Vivir tranquila y reposadamente es un anhelo que puede realizarse si buscamos al Señor, intercedemos por los gobernantes y cumplimos con nuestra responsabilidad.
Tu valor, esfuerzo y fe en el Señor te darán la victoria ante cualquier batalla.
El afán y la angustia no deben ahogar tu fe, sino abrirle paso para que crezca.