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La seguridad de la bendición

16 de octubre de 2016

Tiempo de lectura: 7 minutos

Hay un pasaje de la Escritura, Habacuc 3:17-19, que me encanta porque nos habla de una fe inquebrantable. Este profeta dice que si llegara a faltar algo, él igual se alegrará porque Dios es su fortaleza, quien hace sus pies como de cierva y lo hace andar en alturas[1]. Entonces, la revelación es que no te hará falta nada, pero si hiciera falta, el profeta nos muestra la actitud correcta: el gozo y la alegría delante de Dios, con plena confianza en que nos provee en todo momento. Él es nuestro Salvador, y al decirlo no nos referimos solo a la vida eterna, sino también a que nos salva de cualquier situación. Si pasas por el fuego, por las aguas, Él estará contigo.

La fe en que Dios nos ama y desea bendecirnos es indispensable para vivir, como es indispensable la raqueta para los tenistas y la calzoneta para los nadadores. Dios dice que nos llevará a nuevas alturas y debemos llevar el equipo adecuado, la fe, para llegar hasta donde desea guiarnos. Habacuc dice que le da pies como de cierva, es extraño, ¿verdad? De hecho, los cristianos creemos en situaciones extraordinarias. Es de lo más extraño tener fe en que somos salvos si aceptamos a Jesús como Señor y Salvador. También es extraño que los enfermos sanen al imponer manos, que logremos proezas en el poderoso nombre de Jesucristo. Es extraño que las ventanas de los cielos se abran hasta que sobreabunde cuando diezmamos. Así que acostúmbrate a lo extraño porque no todos te entenderán y aceptarán. Si Dios dice que nos dará pies como de ciervo para alcanzar nuevas alturas, ¿quieres verte bonito o subir la montaña? ¿Quieres que te acepten o alcanzar la cima? No importa lo extraño que se vea, si funciona, demos gloria a Dios.

Además, aprovechemos todos los talentos y oportunidades que nos ha dado, porque es otra forma de mostrar que tenemos fe. No seamos como el servidor que recibió un talento. Seguramente se comparó con los otros dos que recibieron más. ¿Cuánto has desperdiciado porque sientes que recibiste menos? Imagino que los otros dos servidores también sintieron miedo, pero no lo confesaron, ni criticaron a su señor, como hizo el que enterró su talento. No presumas de tener revelación si no la llevarás a la acción de forma correcta. ¿Quiénes realmente conocían a su señor? Aquellos que se pusieron a trabajar. Mientras menos productivos somos, más cercanos a las tinieblas estamos, es decir, más alejados de la luz. Al ser improductivos perdemos la luz, la visión, las ideas. Aunque sea un talento, ¡úsalo, deja de quejarte!

Renovemos nuestro pensamiento, veamos las circunstancias de acuerdo a la fe que Dios nos da, porque lo que pensamos rige nuestro comportamiento y acciones. No actúan de la misma forma quienes piensan que son hijos de Dios y quienes piensan que son producto de la evolución de un mono, porque su percepción de la vida es diferente.

Cuando renovamos nuestro entendimiento, salimos del sistema de este mundo y nos trasladamos al sistema del reino de Dios, donde operamos de acuerdo a Su voluntad buena, agradable y perfecta. Vivir con Dios no es una religión, sino que es una experiencia emocionante que dependerá de nuestra determinación para activar nuestra fe. Deja de ver la fe que te falta y enfócate en la que tienes. Si la entierras porque crees que es poca o tienes miedo a usarla, dile adiós a tus pies como de sierva. Yo tengo mil defectos, pero soy como niño cuando se trata de creerle a Dios y espero que mis palabras te contagien para que tú también creas. Usa tu fe para que tu negocio crezca, que tus hijos sean levantados y alcances todo tu potencial. Si obedeces lo que Dios te dice, tu semilla producirá fruto donde sea que Él te indique. Tal vez piensas que estratégicamente tu negocio debe estar en cierta zona, pero sigue Sus instrucciones y no fallarás. Además, la Escritura dice que debes pensar de ti mismo según tu medida de fe, no menos ni más[2], porque nadie sale adelante con un bajo concepto de sí mismo, pero tampoco con prepotencia, arrogancia y orgullo. No te conformes con este siglo, con el sistema de este mundo, busca acceder al sobrenatural sistema del reino de Dios.

La historia de Abram y Lot nos comparte poderosas enseñanzas sobre la fe. Cuando surgieron problemas porque ambos eran prósperos, Abram dejó que Lot escogiera el territorio que deseaba habitar, porque estaba seguro que donde fuera, Dios le daría bendición, tal como se lo había prometido cuando le pidió que saliera de su ciudad. Lo más poderoso de esa promesa fue que en Abram, Dios prometió bendecir a todas las familias de la tierra[3]. Por lo tanto, tú también eres bendito. Lot escogió vivir en el oriente[4], en la llanura del Jordán, donde veía más potencial. Buscó las bendiciones que entran por los ojos. Abram solo buscaba a Dios, quien le dijo: “Te bendeciré”. Conjugó el verbo en futuro, así que Abram estaba expectante para ver el cumplimiento de esa promesa. Y se cumplió sin dudar. En otro pasaje más adelante, leemos que Melquisedec, sacerdote de Salem, le dio pan y vino, símbolos de Jesús, a Abram, y lo bendijo[5]. ¡Jesús nos trae la bendición que el Padre prometió! Por eso es que no debemos tener miedo frente a lo que nos quiten o lo que falte, porque debemos estar convencidos de que nuestra bendición viene de Dios. Si alguien quiere quedarse con tu herencia, con las acciones de tu empresa, pues que se las queden, porque tu bendición vendrá del Señor. Recordemos que la Palabra dice: “Busca primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás será añadido”. Tú no buscas, las bendiciones te buscan.

Te tengo una maravillosa noticia, la Palabra dice claramente que en Cristo Jesús y por fe, la bendición de Abram se extiende a todos, porque es un pacto que Dios hizo y que se ratifica[6]. Dile a los demás que escojan su bendición como quieran, porque tú ya fuiste escogido por Dios para recibir Su bendición. Toma esta revelación para alcanzar esas nuevas alturas que Dios tiene para ti. ¿Se quedaron con tu negocio?, Abre otro; ¿no te dieron herencia?, haz la tuya porque así piensa un bendito de Dios. Deja que los “Lot” a tu alrededor persigan sus bendiciones, pero tú debes tener la fe de Abram y dejar que la bendición te alcance.

La fe es como la nitroglicerina, solo una gota basta para explotar todo en beneficio tuyo. Deja de envidiar la fe de otros y activa la tuya. No la entierres, no te conformes a este mundo, no busques privilegios con la gente si Dios te ha dicho que te bendecirá. Tú eres bendición y eres quien debe repartirla, para eso fuiste llamado[7]. Si tienes la bendición de Abram, puedes darla a los demás. Jesús mandaba a los discípulos a predicar sin nada, así como salió Abram de su tierra, sin nada, porque donde iban recibirían en abundancia. Así sucederá contigo. No abras un negocio con dudas, sino convencido de que Dios está contigo y no te ha desamparado jamás. Toma a tus hijos y recuérdales que están bajo un pacto que no se puede invalidar porque son tus herederos. De ahora en adelante, dormirás tranquilo y disfrutarás de tu trabajo porque tus semillas darán abundante fruto.

En el nombre de Jesús, recibimos lo que Dios nos ha prometido. Démosle gracias y adorémosle. Es interesante que la palabra en hebreo para bendecir es barak, que también significa adorar, por lo tanto, adoremos y bendigamos a Dios, el único de quien esperamos y recibimos bendición.


[1] Habacuc 3:17-19: Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales. Con todo, yo me alegraré en Jehová,

Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.

[2] Romanos 12:2-3: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

[3] Génesis 12:1-3: Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

[4] Génesis 3:7-11: Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.

[5] Génesis 14:17-19: Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra;

[6] Gálatas 3:13-15:  Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.

[7] 1 Pedro 3:8-9: Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

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