17 de junio de 2012
Tiempo de lectura: 4 minutos
El mundo ha cambiado, ahora todo es diferente, especialmente en la familia. Aunque algo que no ha cambiado es el protagonismo de la madre en la vida de los hijos y dentro de la sociedad. Por ejemplo, para cualquier fiesta o evento, pareciera que nos bombardean con la presión por agradar a mamá para navidad, para el día del cariño, para el día de las madres, en fin, todo momento es propicio para recordar a mamá y su amor, pero ¿qué pasa con papá? ¿Acaso no es importante? ¡Claro que sí! Aunque es innegable que la madre lleva ventaja, ya que al nacer su bebé, se ha relacionado íntimamente con él durante 9 meses. Y muchas veces lo papás, frente al recién nacido, no sabemos qué hacer o qué decir, y terminamos por hacer mil muecas que a los ojos de otros pueden verse divertidas. Pero también nos entregamos, especialmente en la lucha por proveer a nuestros hijos.
Como les explicaba, ahora las cosas han cambiado. Antes aprendíamos a honrar a nuestros padres. Recuerdo que por la tarde, cuando papá regresaba de trabajar, todos corríamos a saludarlo, ni el perro se quedaba atrás, al contrario, creo que en casa un par de perros se murieron del corazón por la alegría que les provocaba ver a papá o si no se morían, ¡se les recalentaba la cola de tanto moverla! Ahora, cuando papá entra a casa, solo lo recibe el silencio, ni el perro se le acerca porque está entretenido junto a los niños que juegan en la computadora. Y si el papá se acerca donde están sus hijos, ellos, con los ojos pegados a la pantalla y los dedos en los controles, le dicen: “Espera papá, ya casi estoy pasando al otro mundo”. A lo que el padre responde: “¡Al otro mundo te enviaré si no me saludas, caramba!”
Tanto han cambiado las cosas que la tecnología atropella a los padres. Ahora, si le regalas un celular a tu papá, él te dirá que te lo vendieron dañado porque no tiene botones y puede que te lo devuelva roto porque de pronto lo vio vibrar solo y le dio de escobazos pensando liberarlo de algún espíritu inmundo. A pesar de todo, los padres intentamos ponernos al día para comprender a nuestros hijos, porque ser papá es un trabajo que no tiene jubilación. A veces me aterra ver la imagen de padre que nos vende la publicidad: un hombre fuerte y lleno de vitalidad, capaz de llevar en hombros a su hija de más o menos 10 años, tomar con la mano derecha a otro de sus hijos y con la mano izquierda tomar a su esposa, al tiempo que corren atravesando un prado de girasoles. Al verlo, me digo: “Ese hombre tiene columna vertebral de hierro, porque la otra noche intenté llevar a mi hija dormida a su cama y luego de medio metro, ¡ella tuvo que cargarme a mi!”. Así que realmente no somos siempre tan fuertes como se ve en los anuncios de televisión. Cometemos errores y aprendemos con el tiempo a mejorar. Pero también envejecemos y nuestro humor cambia. Seguramente nos volvemos irritables y difíciles por las cargas de la vida, sin embargo, necesitamos comprensión y cariño.
Pocos logran darse cuenta del enorme esfuerzo que hace un padre por sostener una familia. Esta tarea es realmente difícil y la hacemos sin esperar nada a cambio, aunque el agradecimiento de los hijos nunca sobra y cae muy bien. Incluso, La Palabra dice que honrar a los padres es garantía para que a los hijos les vaya bien en la vida. Algunas familias deberían revisar su situación porque la falta de honra podría ser la razón por la cual no fructifican los esfuerzos por superar las dificultades financieras. Revisa la relación con tus padres y hónralos si quieres te vaya bien. La Biblia no dice que se honre a los padres que lo merecen, dice que los honres y punto. Si tu padre fue un vago, irresponsable y borracho, él tendrá que dar cuentas de sus actos, pero tú debes obedecer al Señor y honrar a tu padre, porque también darás cuentas de tus actos y decisiones.
El mal se vence con el bien, en cualquier relación, especialmente en la relación con tus padres. Devuelve siempre amor y afecto, nunca digas algo negativo de tus padres porque tú también serás juzgado y lo mejor es que seas identificado como alguien que dio amor a pesar de todo y sin restricciones.
El lugar más triste sobre el planeta son los funerales y los cementerios, no por la persona que muere, sino por quien se queda y se lamenta porque tiene una deuda de cariño que no podrá pagar. El tiempo es inexorable, lo que no dijiste y lo que no compartiste con tu padre será algo que no podrás recuperar. Lo mejor es expresar en vida lo que sea necesario, para que al final, puedas decir: “Papá te extraño, pero guardo hermosos recuerdos de los momentos que pasamos juntos, nada me debes y nada te debo porque te amé y honré hasta el último momento de tu vida”. Entre los cristianos está prohibido tener deudas de amor con los padres.
Cuando somos padres, asumimos un compromiso que no termina ni siquiera con la muerte, porque nuestra imagen perdura por generaciones. Por eso, y como padre de familia, motivo a los varones a esforzarse por ser dignos ejemplos para los nietos de los nietos de sus hijos. Pidamos al Padre por excelencia que nos otorgue sabiduría, fuerza y amor para enfrentar nuestros retos y responsabilidades con los hijos que nos ha regalado.
A los hijos les aconsejo que no se queden con el recuerdo de las lágrimas y los regaños de papá, mejor guarden en su corazón la ternura y el agradecimiento que ustedes les regalaron a ellos, incluso por aquello que nunca recibieron. Honra a tu padre con todo tu ser, tal como Jesús honró al Suyo. Además, corre al encuentro de tu Padre celestial quien te dice: “Eres Mi hijo amado, Yo te espero con los brazos abiertos”.
Temas relacionados:
Amor | Familia | Identidad | Paternidad | Valores
En el eterno presente de Dios mil años son como un día, debemos aprovecharlos, contarlos y vivir recuperando las oportunidades que nos ha dado, porque algunos días son malos, otros muy buenos, pero todos son cortos.
Revisa las lecciones aprendidas para edificar el reino de Dios, dejando atrás el misterio de la torre de Babel con sus ideas contrapuestas para imponer la voluntad propia sobre la autoridad de Dios.
La memoria humana funciona estrechamente relacionada con recuerdos de mayor impacto emocional como la ira, el miedo, la paz, el gozo o la tristeza, entre otras. ¿Es posible seleccionar solo los buenos recuerdos en la vida? ¿Cómo funciona la memoria de Dios?