Conéctate a nuestro servicio en vivo
Conéctate a Intercesión
Conéctate a nuestro Discipulado
Restauradores de casas

Restauradores de casas

17 de enero de 2021

Tiempo de lectura: 5 minutos

Serás reconocido como un restaurador de hogares, de sociedades, de tu país.[1] La iglesia es la esperanza para el mundo y nosotros la conformamos. Representamos al reino de Dios en la Tierra y llevamos el poder restaurador del Espíritu Santo a donde sea que vayamos.

Seguramente muchas veces has intentado restaurar algún objeto averiado, pero sin éxito, del mismo modo en que quizá hayas querido restaurar tu negocio, tu confianza en alguien más o tus motivos personales, pero nada funciona. ¿Cuántos no quisiéramos aprender a restaurar nuestro hogar y lo que Dios ha puesto en nuestras manos? Quizá lo estemos haciendo todo bien, pero no le atinamos a lo más importante: la clave está en buscar al Señor y ayunar.[2]

Suele pasar que cuando inicia un año nos llenamos de motivos por los cuales ir a la iglesia: desde llevarles un regalo a nuestros hermanos en Cristo hasta platicarles acerca de cómo estuvieron nuestras vacaciones de fin de año. Sin embargo, lo más importante debería ser el anhelo genuino por encontrarnos con Dios y con Su Palabra. Que la ilusión de cada Año Nuevo no sea más grande que tus ganas de reencontrarte con Él.

Hay tres preguntas que te podrían ayudar a restaurar tu vida. La primera es esta: ¿Por qué haces las cosas? La cual desemboca en muchas otras preguntas: ¿Por qué trabajas? ¿Por qué estudias? ¿Por qué vas a la iglesia? Y aunada a esta última: ¿Cómo sabes que aún no has perdido el amor por la iglesia?[3] Quizá vaya siendo hora de que restaures cada uno de tus motivos: recuerda, por ejemplo, por qué le dijiste que “sí” a tu esposo cuando puso un anillo en tu mano, o por qué razón dijiste alguna vez: “Ella es la mujer de mi vida”. Recuerda por qué estudias, por qué trabajas y qué es lo que te motiva a seguir.

La segunda pregunta es esta: ¿Qué estás permitiendo? Para Dios es tan importante el ayuno como lo debería ser también para nosotros. Es algo que va mucho más allá de dejar de comer, que nos hace más fuertes espiritualmente y que además es determinante para nuestra vida. El primer Adán cayó por un fruto. ¡Ni siquiera una pizza! Esaú cambió la progenitura por un plato de comida y Jesús fue tentado con pan. Esto ocurre porque el ayuno también nos enseña sobre restaurar límites.

Cuando corregimos a nuestros hijos lo que en realidad hacemos es restaurar sus límites, indicarles qué pueden hacer y qué no. Por otra parte, hay aspectos de tu vida que se restaurarán solo hasta que restaures tus propios límites. Por ejemplo, no podrás restaurar tu matrimonio si no dejas de mantener conversaciones con quien no deberías; o no restaurarás tu salud si no te alimentas adecuadamente.

La tercera pregunta es: ¿Quién es el más necesitado? Si nos respondiéramos esto a consciencia nos daríamos cuenta de que siempre habrá alguien más necesitado que nosotros en nuestra casa. Por eso debemos restaurar nuestras prioridades y ser generosos, sin escondernos de las personas que precisan de nuestra ayuda,[4] como la tía que no sabe cómo conectar la impresora, aquel sobrino que necesita dinero o esa hija cuyo corazón fue lastimado por una relación que no funcionó. ¿Quién es la persona más necesitada en tu casa? Muchas veces le damos prioridades a cosas que en realidad no la merecen cuando al mismo tiempo hay alguien cerca de ti que necesita ser escuchado.

Empieza a restaurar tus motivos, tus metas, tus límites y tus prioridades; y no olvides que Cristo es nuestro restaurador, por eso dio Su vida por nosotros. No para que nos alejemos y seamos individualistas, sino para encontrarnos todos con Él en Su iglesia. Él no vino a culparnos, juzgarnos o decirnos que lo estamos haciendo mal, sino a restaurarnos. Por eso te motivo a que seas tú también un restaurador en tu casa, tu familia, tu sociedad y tu país.


[1] Isaías 58:10-14 (NTV): Alimenten a los hambrientos y ayuden a los que están en apuros. Entonces su luz resplandecerá desde la oscuridad, y la oscuridad que los rodea será tan radiante como el mediodía. El Señor los guiará continuamente; les dará agua cuando tengan sed y restaurará sus fuerzas. Serán como un huerto bien regado, como un manantial que nunca se seca. Algunos de ustedes reconstruirán las ruinas desoladas de sus ciudades. Entonces serán conocidos como reconstructores de muros y restauradores de casas. »Guarden como santo el día de descanso; en ese día no se ocupen de sus propios intereses, sino disfruten del día de descanso y hablen del día con delicia, por ser el día santo del Señor. Honren el día de descanso en todo lo que hagan ese día y no sigan sus propios deseos ni hablen palabras inútiles. Entonces el Señor será su delicia. Yo les daré gran honor y los saciaré con la herencia que prometí a su antepasado Jacob.  ¡Yo, el Señor, he hablado!»

[2] Isaías 58:1-9 (NTV): «Grita con la voz de un toque de trompeta. ¡Grita fuerte! No seas tímido. ¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados! Sin embargo, ¡se hacen los piadosos! Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí. Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios. Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí. “¡Hemos ayunado delante de ti!—dicen ellos—. ¿Por qué no te impresionamos? Hemos sido muy severos con nosotros mismos, y ni siquiera te das cuenta”. »¡Les diré por qué!—les contesto—. Es porque ayunan para complacerse a sí mismos. Aun mientras ayunan, oprimen a sus trabajadores. ¿De qué les sirve ayunar, si siguen con sus peleas y riñas? Con esta clase de ayuno, nunca lograrán nada conmigo. Ustedes se humillan al hacer penitencia por pura fórmula: inclinan la cabeza como cañas en el viento, se visten de tela áspera y se cubren de cenizas. ¿A eso le llaman ayunar? ¿Realmente creen que eso agrada al Señor? »¡No! Esta es la clase de ayuno que quiero: pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente; alivien la carga de los que trabajan para ustedes. Dejen en libertad a los oprimidos y suelten las cadenas que atan a la gente. Compartan su comida con los hambrientos y den refugio a los que no tienen hogar; denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda. »Entonces su salvación llegará como el amanecer, y sus heridas sanarán con rapidez; su justicia los guiará hacia adelante y atrás los protegerá la gloria del Señor. Entonces cuando ustedes llamen, el Señor les responderá. “Sí, aquí estoy”, les contestará enseguida. »Levanten el pesado yugo de la opresión; dejen de señalar con el dedo y de esparcir rumores maliciosos.

[3] Apocalipsis 2:2-4 (NTV): »Yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia. Sé que no toleras a la gente malvada. Has puesto a prueba las pretensiones de esos que dicen ser apóstoles pero no lo son. Has descubierto que son mentirosos. Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido. »Pero tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio!

[4] Isaías 58:7 (NTV): Compartan su comida con los hambrientos y den refugio a los que no tienen hogar; denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda.

Temas relacionados:
| | |

¿Te gustó? Compártelo en tus redes

También te puede interesar

No lo dejes de hacer

Emmanuel Carranco

En la discrepancia entre lo real y lo ideal se encuentra la frustración, pero esa imposibilidad de tener o lograr aquello que se desea es la antesala para ver un milagro generado por la fe en una promesa de Dios.

Consecuencias de la visitación de Dios

Pastor Cash Luna

Un padre de familia puede sufrir el síndrome de responsabilidad adquirida capaz de obstruir el beneficio de recibir la visitación de Dios, debido al enfoque constante de dar a los suyos; por eso Jesús enseña que siendo proveedores, como hijos, podemos recibir buenas cosas de nuestro Padre celestial.

La visitación de Dios

Pastor Cash Luna

Un canal de servicio empresarial provee una experiencia gratificante que brinda bienestar a quien lo recibe, de igual manera, entre el milagro que Dios hace y quien se beneficia está otra persona: un servidor lleno de compasión.