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Tú puedes ser un milagro

01 de abril de 2010

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

 

En nuestra boca hay milagros y debemos hacer que ocurran. Hay dos tipos de cristianos, quienes  piensan que Dios hace cosas todos los días por nosotros y quienes piensan que Dios nos creó y ya no hace nada más. Los dos extremos son malos porque  debemos creer que Él obra siempre pero también es necesario que hagamos nuestra parte.  Debemos comprender que tenemos la capacidad de convertirnos en un milagro para otros.

En todo el mundo hay personas muriendo de hambre, sin ir muy lejos, en nuestro país Guatemala, hay mucha gente pidiendo comida.  Hace poco fui a visitar a unos niños que viven en una casa de beneficencia. Me dieron en brazos a uno muy lindo a quien literalmente su madre estaba enterrando vivo porque no tenía nada que darle de comer. Es terrible pero cierto, hay muchas personas que no necesitan oración sino acción y podemos ser un milagro para ellos.  Decirse cristiano y no tenderle la mano a una persona que lo necesita sería una vergüenza.

Además, debemos ser personas de acción no solamente en situaciones extremas sino en todo momento. Yo pastoreo jóvenes y muchas personas me llaman pidiéndome que les recomiende a mis ovejas porque son buenos trabajadores que se convierten en milagros dentro de las empresas. Créele a Dios por ser uno de esos empleados que todos quieren porque son buenos y eficientes.

Hay gente que anhela lo que tú tienes.  Me ha sucedido que en el gimnasio se me acercan para pedirme consejo por problemas familiares y de todo tipo.  A nuestro alrededor hay mucha gente necesitada, atravesando experiencias que nosotros ya vivimos así que podemos darles las respuestas.

Luz del mundo y sal de la tierra

El Salmo 115:16 dice: Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.

Este salmo habla de jurisdicción, es decir que Dios otorgó la tierra para alguien y se quedó con los cielos. Si nos ha dado la tierra, debemos hacer algo por ella, ¿no te parece?  Imagina si fueras una persona que constantemente da algo, también recibirías agradecimiento a cada momento. Si multiplicamos esa actitud nos damos cuenta que la tierra sería un lugar lleno de gratitud y de personas felices que dan y también reciben.

Dios nos abre puertas y nuestra actitud generosa también.  Ser la solución para los que buscan respuestas es garantía de éxito.  Cierta vez me sucedió que fui a visitar a un amigo y el guardián no me permitió entrar al condominio. Por mucho que insistí, me envió a quedarme en el parqueo para visitas.  Cuando fui por segunda vez, ya no le rogué sino que le regalé una soda y encantado me dejó entrar. Ahora somos amigos.

Literalmente, dar abre puertas.  La gente se siente feliz cuando recibe y dar también llena de satisfacción y alegría, especialmente si lo hacemos en nombre del Señor.

David es un ejemplo de ser milagro para otros.  Él fue el único que ofreció solución para la amenaza que enfrentaba  el pueblo. Aunque nadie, ni sus hermanos, creían en su capacidad, no se amedrentó y solucionó el problema.  Lo mismo debes suceder contigo porque tienes un milagro dentro. Dios vive en ti, demuéstralo. Eres la personificación de Jesús a quien otros no pueden ver.

Moisés fue un milagro de libertad y provisión para un millón y medio de personas.  Todo fue sobrenatural, desde convencerlos de que era el enviado del Señor hasta conseguir que se abrieran las aguas del Mar Rojo.  Cada uno tenemos “personas milagro” a nuestro alrededor.

Personalmente doy gracias a Dios por mi pastor, el apóstol Cash Luna, porque él ha sido un milagro en mi vida.

Noé fue un milagro desde el momento que decidió fabricar el arca. Pedro también fue un milagro para el cojo que le pedía limosna y le dio lo que tenía, es decir sanación en el nombre del Señor. Al igual que ellos, tú debes manifestarte en la vida de quienes te rodean y necesitan.  Deja de menospreciarte y date cuenta que eres respuesta para muchos.

Tienes algo que otros necesitan. Las sobras de unos pueden ser el sustento de otros.  Yo quiero reclutarte para que seas un milagro en la vida de otros, empezando por tu familia. Mi esposa, por ejemplo, es un maravilloso milagro por el que no me cansaré de agradecer. Aprende a ser un milagro de padre, madre, hijo,  esposo y esposa.

Todos deben pensar en ti con agrado, convencidos de que eres una bendición donde vayas. No te quedes con el milagro del vecino o del compañero de trabajo, da lo que tienes. La gente nos necesita. Jesús decía: “los que están cansados vengan a mí que les haré descansar”.  Hay mucha gente cansada que ya no aguanta y nosotros debemos decirles “ven, ven conmigo, te daré la Palabra de Dios”.  Eres hijo del Rey, convéncete de ello, Dios está dentro de ti.

Suficiente para obrar milagros

Marcos 6:37 relata: Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

Jesús esperaba que después de tres años, Sus discípulos reaccionaran apropiadamente frente al reto de dar de comer a las cinco mil personas que le escuchaban. Él quería que fueran un milagro, pero no lo entendieron. Empezaron a hacer cuentas y se angustiaron.

Juan 6:9 nos cuenta: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?

Los discípulos se quejaron, mientras un niño se acercó ofreciendo un milagro. El Señor está buscando algo que pueda multiplicar porque sabe que, igual que ese muchacho, nosotros tenemos poco pero es suficiente para obrar milagros en otras personas que luego dirán: “Gracias a Dios”. Nosotros somos responsables de que otros se levanten y le den la gloria al Señor.

Tal vez tú crees que tienes poco, pero Jesús dice que es suficiente. Lo primero que debes hacer para obtener un milagro es buscar aquella necesidad que requiere solución.  Tienen trabajo aquellos que han conseguido hacerse indispensables  donde laboran.  Siempre gana mejor el que soluciona mayores dificultades. Pídele al Señor que ponga en tu camino gente necesitada de ayuda para demostrar todo tu potencial.

Ofrécete como un milagro. No temas dar un consejo porque tu entorno está lleno de gente que anhela ser orientada y tener alguien que les tienda una mano. Tal vez en tu trabajo hay alguien que no sabe cómo salir a delante y si lo ayudas, quizá no irá a la iglesia pero de alguna forma notará que eres una solución y te escuchará.

Jesús fue un milagro para millones de personas y tú debes imitarlo, siendo el camino hacia la esperanza de muchos.  Somos guerreros y
debemos pelear de forma inteligente. Nuestra estrategia debe ser vencer el mal con milagros, dándole a otros lo que necesitan de ti, incluso lo que tienes puesto.  Yo he regalado incluso mi ropa. Me desprendo de lo que sea con tal de ver un gesto de felicidad y estar más cerca de quienes me necesitan. Amar tiene que ver con la entrega.

Según la Palabra: “hay algunos que retienen más de lo que es debido y vienen a pobreza y algunos que reparten, les es añadido más”.  Esta es una ley poderosa que debemos entender y  respetar. Nunca retengas nada, busca siempre a quién bendecir con lo que tienes. Me encantan los relojes y todos lo saben.  Soy capaz de regalarlos y de la misma forma me los regalan.  Siempre busca quien necesite lo que tengas, sin importar si es un abrazo o perdonar una deuda. Todo contará a tu favor y te abrirá puertas. Comparte la unción que recibes y busca ser bendición para alguien. Atrévete a ser un milagro de salvación, libertad, provisión y fe para otros. Sé amable para iniciar una cadena de gratitud que glorifique a nuestro Señor y te haga digno representanta Suyo.

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