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Los dos cerebros

31 de octubre de 2009

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

 

Génesis 1:26 relata: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

El hombre es lo más parecido a Dios que podemos ver en la tierra.  Créelo, fuiste hecho Su a imagen y semejanza.  Imagina a Adán en el Huerto,  cada detalle era perfecto, no le faltaba nada hasta que descubrió que todos los animales tenían pareja, menos él.

El cerebro del hombre

Génesis 2:18 continúa: Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

El varón no sirve para estar solo, necesita ayuda para salir adelante. Su cerebro no tiene la capacidad para pensar y ejecutar muchas cosas a la vez.  Dentro de su cabeza hay un archivo que abre y cierra las gavetas según lo necesita.  No puede tener abierto el archivo de los negocios y el de los deportes o encargos de la esposa a la vez. En nuestro cerebro aparecen las ideas y pensamientos uno por uno, nunca simultáneamente.

Además, cuando activamos el “modo de descanso”, es difícil que podamos concentrarnos en alguna tarea. Las mujeres deben comprender este hecho para ayudar y complementar mejor a sus esposos. Por favor tengan paciencia, los hombres sólo podemos concentrarnos y hacer bien una cosa para luego iniciar otra.

Otro aspecto muy importante es aceptar que la sección del cerebro  del varón que piensa en la mujer y la intimidad de pareja es una de las más grandes.  Nuestra necesidad de interacción con el sexo opuesto es fuerte, por eso es importante encontrar a la pareja ideal y establecer un compromiso para toda la vida.  Solamente una relación matrimonial satisface las necesidades físicas y emocionales de amor entre hombres y mujeres. Muchas personas se sienten incómodas cuando se aborda este tema, pero Dios ha dejado las relaciones sexuales para la procreación y el goce de los esposos.  El libro de Cantares específicamente nos habla de la hermosa relación entre marido y mujer.  Si aún eres soltero, guárdate para tu futura esposa y practica el dominio propio.  Cuida tu cuerpo y mente para entregarte por completo a tu vida de pareja en el matrimonio.

El cerebro de la mujer

Génesis 1: 21-22 habla sobre la creación de la mujer: Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.  Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

La mujer  es el complemento ideal para el hombre. Son uno en el matrimonio. Ellas son sensibles y  expresivas. Tienen una sorprendente capacidad de percibir muchas cosas a su alrededor y  son como radares que aceptan múltiples estímulos.  Justamente por eso, son sensibles a los olores y colores, además de necesitar constantes demostraciones de afecto que involucren todos sus sentidos. Les agrada escuchar palabras de cariño y sentir el contacto físico que les confirme el amor que sentimos por ellas.  Las flores, los poemas y todos  los detalles concretos son importantes porque agradan sus sentidos y alimentan su cerebro y corazón.  Para ellas el tiempo es relativo, cinco minutos pueden ser más que eso cuando están preparándose para salir. Las mujeres son menos exactas para medir el tiempo pero son más precisas en aprovecharlo haciendo más de una cosa a la vez.

El cerebro de las damas tiene la capacidad de pensar muchas cosas al mismo tiempo.  Pueden atender a los hijos, cuidar de la casa y mantenerse bellas simultáneamente.  Los hombres deben comprender que ellas piensan en todo a la vez, por eso muchas veces se aturden.  Es difícil explicarse cómo pueden cambiar un pañal, preparar la comida y hablar por teléfono al mismo tiempo, o también es casi imposible comprender cómo pueden conducir en medio del tráfico de la ciudad mientras se maquillan,  tranquilizan a los niños y sintonizan la radio.

Uno para el otro

Eclesiastés 4:9-12 dice:  Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

Hombres y  mujeres nos necesitamos y debemos aprender a vivir juntos.  Nuestros cerebros funcionan en forma diferente, por eso se complementan. No podemos asumir el rol del otro porque no tenemos las mismas habilidades. Solamente la providencial capacidad de organización de la mujer da impulso al emprendimiento y fuerza del hombre.  Dios nos creó como dos piezas de rompecabezas que al unirse son un todo.  Somos el uno para el otro, fuimos diseñados con la misma necesidad y capacidad de amar por  lo que,  sin el otro estamos perdidos.

Recuerda que el amor se otorga y la paciencia es una muestra de ello. Dentro del matrimonio todos esperamos retribución a lo que damos, cada uno debe aportar sus habilidades propias para vencer las adversidades. Hay un plan de Dios para tu vida conyugal. Muchas bendiciones dependen de la buena relación que tengas con tu esposo y esposa. Dios condicionó al hombre para que tratara bien a su mujer, de lo contrario la bendición encontraría estorbo.

La Palabra dice que  para presentarte delante de Dios debes ponerte a cuentas con tu prójimo. O sea que antes de entregar tu ofrenda es necesario tener el corazón limpio, especialmente libre de ofensa contra tu pareja, de lo contrario, pierde validez. Malaquías advierte que un hombre desleal que no respeta el pacto hecho con su mujer, no es digno de presentar ofrenda ante el Señor.

Este es un buen  momento para recuperar el primer amor con tu esposa.  Dile que la amas, exprésate con poemas, cartas y caricias. Si quieres atención y cariño, primero debes darlo.  No saques tu corazón de tu casa porque para reconstruir un hogar es necesario tener allí el corazón. Guárdalo para la mujer que ha sido fiel en todo momento, que te cuida y apoya siempre.

Los hombres y mujeres replicamos los patrones familiares. Rompe con las ataduras del maltrato en el hogar, tú puedes escribir una nueva historia de amor en tu casa. No dejes que se ponga el sol sobre tu enojo porque esa actitud abre las puertas al diablo.  Habla y resuelve tus conflictos en pareja, con la confianza que da el amor. Cuando recién nos habíamos casado, mi esposa y yo tuvimos un disgusto muy grande.

Dejamos de hablarnos varios días hasta que ella tuvo una pesadilla espantosa que le hizo ver a un duende rondando nuestra habitación.  El Señor nos mostró al diablo intentando hacernos daño, desde entonces tenemos una excelente comunicación y resolvemos nuestros conflictos para que el enojo no le abra las puertas de nuestra casa al demonio.

Amor por siempre

Ezequiel 36:26 promete: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

El hombre y la mujer están hechos para ser felices y lo lograrán en el momento que vivan para darle felicidad al otro. Recupera tu primer amor y da buen ejemplo a tus hijos. Ellos te lo agradecerán porque les enseñarás a  vivir en pareja.  Tu hija querrá un buen marido como tú y tu hijo buscará una esposa tan buena, dulce y especial como su madre.

Estamos hechos para amar a alguien toda la vida y la fidelidad es la muestra palpable de ese amor que llevas dentro.  Recuerda que tu esposa es quien te apoya  y complementa. Ella es la única persona con la capacidad de amarte como eres, soportar tus debilidades y estar allí cuando fallas. Muchas veces se desvela para que descanses, dobla sus rodillas cuando te ve cargado y te da ánimo para que logres tus anhelos.

Acércate a tu cónyuge y dile que tiene tu vida en sus manos.  Entrégale a Dios tu matrimonio para que lo renueve y te dé la oportunidad de hacer feliz a tu pareja.  Activa Sus bendiciones a través del amor a tu cónyuge. Asegúrate de sembrar cada día una sonrisa en el corazón de tu esposo o esposa y aprendan a perdonarse porque el día que dejen de perdonar, dejarán de amar.  Dale gracias al Señor porque ambos son diferentes y complementarios. Él puede hacer que su amor trascienda cualquier dificultad y sean la familia más feliz sobre la tierra.

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