13 de enero de 2013
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Hemos nacido con una gran capacidad de aprendizaje. Los bebés, desde sus primera horas de vida, aprenden a comunicar lo que necesitan y a partir de entonces, nunca dejan de recibir información que procesan y aplican para interactuar. La vida es como una escuela y todos somos maestros, no solo de nuestros hijos, sino de quienes nos observan, por lo que también aprendemos de lo que observamos. Esta maravillosa condición, puede volverse en nuestra contra si no nos tomamos de la mano del Señor, quien nos indica qué es lo correcto, porque es muy probable que hayamos aprendido cosas que no van de acuerdo a Sus parámetros. Yo formo parte de una familia muy tradicional, donde a los varones nos enseñaron a dejarnos servir por las mujeres. Recuerdo muy bien a mi abuelo sentado a la mesa, llamando a mi abuela para que le alcanzara ¡el salero que tenía frente a sus ojos! Por supuesto, cuando intenté aplicar lo aprendido, no me fue muy bien con mi esposa, quien me enseñó a convivir y colaborar en familia. Así que aprendemos cosas que no se deben, tal vez a fumar, a beber o a responder agresivamente. Por lo que debemos someternos a un proceso de “desaprendizaje”. La Palabra nos dice que al conocer a Jesús, fuimos rescatados de nuestra manera de vivir1, es decir que en Él recibimos nueva vida y debemos aprender a desechar lo que no estaba bien y no nos sirve2.
Sin importar nuestra edad, es necesario descubrir lo que aprendimos que no es correcto y quitarnos de encima esas cargas innecesarias. Tenemos la responsabilidad de crecer espiritualmente y para lograrlo hay que liberarnos de lo que pudiera mantenernos atados. La Palabra de Dios debe ser nuestra guía, porque actualmente, parece hemos ampliado nuestra tolerancia, lo malo no parece serlo tanto y vemos lo bueno como malo. Como hijos de Dios tenemos la obligación de vivir según los principios que Él nos enseña. Con los cuales veremos claramente lo que es correcto y lo que es incorrecto.
Jesús es un excelente maestro que nos hace ver lo que debemos desaprender. Cuando decía: “Oísteis que fue dicho, pero Yo os digo”, nos estaba re-enseñando algo importante. De esa forma, pide que no nos acomodemos, sino que alcancemos un nuevo nivel a partir de lo bueno que aprendimos de nuestros antepasados. Por ejemplo, la enseñanza que hemos recibido es que no debemos matar, pero Jesús fue más allá, y dijo que también será culpable de juicio quien se enoje con su hermano o lo llame necio3. ¡Vaya revelación! A partir de este reaprendizaje, vemos que muchos de nosotros debemos arrepentirnos y pedir perdón porque más de alguna vez hemos llamado necio a alguien. Así que es necesario que reaprendamos a hablar. La costumbre nos dice que no es malo y lo vemos como algo normal, pero Jesús dice que es incorrecto, y lo dijo desde hace tanto tiempo que ya deberíamos saberlo. De ahora en adelante, recuerda que “necio” es una mala palabra que debes eliminar de tu vocabulario.
Otro ejemplo es lo que aprendimos sobre el adulterio. Jesús dijo que incluso ver y codiciar a una mujer es adulterio4. Entonces, debemos reaprender a respetar a nuestra pareja y guardarnos de tentación. Desaprendamos costumbres erróneas que hemos adquirido. Incluso, a veces pienso que sería genial que hubiera alguna escuela o universidad cuya misión sea ayudarnos desaprender todo lo erróneo que nos han enseñado.
En otra oportunidad, Jesús dijo que no debemos jurar de ninguna manera, no solamente usando el nombre de Dios, porque nuestra palabra debe ser cierta, cuando decimos sí, es sí, y al decimos no, es no5. Con esto, quería quitar la duda en nuestras conversaciones. Así que reaprendamos a hablar sin decir “lo juro” o “lo prometo”.
¡Hay tantos aprendizajes que podemos replantearnos! Uno muy importante es revisar nuestros hábitos al comer. De pequeños nos decían: “Te lo comes todo, no debe quedar nada en el plato, recuerda tantos niños que no tienen qué comer”. Pero cuando ya somos mayores, debemos desprogramar esas palabras y aprender a decidir qué comemos, en la medida justa para nuestras necesidades. Te propongo que anotes tres cosas que debes desaprender y haz el propósito de lograrlo. Recuerda en qué momento aprendiste a enojarte y afanarte, quién te enseñó a ser desesperado o a dejarte llevar por tus impulsos. Al tomar conciencia de que todo es aprendido, podrás asumir el control, eliminar el aprendizaje negativo y sustituirlo por el positivo.
Debemos reaprender y desechar lo malo, porque somos hijos del Rey de reyes, así que somos príncipes y princesas, y todos deben notarlo con nuestra conducta. Vivamos con la dignidad que nos confiere nuestra herencia divina. Aprendamos lo que nuestro Padre Celestial desea enseñarnos. Camina erguido, con la frente en alto y reaprende a tratar a tus semejantes con una actitud de amor y servicio, porque la Palabra dice que es la mejor forma de demostrar de quién somos hijos.
Dile a tu Padre: “Señor, yo creía que sabía cómo vivir, pensaba que mi conducta era intachable, pero veo que debo reaprender. Enséñame qué es malo para no hacerlo más. Guíame a caminar como hijo tuyo, nacido para amar. Gracias por decirme qué debo desechar para mejorar y recibir el gozo que deseas darme”.
Versículos de referencia
1 1 Pedro 1:18 dice: Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata.
2 1 Pedro 2:1-2 continúa: Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.
3 Mateo 5:21-22 recuerda: Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
4 Mateo 5:27-28 dice: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
5 Mateo 5:33-37 enseña: Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
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