11 de agosto de 2018
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Una guitarra fue mi compañera cuando me quedé sin nada y prácticamente sin nadie. No tenía dónde vivir, había empacado mis cosas en una maleta rota y le dije a Dios “Iré el domingo a la iglesia, te adoraré y tú te encargarás del resto”. Ese día, la tía de un amigo era la dueña de una pensión y me ofreció vivir allí. Aunque ya tenía techo, aún me hacía falta una cama, pero este amigo me invitó a comer a casa de su abuelita y ella me ofreció un catre para dormir. La guitarra, yo no sabía ni tocarla, tampoco sabía cantar, pero eso no me impidió adorar a Dios.
Aquella época fue buena a pesar de que prácticamente no tenía nada. Estaba por casarme con Sonia y le pedí al Señor uno de dos milagros: o que me sacara de aquella situación o que hiciera que ella cupiera conmigo en donde sea. La fe te puede llevar adonde menos lo imaginas cuando crees en la fidelidad de Dios. No se trata de lo que perdiste sino lo que recuperarás. Cuando aprendes a creerle al Señor llega un momento en que llegas a extrañar la nada, ese lugar donde creamos todo lo que declaramos con fe y solo puede ser bueno.[1]
Todo fue hecho por el verbo, por la Palabra de Dios,[2] y la nada es un lugar excelente para iniciarlo todo. Somos hijos del Creador, así que podemos imitarlo porque Él a veces también pierde: le dolió que el hombre se perdiera en su maldad,[3] pero supo recuperarse y hacerlo todo de nuevo desde la nada y solo Noe y su familia sobrevivieron.[4] Volvió a perder más tarde, cuando Josué y Caleb fueron los únicos que entraron en la tierra prometida y el resto de la generación que salió de Egipto murió en el desierto.[5] Vemos, entonces, que hasta Dios nos enseña que no se trata de cuánto hemos perdido sino de cuánto vamos a recuperar.
Hay tres formas de estar en la nada: la primera es, precisamente, no tener nada; la segunda es perder lo que se tenía y la tercera es dejarlo todo.
Cuando no tienes nada, lo más seguro es que te amargues y te descalifiques, si te lo quitaron todo quizá sientas rabia y desees venganza, pero si estás en la nada porque lo dejaste todo, es porque seguramente te sientes animado para empezar algo de cero. Por lo tanto, puedes estar en la nada por distintas razones, pero solo hay una forma de salir de allí: con la fe.
Gedeón es ejemplo de quien no tiene nada, pero para Dios no es contradicción ser pobre y poder ofrendar.[6] Saca lo que tengas escondido y úsalo porque Dios está contigo no importa la circunstancia. Cuando Jesús mandó a predicar a sus discípulos los envió sin pertenencias para demostrarles cómo obtener todo desde la nada por medio de la fe. Otras veces, lo que ya logramos nos detiene e impide lo que Dios aún desea que alcancemos. Abraham, voluntariamente, se iba quedar sin el único hijo que tenía, y por esa razón se convirtió en el padre de una nación,[7] pero si pierdes todo, como Esaú hermano de Jacob, no permitas que la amargura sea tu consuelo.[8]
Jacob soñó y despertó dispuesto a entregar el diezmo al Señor.[9] La grandeza del sueño importa más que la incomodidad de una almohada aun si esta fuera de piedra. Si tu presente es incómodo, declara que tu futuro será poderoso. En la nada tendrás grandes descubrimientos e iniciarás nuevos proyectos. ¡Qué importa si te despiertas con dolor de espalda si lo haces con una revelación!
Mucha gente que ha alcanzado el éxito ha pasado por la quiebra y al quedarse sin nada fue cuando aprendieron más que nunca gracias a su fe. Jesús no solo vino a salvar a quien se había perdido sino también lo que se había perdido.[10] Sana tu corazón de lo que has perdido porque dolor no te ayudará a recuperarlo. Quedarse sin nada puede ser una emoción difícil de manejar, pero Dios puede enseñarnos a recuperar lo que perdimos. Lee las Escrituras y aplícalas a tu vida con fe en que Él hará justicia[11] y en que todo pasará menos Su Palabra.[12]
[1] Génesis 1:1-4: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
[2] Juan 1:1-3: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
[3] Génesis 6:5-6: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.
[4] Génesis 7:23: Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca.
[5] Números 32:11-12: No verán los varones que subieron de Egipto de veinte años arriba, la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, por cuanto no fueron perfectos en pos de mí; excepto Caleb hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de Nun, que fueron perfectos en pos de Jehová.
[6] Jueces 6:15-18: Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.
[7] Génesis 22:14-17: Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá.[a] Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
[8] Génesis 27:41-42: Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo: He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte.
[9] Génesis 28:16-22: Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.
[10] Lucas 19:10: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
[11] 2 Pedro 3:13: Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
[12] Mateo 24:35: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
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