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Ponte en modo de fe

Ponte en modo de fe

29 de octubre de 2017

Tiempo de lectura: 7 minutos

Es fácil reconocer cuando no estás en modo de fe: estás en modo de fe cuando tu primera opción no es Dios, pero no lo es cuando estás en una crisis económica y lo primero que piensas es “¿Quién me podrá prestar plata?”, o si te duele la cabeza y dices: “Es urgente que llamar al doctor”. Eso no es estar en modo de fe sino de duda, pues de lo contrario considerarías primero a Dios, no de último. Estar en modo de fe es buscar el reino de Dios y su justicia de primero, y lo demás será añadido.

El pueblo de Israel se reúne los sábados, día del Sabbat. ¿Por qué nosotros no nos reunimos en día sábado, sino el domingo? Porque los apóstoles, con cambiarse al día domingo, evitaban que trataran de judaizar al convertido en el Señor Jesús. Por esa razón no terminamos la semana buscando a Dios, sino que lo buscamos desde el primer día, porque sabemos que si primero buscamos Su reino, todas las demás cosas serán por añadidura. Debemos ser más lógicos en la fe; buscar el reino de Dios y Su justicia en vez de preocuparnos más de la cuenta por el vestido o el alimento.[1] ¿Por qué dices que Dios tiene un gran futuro para ti si no le crees siquiera por el lunes?

A mí me encanta la palabra profética, aunque alguna vez estuve necesitado de ella pero nadie me profetizó, por tanto le tuve que creer a la palabra escrita, pero ya sea que me profetice alguien o no, yo tengo algo en qué creer siempre; sin embargo, lo que está escrito es lo más seguro. Hasta el mismo Jesús decía “¿Acaso no habéis leído?” No te afanes por el día de mañana. La gente está muy pendiente de los días venideros en vez de darse cuenta de lo que Dios hace hoy. Nosotros no podemos ver lo que Dios hará en quince años sino lo que hace ahora.

David echó un vistazo al futuro para corregir el presente[2]. En el salmo 23 dijo “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. Necesitamos ser más escriturales porque nuestra espiritualidad nace de la Escritura, porque las palabras que Jesús nos habló son espíritu y vida. Debemos comprender que cuando David escribió el salmo 23, lo hizo hablando en futuro para cambiar una actitud del presente. Todo el que sabe hablar bien del futuro termina en el presente con una copa rebosando; pero quien habla mal del futuro, su copa no le alcanza. Mientras mejor hables de tu futuro, mucho mejor verás tu presente.

Dios no escatimó y nos dio a su hijo, y con Él nos dio todas las cosas,[3] por tanto, es ilógico creer que se tiene a Cristo pero no se puede conseguir trabajo; es ilógico creer que se tiene a Cristo pero no se puede tener para el colegio o la universidad de nuestros hijos. Y es ilógico precisamente porque si Dios te dio a Cristo, con Él te dio todas las demás cosas.

Hay dos tipos de realidades en la vida: las que ves y las que no. La enfermedad es una realidad, pero la sanidad también es otra realidad. La sanidad es la realidad que no ves con vista pero que ves con fe. Cuando en la realidad natural te dicen que tienes cáncer, piensas que te estás muriendo; pero cuando en la realidad que no ves, que es la que se ve por fe, sabes que fuiste curado, sientes tu sanidad porque fe es la convicción de la realidad que no se ve. Todo lo que llegarás a ver, es hecho a partir de lo que ahora mismo no ves. De igual modo, por fe fue que se lograron cosas increíbles en el Antiguo Testamento. En hebreos capítulo 11 se menciona un listado de proezas extraordinarias que fueron posibles por la fe.[4] ¿Por qué si en ese capítulo, que pertenece a un libro del Nuevo Testamento, se mencionan personajes del Antiguo Testamento para ejemplificar la fe de las personas? Porque en el Antiguo Testamento, quienes vivieron por la ley, vivieron por la fe. Y sin que nadie les dijera nada acerca de la gracia, también vivieron por gracia. ¿Cómo puede ser posible, entonces, que nosotros en la gracia nos preguntemos si la salvación se pierde o no?

Hebreos 11, después de hablar de Enoc, José, Abraham, Jacob, Josué y tantos otros, se refiere a Rahab como “la ramera”. ¿Por qué sigue teniendo ese título muchos siglos después, cuando se escribió el libro de los Hechos? Para que entendamos que siendo ramera (y no cuando dejó de serlo) la fe la salvó. Si una ramera pudo, ¿por qué no podríamos nosotros? Dios demuestra con esto, además, que debemos dejar de juzgarnos los unos a los otros. Por algo personajes como Rahab están en el capítulo de Hebreos 11, justificados por medio de la fe.

Si ese capítulo se tuviera que volver a escribir, Dios nos ayude a estar en él por la fe. Cuando le crees a Dios eres justificado. ¿Cuál será tu obra de fe en la vida? Ese desafío que te está dando miedo, quizá sea la obra que Dios está esperando que hagas. Tu máxima prueba de fe será que te levantes de la mala situación que estés pasando, así que hazlo y ¡ponte en modo de fe!


[1] Mateo 6:25-30: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

[2] Salmos 23:1: Jehová es mi pastor, nada me faltará.

[3] Romanos 8:31-31: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

[4] Hebreos 11:1-30: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.  Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

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