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¿Quién es el mejor discípulo?

¿Quién es el mejor discípulo?

31 de octubre de 2015

Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Quién es el mejor discípulo?

Sanemos el corazón de Dios demostrándole que le obedecemos y amamos.

 

Hoy vivimos una crisis muy grande del corazón. Ahora hay tantas familias donde los padres  y madres no están conectados con sus hijos e hijas, han dejado la responsabilidad de formar el corazón de sus hijos. Sin embargo, la Palabra nos dice que Dios quiere ver el corazón de los padres hacia los hijos. Sabemos que 400 años pasaron entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, es decir, desde cuando el profeta dijo que Dios haría volver el corazón de los padres hacia los hijos y cuando el ángel le dijo a Zacarías que su hijo provocaría que el corazón de los padres volviera hacia los hijos. ¡Así que es demasiado importante esa revolución del corazón, porque hará realidad los planes del Señor!

 

Siempre nos predican sobre la necesidad que tenemos de Dios, pero debemos saber que Él también tiene necesidad de nosotros. Constantemente hablamos de sanar nuestro corazón, pero el corazón de Dios también necesita sanar porque está quebrantado por Su creación y solo nosotros podemos hacer algo[1]. Nuestra situación de pecado hace que Dios se duela. Sabemos que como padres, nos reflejamos en nuestros hijos, buscamos ver nuestra imagen en ellos, pero Dios no te dio tus hijos para que tú te veas en ellos, sino para que Él se vea en ellos, porque deben ser Su reflejo.

 

Hay cinco cosas que quebrantan el corazón de Dios y que debemos restaurar. La primera son los hijos. Si Dios es Creador y Padre, debemos luchar para que pueda ver Su imagen en nuestros hijos. Debemos trabajar en el carácter, mente y espíritu de nuestros jóvenes porque los principios bíblicos deben ser su fundamento, para que Dios Padre los guíe. Satanás lucha por ganar el corazón de tus hijos adolescentes porque en esa etapa toman decisiones fundamentales; en esos años es cuando el corazón de tus hijos se aleja porque se los gane la televisión, la música y los videojuegos. Por ello, debes estar atento y evitarlo, educándolos en la fe con tu ejemplo, porque enseñas lo que sabes, pero reproduces y formas lo que eres. Así que para que ellos sean hijos de Dios, deben ver que tú lo eres. Enséñales a ver el mundo a través de espejos, no solo de ventanas. Es decir que no nos enfoquemos en los otros para formar nuestra identidad, sino que concentrémonos en nosotros, en crecer como personas para luego ver hacia fuera. ¡Comienza a formar a tus hijos de acuerdo a la Palabra del Señor!

 

La segunda cuestión que quebranta el corazón de Dios es no poder verse en ti, porque eres Su hijo al aceptar a Jesús como Señor y Salvador. Antes de ello, eres Su criatura y debes nacer de nuevo. Dios se debe ver en tus hijos y en ti, para que Él camine a través de tus pasos. Si quieres sanar el corazón de Dios, concéntrate en aprender a proyectarlo en tu vida y en la de tus hijos, no veas solo a través de la ventana a los demás, enfócate en ver hacia tu interior y proyectar tu identidad como hijo de Dios. Cuando veas al Padre en ti, tendrás nuevos ojos para ver a los demás.

 

La tercera cosa que debemos atender para sanar el corazón de Dios es lograr que se vea en tus discípulos. Cuando Dios te da un discípulo, quiere verse en él, porque le rompe el corazón que no cuides de tu gente. En la historia del buen Samaritano, vemos que el sacerdote y el levita fueron indiferentes frente al herido, ¡ese egoísmo y rechazo le dolió a Dios! ¿Qué tipo de líder eres? ¿Cómo estás discipulando a tu gente? La misión de un líder es formar el corazón de sus discípulos hasta que Dios se pueda ver en ellos, de lo contrario, tu trabajo no ha valido. ¡Ten cuidado, porque el dios del ego también busca discípulos! Pablo dijo que sentía como dolores de parto por sus discípulos hasta que ellos fueran reflejo del carácter del Señor. Si ya te cansaste porque tus discípulos son rebeldes, te digo que lo que haces es sagrado. A los padres que luchan con hijos rebeldes o que luchan con su pecado, les digo que esa lucha sana el corazón de Dios y deben perseverar hasta vencer.

 

La siguiente cuestión que debes tomar en cuenta para sanar el corazón de Dios es tu matrimonio. Él debe verse reflejado en esa vida de pareja y de familia. ¿Estás casado o cansado? Ambos deben rendirse al Señor y Su obra será palpable en ustedes, porque sus votos matrimoniales son sagrados, tanto así, que incluso una mala relación matrimonial puede ser estorbo para la relación con Dios[2]. Si quieres sanar el corazón del Señor, Él debe ser el centro de tu matrimonio, no una opción o pasatiempo. Glorifica Su nombre, porque Él sanará tu corazón y tú sanarás el Suyo. Entrégate a Dios para que Él se vea reflejado en cada área de tu vida, cueste lo que cueste.

 

La quinta área que debes tomar en cuenta para sanar el corazón de Dios es la iglesia, ya que Él debe verse en Su gente. Sabemos que llegamos a la iglesia porque tenemos necesidad; nos hace falta amor, perdón y dirección; está bien, pero debemos saber que también a Dios le hace falta que nos acerquemos a Él, porque busca a personas a quienes llenar. Él ama a quienes lo necesitan, no busca a los perfectos, sino a los pecadores que desea restaurar. Es como al entrar a Jerusalén, cuando no pidió un caballo brioso y elegante, sino un simple burrito, humilde y modesto. Lo mismo sucede ahora, Su corazón sana cuando Su iglesia se llena de los humildes que están perdidos y atados, los que necesitan ser restaurados y validados. Si quieres sanar el corazón de tus padres, de tus hijos, de tu matrimonio, primero debes sanar el corazón de Dios aceptándolo como el Rey y Señor de tu vida. ¡Dile sí a Su amor, a Su perdón, al nuevo comienzo que desea darte y conviértete en Su mejor discípulo!

 

[1] Génesis 6:5-6 dice: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

[2] Malaquías 2:13-15:   Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud.

 

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