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Tan fácil como orar

07 de septiembre de 2013

Tiempo de lectura: 4 minutos

 
La oración es el momento íntimo en el que Dios desea hablarnos y si le escuchamos, nos permitirá tener la perspectiva correcta de lo que sucede. Si a veces te preguntas por qué pasan ciertas cosas, acércate al Señor en oración para que te permita visualizar las situaciones desde una mejor perspectiva. En momentos de dificultad, lo primero que debemos hacer es doblar rodillas y orar.
Al hablar de oración, debemos tener en cuenta dos cuestiones importantes. La primera es tener una correcta actitud de humildad y buscar Su rostro, es decir, Su voluntad; esto provoca que Dios nos escuche, nos ayude y sane nuestro entorno1. Sabemos que una tierra enferma no produce algo bueno, lo mismo podemos decir de un trabajo o de un matrimonio enfermos que no fructifican. Dios está atento a nuestras oraciones, quiere escucharnos en todo momento, no solo cuando tenemos problemas; así que debemos orar en todo momento. Agenda diariamente tu tiempo de oración para tener la oportunidad de escuchar al Señor, quien te aconsejará y te dará discernimiento para tomar buenas decisiones. No esperes a que todo salga mal para acercarte a tu Padre Celestial.
La segunda cuestión importante en la oración es una acción: perseverar con fe. Esto es indispensable para agradar a Dios, por lo que nuestra oración debe acompañarse de la fe que nos ayuda a no darnos por vencidos cuando lo que pedimos tarda en venir. ¡No desmayes, insiste!2 La clave para lograr lo que anhelamos es acercarnos al Señor con humildad y perseverar en oración, de día y de noche.
Algunos preguntarán “¿cuánto tiempo hay que orar?” Lo que me recuerda aquella historia sobre el pastor que le pidió a su congregación que oraran por la unificación de Alemania. Recordemos que luego de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se repartió entre Rusia y USA, lo que resultó en una Alemania federal y una comunista separadas por el Muro de Berlín, o lo que se llamaba La cortina de hierro. Esta división provocó la separación de muchas familias y el descontento del pueblo alemán. Generalmente los habitantes del lado comunista buscaban huir al lado federal donde encontraban mejores oportunidades de vida. Entonces, en Leipzing, ciudad del lado comunista, el pastor Christian Fürer pidió a su congregación que todos los lunes se reunieran a orar por la unificación. Durante siete años, solamente se reunieron quince o veinte personas, pero el primer lunes de septiembre de 1989, el pastor dijo: “Tengo una estrategia del cielo, hoy vamos a salir a orar a la calle con una vela encendida”. Le obedecieron, aunque no consideraron que sucediera algo extraordinario, sin embargo, la sorpresa fue que otras personas se unieron. A la semana siguiente, el grupo se integraba por ¡diez mil personas, todos con una vela, orando por la misma intención! Al mes, eran setenta mil. Cuando el presidente vio esto, lo consideró una revolución e intentó disolver al grupo enviando soldados, quienes al ver a la multitud, no hicieron nada, al contrario, algunos soldados soltaron sus armas y se unieron a la oración. Una semana después, ¡casi eran un millón de personas con una vela orando para que el muro cayera! Cuando lo catalogaron como un revoltoso instigador, el pastor respondió que ese movimiento no era una revolución, ya que con una mano sostenían la vela y con la otra, la cubrían del viento, así que no tenían cómo empuñar un arma. En noviembre de 1989 cayó el muro sin muertes, sin disparos, pero vemos que fueron necesarios siete años de oración para que sucediera. Luego de que el muro cayera, era posible ver rótulos que decían: “¡Gracias Iglesia!”  Esto nos recuerda al pueblo de Israel rodeando las murallas de Jericó con antorchar, ¿cierto? Ambas fueron demostraciones de humildad y perseverancia en oración, que produjeron sus frutos.
¿Qué muro tienes frente a ti que debes derribar? ¿La dureza de corazón de alguien de tu familia, algún vicio, la tristeza? Pues te aseguro que cualquier muro cae a fuerza de oración, ya que es la mejor herramienta que tienes a tu alcance. Es tiempo de orar para que caigan los muros que te limitan o te separan de lo que deseas lograr. No existe nada imposible para quien ora y sabe que Dios es fiel. Él no te dejará avergonzado, porque se toma en serio lo que Sus hijos le piden.
Muchas veces nuestro contexto es un muro. Los pensamientos y conductas que nos inculcaron son muros que nos impiden avanzar. Entonces, lo que necesitas es orar, te lo aseguro; tal vez te ha hecho falta fe, pero no desmayes porque tu familia será totalmente restaurada, el carácter de tu pareja será renovado, lo que esperas será hecho si oras con humildad y perseverancia. Aunque pienses que no hay respuesta, no desmayes. Haz de la oración una constante en tu vida, lo más importante frente a otras actividades como ver TV. Recuerda que la oración del justo puede mucho, por lo que recibirás todo lo que pidas en oración3. Pero recuerda que debes orar con el corazón, debes buscar Su rostro, no solo haciendo vanas repeticiones4, sino acercándote a Su Palabra y dándole tiempo para que te hable.
Dile: “Padre, te doy gracias porque me enseñas a comunicarme contigo. Ayúdame para que el muro de mi mente caiga y mi corazón se llene de fe. Debo confesarte que hay cosas que me impiden orar: la tristeza, el enojo y el afán, pero estoy aquí para decirte que necesito de ti. Sé que la oración me permitirá entrar en esa dimensión sobrenatural en la que todo es hecho por obra de la fe que me hará trascender por el bien de mi familia y de mi nación”.
 
Versículos de referencia
1 2 Crónica 7:14-15 dice: Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar;
2 Lucas 18:1-8 relata: También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
3 Mateo 21:22 asegura: Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
4 Mateo 6:7  enseña: Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
 

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