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Ni una pezuña

04 de marzo de 2015

Tiempo de lectura: 8 minutos

La negociación está presente en nuestra vida a cada momento. Siempre buscamos obtener un beneficio de las opciones que nos presentan. Los hijos negocian con sus padres las salidas de los fines de semana, los esposos negocian la división de responsabilidades, el gobierno negocia con socios internacionales, en fin, siempre negociamos, pero con quien nunca debemos negociar es con el enemigo.

Cuando Dios quiso sacar a Su pueblo de la esclavitud de Egipto, sabía que Faraón no los iba a dejar ir tan fácil, por lo que había que negociar, pero también sabía que Él obtendría la libertar de Israel y también buenos recursos para ellos[1].  Pero no fue fácil, porque Faraón se resistió. Cuando Moisés le pidió que los dejara ir a servir a Jehová, solo quería dejar ir a los varones[2]. Pero Moisés insistió en que debían ir todos, incluso los ancianos, los niños y el ganado. Lo mismo debe suceder ahora; no debes aceptar que solo una persona de la familia sirva al Señor, no debes negociarlo; todos, esposo, esposa, hijos, nietos, abuelos, sobrinos, todos deben comprometerse en la vida de servicio a Dios. El diablo siempre quiere negociar a su favor, si ve que te comprometes con una vida digna y correcta, él te dirá: “Sirve tú a Dios, mientras yo meto en drogas a tus hijos”. ¡No le abras la puerta a la negociación! Si tu esposo no ha venido a los pies de Cristo, sigue intercediendo por él, fiel al Señor y se hará realidad la promesa de que tu casa será salva. ¡No aceptes contraofertas del diablo, no te acomodes ni te acostumbres a la mediocridad de una vida entre Dios y Satanás, entre el bien y el mal!

En la historia de Éxodo vemos que Faraón siempre tenía una contrapropuesta, pero al final, Moisés le dijo que todos se irían. Literalmente le dijo: “No quedará ni una pezuña”, no le dejaría nada de nada[3]. Al enemigo no hay que darle ni una pezuña de tu ganado, es decir, no hay por qué negociar porque en la cruz del Calvario, Jesús compró todas nuestras bendiciones y debemos tomarlas. No dejaremos nada para Satanás; nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra salud no es negociable. ¿Has escuchado que no se negocia con terroristas? Lo mismo con el diablo, a quien debemos cerrarle la puerta sin darle espacio para que intente convencernos. No te acostumbres a vivir negociando con el enemigo, no aceptes ningún mal, no enfermedad, no pobreza ni pecado, ni un poquito, porque eso es abrirle la puerta al diablo.

¿Qué otra negociación falló en la Biblia además de la de Faraón? La de Adán y Eva. Satanás les dijo que comieran del árbol para ser como Dios, pero ellos ya lo eran. No comprendieron la verdad de que eran imagen y semejanza del  Señor, no habían asimilado su identidad, por eso el diablo pudo engañarlos ofreciéndoles algo que ya tenían. Que no te suceda lo mismo, convéncete, eres hijo de Dios y el diablo no tiene nada bueno que ofrecerte porque ¡en tu Padre ya lo tienes todo!, solo debes creer y obrar conforme esa fe, dándole la espalda al enemigo. Nada de ir a negociar con brujos, agoreros y adivinadores, ¿por qué hacerlo?, si ya tienes el pacto con Dios, tienes todos Sus beneficios, y no hay nadie más poderoso que Él, ¡no te dejes sorprender con mentiras!

¿Otra mala negociación? La de Saúl frente a Goliat, quien los intimidó y le pidió un paladín, cuando Saúl tenía un ejército integrado por muchísimos soldados que podían derrotar al gigante. El rey no debió aceptar semejante condición, no debió negociar con el enemigo a quien debía vencer, pero no confiaba en el respaldo del Señor. Lo mismo sucede con aquellos que hacen negocios ilícitos, porque no comprenden que tienen de su lado al socio más poderoso, pero no confían, sino que se dejan influenciar por las condiciones terrenales, viven conforme el reino caído de Adán, no conforme al reino de Dios. ¡Demuestra que eres un cristiano de verdad! Hay que aprender sobre economía bíblica para comprender lo terrible e inútil que es la corrupción.

Si estamos convencidos de que todo le pertenece a nuestro Padre, si sabemos que la plenitud y todo lo que existe es Suyo[4], le daremos la espalda al diablo porque no tiene nada que ofrecernos, por lo que sabremos que su intención es tendernos una trampa y ganarnos para su reino que ya ha sido derrotado. No te equivoques, el poder y la sabiduría son de nuestro Padre[5], todo lo que hay es Suyo, Él lo creó, así que no hay autoridad que el diablo pueda ofrecerte o delegarte.

Sabemos que Satanás era un ángel que se rebeló, y cuando fue expulsado, la tercera parte de los seres celestiales lo siguieron, porque los atrajo con transacciones y ofrecimientos. Negoció con ellos puestos de privilegio, ya que, según él, iba a subir al trono del Señor, pero fue nombrado príncipe de las tinieblas, con potestades en un reino derrotado. ¿Acaso se hacen negocios con un perdedor? ¡Claro que no! Acepta solo las propuestas y pactos de Dios, realiza los votos que Él te pide que hagas, entonces recibirás Sus promesas, esos intercambios son los únicos que valen la pena y el esfuerzo.

En la Biblia, vemos que el diablo descarado incluso quiso negociar con Jesús y le hizo tres ofertas, pero nuestro Señor estaba muy claro en Su identidad y poder, y no se dejó engañar, como sí lo hizo Adán. Satanás no podía ofrecerle las naciones a quien ya es dueño de ellas[6]. ¡No permitas que las tinieblas te ofrezcan algo que Dios ya te concedió! Tu sanidad, tu seguridad espiritual, familiar y económica solo están al lado del Señor. Toma autoridad como Jesús lo hizo y dile al diablo: “Vete, tú y tus ofertas se van ahora”. Entonces verás la gloria de Dios y toda la plenitud de Su reino vendrá a tu vida.

No aceptes ser siervo de nadie más que del Señor[7]. Él es el único dueño del oro y de la plata, así que es el único que te los puede entregar. Dios desea bendecirte, pero de forma correcta, no con mentiras, sobornos o corrupción. El imperio del diablo está derrotado, no hay por qué negociar con él. Tú estás en victoria, así que sigue al victorioso, al Rey, no al humillado que ya fue derrotado.

Cierta vez me contaron una historia que me impactó. Un hombre vendió su casa, pero dentro del contrato negoció mantenerse como dueño de dos clavos que se encontraban en las paredes de una habitación. Al nuevo dueño no le pareció gran cosa, además, dicho trato significaba un buen descuento en el precio de venta, así que aceptó. Sin embargo, se arrepintió muy pronto, porque el antiguo dueño de la casa llegaba cada vez que quería a poner una hamaca sostenida por los dos clavos que todavía le pertenecían. ¡Imagina esa incomodidad para el nuevo dueño! Entonces, le pagó la cantidad de dinero que se le había descontado, para revertir semejante disparate. ¿Habrán dos clavos en tu corazón que todavía le pertenecen al enemigo? De ser así, devuélveselos en este instante y cierra completamente la puerta a sus engaños. Tu corazón, tu vida y tu familia le pertenecen a Dios, a nadie más.

En la Palabra leemos que Jesús tiene toda potestad[8], y que con esa autoridad nos envía a hacer discípulos, por lo tanto, debemos asumir esa instrucción y obedecer. Tu nación doblará sus rodillas para confesarlo como Señor y Salvador, esa es otra verdad que no debes negociar con el diablo. Ordénale con toda seguridad y autoridad que se largue de tu vida y de tu país porque le pertenecen a Jesús. No te acomodes, toma todo lo que sabes que no está bien y devuélvelo, no hay un área de tu vida que deba estar en tinieblas, acepta la luz de Cristo y aleja la oscuridad y negocios turbios de Satanás.

Jesús no pagó a medias, pagó todo el precio por tu salvación y por tu vida en abundancia, así que puedes decirle: “Padre celestial, soy Tu hijo, coheredero con Cristo, acepto toda promesa que viene de Tus manos para mi familia, mi trabajo y mi país, rechazo todo aquello que en algún momento acepté de parte del enemigo. Satanás, hoy te devuelvo todo lo que viene de ti, rechazo tus mentiras y falsas promesas, en el nombre de Jesús, ¡vete de mi vi

Versículos de Referencia:

[1] Éxodo 3:18-22 dice: Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios. Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir. Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huésped a alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.

[2] Éxodo 10:8-11 explica: Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová. Y él les dijo: !!Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? !!Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.

[3] Éxodo 10:24-26 relata: Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.

[4] Salmo 24:1 dice: De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.

[5] Daniel 2:19-20 comparte: Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.

[6] Mateo 4:3-11 recuerda: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.

[7] Hebreos 2:14-15 dice: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

[8] Mateo 28:18 enseña:  Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

 

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