29 de julio de 2025
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Este mensaje es para todos aquellos que en algún momento hemos deseado algo, pero nuestras finanzas en el momento del deseo no alcanzaron. También es para todas aquellas personas que tenemos un ingreso mensual fijo, pero lo que estamos creyendo y anhelando supera nuestros ingresos; igual puede ser significativo para aquellos que podrían estar viviendo una época difícil, pues el deseo profundo del corazón de Dios es que tu condición cambie. La Biblia tiene respuestas para saber la manera en que Dios trata con sus hijos para corregir el corazón.
La palabra clave es destino, porque todos los días le estamos dando una trayectoria a todo aquello que generamos con nuestro trabajo. Cada moneda, cada billete que usted genera, gana y produce, tiene un destino.
Algunos ejemplos de las cosas que definen el destino de nuestros ingresos incluyen el cubrir todas nuestras necesidades. Para satisfacer el hambre, el dinero se dirige a un supermercado o a un restaurante; si se trata de obligaciones por pago de servicios, sabemos que el dinero las cubrirá, pues todos tenemos obligaciones por pagar en la vida diaria. Entre otros posibles destinos están la educación, los placeres, el deseo que usted tiene, unas vacaciones, ropa, zapatos y mucho más.
Una de las cosas por entender es que la fe le puede dar un destino a aquello que nosotros producimos. Sin embargo, cuando no tenemos un orden en el destino que le damos a nuestras finanzas, vamos llevando la vida a lo que sale, a lo que toca, a lo que tengo. Y cuando la necesidad supera al ingreso, da inicio un estado emocional complicado. Cuando los gastos sobrepasan el ingreso, la condición mental y emocional cambia.
Para comprender lo que Dios quiere tratar en nuestra vida durante esos procesos, aprendemos del pueblo de Israel cuando estaban saliendo de la esclavitud de Egipto.[1] Ellos trabajaban durísimo y lo único que recibían como pago era el sustento diario para comer. Dios los sacaría de esa condición para liberarlos e introducirlos en una nueva etapa, para llevarlos a una nueva condición de vida.[2]
Ese deseo de Dios no ha cambiado porque juró bendecirnos. El problema es que los israelitas no le creían a Moisés y a veces nos ocurre lo mismo a causa del sufrimiento que conlleva no ver resultados efectivos para mejorar nuestra condición de vida. Cuando la tristeza, la angustia y la desesperación son enormes, será arduo escuchar un mejor destino lleno de esperanza.
No obstante, llegó el día de la liberación de Egipto y Dios les dijo que se llevaran todo: salgan, lleven comida y díganles a los egipcios que les den sus joyas y su oro porque Dios tenía un destino para esos bienes de riqueza.[3] Ya fuera para construir el tabernáculo en el desierto o como compensación a todo el trabajo no pagado en Egipto, los israelitas recibieron mucho oro de los egipcios que tenían pánico de las plagas y señales que habían visto. ¿Qué destino le dieron los hebreos al oro recaudado? Se hicieron un becerro de oro para adorarlo. Es decir, le atribuyeron un destino diferente al que Dios le daría al oro.
Tres aspectos se evidencian en estas acciones: el primero es que Dios les enseñaría el destino que debían darle a la riqueza; el segundo es que Dios les entregó esos bienes; y el tercero es que ellos definieron en qué usarlo, cuando Dios tenía un destino diferente. En lugar de adorar a Dios, se fueron para alabar a un ídolo y en eso invirtieron el oro.
Cuando Dios nos da algo, lo hace para que lo administremos hacia un destino que ya ha planeado, pues de lo contrario es fácil que la intención humana cambie las cosas. Nuestro problema radica en definir el uso incorrecto de la riqueza que Dios nos da y eso conlleva muchas complicaciones. Dios enseña que no solo de pan vivirá el hombre y luego lo repite el mismo Jesús en la tentación en el desierto. Entonces, el destino del dinero puede llevarse con nuestros métodos o con la fe en Dios, pero son muy diferentes.
El dinero sirve para todo, sirve para mi beneficio y yo no le sirvo al dinero; eso es lo que la Biblia enseña con diferentes personas.
El rey David era un adorador, un rey, un guerrero con la capacidad de enfrentar gigantes. Tenía un tesoro personal que puso como ofrenda para construir un templo para Dios.[4] En tanto, el rey Agur señala que solo espera que Dios le dé lo suficiente para vivir.[5]
También aparece un pueblo al que Dios le señala como un ladrón de sus bienes; y aparece un Jacobo que, cuando tenía una piedra por almohada durmiendo en la calle, recibe la respuesta a su oración por recursos. Por un lado hay un pueblo que se queda con el diezmo y, del otro, un hombre que dice que cumplirá su promesa de dar el diezmo de todo lo que Dios le entregue como riqueza.
En la vida de Jesús, este mismo tema tiene una respuesta en el destino del dinero frente a un joven rico, que prefiere alejarse de Él un tanto triste y desconcertado porque decide que el dinero en sus manos se llevaría a otros destinos y menos para servir a los necesitados.[6] Allí no vemos a Jesús insistiéndole; sencillamente, lo deja ir. Luego aparece la escena del centurión romano, un hombre reconocido por su generosidad y sus ofrendas para construir una sinagoga con sus propios recursos. Este hombre romano le dio un destino diferente a sus ingresos para la educación y formación en los mandamientos de la Palabra de Dios.[7] No era hebreo, pero entendió la importancia de darle un destino trascendental a su riqueza.
Finalmente, ¿Cómo quién de estos dos personajes te gustaría ser? En la temporada que estamos viviendo, debemos decidir actuar creyendo en Dios, aunque sea la etapa más difícil. Ya no se trata de nuestras posibilidades ni nuestras fuerzas, se trata de mi fe. Ahora no es cuánto tengo, sino cuánto le creo a Dios.
[1]Deuteronomio 8:2-4 (RVR1960: Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.
[2]Éxodo 6:6-9 (RVR1960): Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy Jehová; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ. De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.
[3]Deuteronomio 8:2-4 (RVR1960): Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.
[4]1ª de Crónicas 29:3-5 (RVR1960): Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios: 4 tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las paredes de las casas; 5 oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?
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