09 de septiembre de 2010
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Hace un tiempo pensé en una conversación que podría tener cierto hijo con su padre. En esta conversación el hijo, con lágrimas en los ojos, le preguntaba: ¿Por qué vivimos esta pobreza? ¿Dios se olvidó nosotros? Estas son preguntas que se hace alguien agobiado por la esclavitud y las limitaciones, tal como sucede ahora con familias que viven con deudas, enfermedad y la opresión del mismo diablo sobre sus vidas.
El libro de Jueces 6:1-18 nos relata la historia de Gedeón, un joven que junto a su familia y el pueblo de Israel, vivía esclavo de los madianitas pero fue escogido por Dios para liberarlos. Este joven fue confrontado por el Señor y al escuchar Su voz se preparó para ofrendar porque estaba cansado de la situación de esclavitud y pobreza.
Este período de sometimiento inició porque el pueblo desobedeció a Dios e insistió en buscar dioses falsos. Justo como sucede en este tiempo cuando seguimos en la necedad, dándole espacio en el corazón a lo que no es Su voluntad.
Ellos eran pobres porque los madianitas se llevaban sus cosechas. Algunos sufren lo mismo, cosechan para otros y el dinero que ganan con esfuerzo se va al bolsillo de sus acreedores. El pueblo de Israel era sometido por el devorador. Hay personas que trabajan para pagar la tarjeta de crédito porque están esclavizados por las deudas. Otros tienen sólo para pagar doctores y medicinas porque los esclaviza la enfermedad. El precio de obedecer es bendición y la esclavitud es consecuencia de ser rebelde. Si dejas de cumplir la Palabra te arriesgas a caer en manos del devorador.
La esperanza inicia con la confrontación y la ofrenda
El corazón de Gedeón es como el de muchos de nosotros y las cosas empiezan a cambiar cuando hay una confrontación entre lo que sabes de Dios y lo que vives. La insatisfacción de no vivir junto al Señor y caminar en nuestras fuerzas provoca esa confrontación que nos hace voltear a ver Su rostro y cambiar de actitud.
Gedeón era el menor de su familia y el más pobre pero Dios encontró en su corazón la voluntad de levantarse. Él quiere encontrar un hombre que tenga esa misma voluntad de salir de adelante y esté dispuesto a pagar el precio porque ya se hartó de que le roben sus cosechas. Cuando digas “ya no más esclavitud y pobreza”, cuando definas tu vida y decidas vivir como Dios manda, sucederá el cambio radical porque tu corazón puede ser tan fuerte como lo decidas. Deja de vivir ese ciclo negativo de avanzar y regresar, consagrarte y volver al mundo. Aprende a someter las cosas de la carne y dale prioridad a las del espíritu para que la bendición llegue.
La ofrenda es importante y Gedeón lo sabía, por eso se esforzó y dio algo que significó un gran sacrificio porque la fuerza de su corazón le hizo recordar que había un altar de por medio cuando Dios hacía algo con sus ancestros. No temas cuando sea el momento sembrar. La duda otorga espacio al matador que esclaviza. Los cristianos que viven en temor conocen la Palabra pero no la practican y corren el riego de ser tragados por el devorador. Tú eres como Gedeón en tu familia y debes darle libertad a los tuyos.
Dale gracias al Padre por Su palabra que guía y abre nuestros ojos a la revelación. Preséntale tu espíritu que está listo para recibir la semilla incorruptible que te dará fuerza para ver realizadas Sus promesas. Invoca al Señor para que venga a tu vida y la llene. El Dios de Gedeón y nuestros padres está junto a ti, en tu casa, con tus hijos.
Vence los temores, batalla contigo mismo y libérate de toda carga para que la langosta no se lleve lo tuyo. Niégate a vivir alejado de Su Palabra, permite que te use como lo hizo con Gedeón. Asume la responsabilidad y cubre a tu familia con Su poder. No tengas miedo y toma autoridad para confundir a tus enemigos que saldrán huyendo porque en ti habita el Señor que le enseñó a Gedeón a ser más que vencedor.
¡Pelea tu batalla! Shalom, el Dios de paz está contigo y te dará la victoria.
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