes y abrirás las puertas indicadas. Si usas tus llaves, tu favor y gracia, te garantizo que se acelerará el tiempo y la puerta se abrirá. Pídele sabiduría para no intentar abrir puertas que no son las tuyas. Antes de construir nuestro primer templo, rechacé varias ofertas de personas que me ofrecían financiar iglesias, sin embargo, yo sabía que no era lo que Dios quería. Me costó, pero rechacé las ofertas, seguro de que Dios me daría la llave para abrir la puerta correcta y hacer Su voluntad. Había puertas grandes por las que no debíamos entrar. Hoy declaramos aceleración de los tiempos y puertas abiertas. También declaramos que tendremos sabiduría para reconocer las puertas que debemos abrir y humildad para usar las llaves que Dios nos ha dado.


[1] 2 Pedro 3:8-9: Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

[2] 1 Corintios 16:9: Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.

[3] Colosenses 4:2-4: Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar.

[4] Mateo 16:16-19: Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

 

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