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¡Jesús resucitó! … ¿Y ahora qué?

¡Jesús resucitó! … ¿Y ahora qué?

22 de abril de 2025

Tiempo de lectura: 6 minutos

¿Cuál es la responsabilidad que nos toca vivir ahora que Jesús resucitó? Así como Él lo hizo, un día resucitaremos todos juntos y esa es nuestra mayor esperanza. Al resucitar, Jesús selló su misión, que es la reconciliación del cielo y la Tierra.[1] Cristo Jesús dio su vida por nosotros, tomó nuestro lugar al vencer la muerte para reconciliarnos con Dios Padre y ese es solo el inicio del proceso de reconciliación.

Dios puso eternidad en el corazón de los hombres como un destino

Es difícil de asimilar para el hombre, pues contrasta con entender la obra que ha hecho Dios al poner eternidad en nuestros corazones, tan así como para afirmar que todo lo hizo hermoso en Su tiempo.[2] Recuerda que durante la vida en el huerto de Edén el cielo estaba sobre la Tierra. El hombre y Dios caminaban juntos; esa era la unión perfecta del cielo con la Tierra.

Luego vino la tragedia de la humanidad: el reino terrenal con el reino celestial se dividieron y fuimos expulsados; desde entonces empieza la labor del plan de Dios, que es reconciliar otra vez el cielo con la Tierra para una unión perfecta. Así surge la nueva realidad del evangelio: Cristo Jesús nos vino a reconciliar con nuestro Creador; ahora tenemos que aprender a vivir en donde el cielo y la Tierra se unen.

Trabajar para que se evidencie el cielo con la Tierra

Oramos por sanidades y milagros, pues es traer el cielo a la Tierra, pero tenemos que ver la vida sabiendo que en la línea de tiempo de nuestra breve vida existen acciones que cambian el futuro y pueden perjudicar nuestra eternidad. Aceptar a Jesús como Señor y Salvador abre el reino de los cielos, desde donde podemos ver todo lo que Dios quiere hacer, pero existen otras variables que determinan ese futuro y eso repercute en el juicio final.[3]

Jesús enseñó que acciones de servicio a las personas consideradas como insignificantes cuentan sobre la eternidad; servirles a ellos es hacerlo a Jesús. Y eso lo ejemplificó de diferentes maneras con su ejemplo y su modelo de servicio, buscando siempre al más necesitado fuera de su zona de comodidad, como lo ilustra con la parábola del buen samaritano.[4]

El apóstol Pablo lo describe exponiendo su disponibilidad a sufrir penalidades por el bien de los demás y de la iglesia.[5] Es como si Pablo estuviera diciendo: «Quiero que sepan que yo estoy enfocado en lo eterno y, por esa razón, si muero y me sacrifico a mí mismo haciéndome parecido a Jesús en la cruz, se manifestará el peso de la gloria de la vida eterna».

El significado actual de reconciliar el cielo con la Tierra

Existe un momento en que el Espíritu Santo nos lleva a salir de la burbuja donde vivimos como cristianos, pues siempre deseamos volver a nuestra condición humana. El reto que tenemos es servir al que consideramos insignificante para reconciliarlo con Dios.

Jesús le repite tres veces a Pedro si lo ama y, con su respuesta, lo invita a enfocarse en el cuidado y alimentación de sus ovejas. Pedro todavía no comprendía este mensaje y se puso triste porque esto iba más allá de lo que se podía ver en ese momento.[6]

Si vieras a Jesús, sin duda lo servirías

Jesús, al resucitar, se presenta a diferentes discípulos, pero no lo reconocen. No lo veían, aunque tenían la oportunidad de servirle. En la tumba lo ven como el hortelano, en el camino a Emaús lo ven como un forastero, quien debe seguir su camino, pero ellos le dicen: «Quédate aquí, hay techo y comida». Con esa acción, sus ojos se abrieron y lograron verle. Luego aparece como un experto pescador y piensan: «¿Será Jesús?» Porque les costaba creer que estaba vivo.

Un reto de grandes proporciones para tu destino eterno

A los discípulos les tomó tiempo comprender que era Jesús quien se les presentaba y no lo podían asimilar. Allí está el reto que tenemos por delante y pedimos que el Espíritu Santo nos pregunte si amamos a Jesús, si lo podemos ver en aquel que consideramos como insignificante: un niño, una persona necesitada de sanidad, un preso, una persona con hambre.

El mayor desafío que podemos tener como cristianos es tratar a todos como trataríamos a Jesús. El Señor sigue siendo nuestro maestro y todavía nos impulsa para establecer el reino de los cielos en la Tierra. Si lo miras, no dudes en servirlo.

Referencias

[1]Colosenses 1:18-20 (NBLA): Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, 20 y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la Tierra o las que están en los cielos.

[2]Eclesiastés 3:11 (RVR1960): Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

[3]Mateo 25:31-40 (NTV): Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado por todos los ángeles, entonces se sentará sobre su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán en su presencia, y él separará a la gente como un pastor separa a las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron. Entonces esas personas justas responderán: Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos algo de beber, o te vimos como extranjero y te brindamos hospitalidad, o te vimos desnudo y te dimos ropa, o te vimos enfermo o en prisión, y te visitamos? Y el Rey dirá: Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí y él responderá: Les digo la verdad, cuando se negaron a ayudar al más insignificante de estos, mis hermanos, se negaron a ayudarme a mí. Y ellos irán al castigo eterno, pero los justos entrarán en la vida eterna.

[4]Lucas 10:25-29 (RVR1960): Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

[5]2 Corintios 4:10-18 (NBLA): Llevamos siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal. Así que en nosotros obra la muerte, pero en ustedes, la vida. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: creí, por tanto hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que Aquel que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará junto con ustedes. Porque todo esto es por amor a ustedes, para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de Dios. Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

[5]Juan 21:15-17 (RVR1960): Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

[6]Juan 13:34-35 34 (RVR1960): Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros

 

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