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Ganémosle al cansancio

17 de abril de 2010

Tiempo de lectura: 3 minutos

 

Cuando nos cansamos, debemos renovar nuestras fuerzas en la presencia de Dios e interceder unos por otros, así podremos alcanzar el éxito.
Terminar lo que iniciamos

El cansancio puede ser emocional, físico o mental. El cansancio es enemigo del éxito,  así que debemos renovar nuestras fuerzas para  poder terminar lo que empezamos. Una carrera no es nada si no hay corredores. Pero en ocasiones, no queremos seguir, pues hemos tenido decepciones, tropiezos  y nos cansamos. A menudo, empieza con un cansancio emocional o mental y se convierte en un cansancio físico.

Todos nos cansamos. Sólo el que no corre, no se cansa. Es importante que terminemos lo que empezamos, pues  el que no termina no tiene premio; no existe un premio de consolación. No importa cuánto nos cansemos en la vida, si nos agotamos al máximo, pero no terminamos, no obtenemos el premio. ¡Debemos terminar para ganar!

Si a un deportista se le acaba el aire y para de repente, se acalambra. Parar no funciona para el cansancio físico, y tampoco para el emocional y mental. No podemos poner pausa a nuestra vida. No paremos, si no que busquemos el segundo aire. Esto no soluciona el problema, pero podremos continuar hasta finalizar.

La Palabra de Dios nos inspira a un segundo nivel para terminar. En ocasiones, nos cansamos de hacer el bien, y bajamos el paso, pero recordemos que los esfuerzos extraordinarios nos llevan a premios extraordinarios. Necesitamos un antídoto para ese cansancio, y es seguir adelante. Algunos optan por cambiar de carrera, pero  esa no es la solución, pues no terminan ni una ni la otra, y no obtienen ningún premio, sino solamente una gran frustración y cansancio.

Nuestro éxito bendice a otros

Hebreos 12:3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Recuerde que su éxito  puede bendecir a otros; entonces viene una motivación para seguir adelante; le garantizo que Dios le puede dar su segundo aire. Correr con Jesús es más fácil. Un segundo esfuerzo es la oportunidad para alcanzar la meta. El éxito de Jesús al terminar su misión, nos dio una oportunidad para que lo tengamos en nuestro corazón. Lo que tú alcances va a bendecir a la gente a tu alrededor.

2 Corintios 4:1 Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.

¡No desfallezcamos, Dios está con nosotros!

Filipenses 3:12-15 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

No te detengas

No puede parar sólo porque está cansado; el problema o enemigo no para, sino que aprovecha esa oportunidad para ganarle. Correr la carrera con Jesús le va a permitir no desmayar. Pablo estuvo en la cárcel por predicar el evangelio, y estando ahí, empezó a escribir cartas para motivar a la gente de afuera. Debemos interceder unos por otros para no perder el ánimo. Orando e intercediendo va a encontrar su segundo ánimo.

2 Tesalonicenses 3:13 Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

Gálatas 6:7-10 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Dios no puede ser burlado. Si usted ha sembrado lo bueno,  ha estado en santidad, va a cambiar de corrupción a vida.

Mateo 11:28-29 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

No hay nada más fuerte para el cansancio emocional o mental que sufrir por hacer el bien. Si se siente cansado, lo primero que tiene que hacer es aceptar que no es el único y que necesita de las fuerzas del Señor. Luego preséntese delante de Dios, pidiendo un descanso, un segundo aire.  ¡Debemos presentarnos con una buena actitud ante el Señor, para que El renueve nuestras fuerzas!

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