08 de diciembre de 2018
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La confianza es uno de los valores más importantes que puedes tener como creyente. Ojalá pudiéramos comprarla, pero ni siquiera sabemos cuánto valor tiene. El camino de tu fe requiere confianza. Las Escrituras dicen que es necesaria para alcanzar la promesa de Dios.[1] Los líderes deben tomar decisiones poco populares y para ello necesitan confianza; casarse y tener una familia requiere confianza, terminar un proyecto personal pendiente requiere confianza… ¡cada área de nuestra vida necesita confianza!
Me mudé a Miami a los 14 años. Antes, cuando crecía en Washington, pensé que era muy bueno en el béisbol, pero al llegar Miami me di cuenta de que no era tan bueno. Entonces, en vez de lanzar la pelota, me creé una excusa: “nací en la ciudad equivocada”. Muchos de nosotros nos ponemos distintas excusas para justificar nuestra falta de acción: “Soy muy joven, muy viejo, no tuve los padres ideales”, etcétera; pero eso lo único que demuestra es nuestra falta de confianza.
Hasta que me dije a mí mismo: “Si ellos pueden hacerlo, yo también”. Si los latinos de Miami eran buenos jugando béisbol, yo también podía serlo, y tomé la pelota y empecé a tirarla, y mientras más tiraba la pelota, más se reforzaba mi confianza porque la confianza viene de la acción. No se gana con decir las cosas, sino con hacerlas. La confianza está relacionada con la repetición: mientras más practicamos, más confianza tenemos. De hecho, nuestra vida es una serie de lo que repetimos. ¿Qué estamos repitiendo en tu vida? La repetición crea una reputación, somos conocidos por lo que repetimos: si repites el drama, tu reputación será la de un dramático; si repites el chisme, será la de un chismoso y la confianza se alimenta repitiendo las cosas correctas. ¡Es momento de entrar en acción para recuperar tu confianza!
La confianza proviene de lo que repetimos, pero también de nuestra perspectiva, cómo vemos las cosas. En cómo te miras a ti mismo y cómo miras a los demás. Si tienes una alta estima de otras personas, pero tienes baja autoestima, eso es inseguridad y la inseguridad mata más sueños que el fracaso. No importa qué maquillaje le pongas encima a tu inseguridad o que tengas los mejores filtros de Instagram para tus fotos: la inseguridad es uno de los aspectos más feos que puedes llevar en ti.
Ahora bien, cuando tienes una baja perspectiva de ti mismo, pero también de los demás, eres un cínico (un cínico usa el sarcasmo para tapar sus propias inseguridades y generalmente esconde a un idealista decepcionado); y cuando tienes una baja estima de otras personas y una alta estima de sí mismo, eres arrogante. La arrogancia es un material muy frágil: se mira bien en el exterior, pero es fácil de quebrar. Cuando tienes arrogancia, necesitas anunciarte a cada rato, pero vale más la confianza porque habla de ti por sí sola y es la cura para la inseguridad.
Cuando tienes la correcta perspectiva de los demás, tendrás la correcta perspectiva de ti mismo y de Dios. No olvides que amar al Padre también significa amar a sus hijos. No deseches tu confianza porque es muy valiosa para lograr las promesas del Señor. Si sabes quién eres en Jesús, no hay razón para estar inseguro, así que no te rindas, no dejes de creer ni de soñar.
[1] Hebreos 10:32-36: Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
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