21 de abril de 2019
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Vivimos una época de reemplazos constantes. Waze sustituye a los mapas de papel, Airbnb a las cadenas hoteleras, Uber a los taxis, Amazon a las tiendas por departamento, Netflix a las compañías de cable, Google a las enciclopedias… Junto con estos cambios, WhatsApp está sustituyendo nuestra forma de comunicarnos y las redes sociales como Facebook e Instagram se han convertido en el medio preferido para expresar nuestros sentimientos a otras personas.
Todo esto es parte de la evolución humana, sin embargo, al estar rodeados de tantas posibilidades de sustituir podríamos llegar a remplazar lo insustituible. El problema no es que WhatsApp o las redes sociales renueven nuestra forma de comunicarnos, sino que sustituyan nuestra cercanía con las personas que amamos. Por eso la Palabra de Dios nos enseña que hay cosas que son insustituibles: los amigos,[1] por ejemplo, y el mejor de todos es Jesús, quien dio la vida por nosotros.[2] ¡No sustituyamos su amistad por nada del mundo! Su resurrección también es insustituible porque por ella somos salvos y bendecidos.
La familia tampoco es sustituible, no la descuides por ocuparte de otras personas.[3] El tiempo junto a tus hijos no lo vivirás otra vez: o es tu tiempo con ellos o el tiempo de ellos con alguien más. Cada abrazo que das a los tuyos evita que ellos busquen cariño en otras personas. Abrázalos todos los días, en cualquier momento.
La oración también es insustituible porque cuando oramos nuestro espíritu se fortalece. No pretendamos acumular logros de vida sin oración porque es más poderosa que la propia voluntad y además la clave para alcanzar las promesas de Dios.[4] La fe tampoco es reemplazable porque para alcanzar las promesas de nuestro Padre antes debemos creer en ellas.[5] A propósito de esto, el pastor Cash Luna nos ha enseñado que la fe es el mayor capital que podemos tener porque nos acompaña donde la razón nos abandona. No sustituyas tu confianza por la duda: digan lo que digan, se enoje quien se enoje, nunca dejes de creer.
Junto con la oración y la fe está la Palabra de Dios, también insustituible porque es la lámpara de nuestro conocimiento. La Biblia no solo nos da consejos, sino mandamientos de vida.[6]
Y sobre todas las cosas, no podemos sustituir a Dios porque solo Él nos da Palabra de vida eterna.[7] Su presencia es lo más valioso que tenemos, no la sustituyas por la de alguien más. El Señor nos ama tanto que jamás nos abandonará, también somos insustituibles para Él.[8] ¡Nunca sustituyas tu eternidad por algo temporal! Pídele que se convierta en lo más importante de tu vida y declara una relación sólida con las personas que amas.
[1] Proverbios 17:17: En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia.
[2] Juan 15:13: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
[3] 1 Timoteo 5:8: Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
[4] Mateo 21:22: Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
[5] Hebreos 11:6: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
[6] Hebreos 4:12-16: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
[7] Juan 6:68: Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
[8] Mateo 8:12: ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
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