25 de noviembre de 2012
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Ser felices es una decisión que tomamos, pero muchas veces, nos saboteamos al poner mil excusas para mantener un actitud de frustración, decepción e infelicidad. Por supuesto que todos enfrentamos situaciones difíciles, quizá el abandono de los padres, estrechez económica, la muerte de algún ser querido, pero debemos aprender a sobreponernos y sonreírle a la vida, especialmente si tenemos a Dios en nuestro corazón. ¡No es posible saber que tenemos garantizada la vida eterna gracias al amor de Dios y vivir amargados!
El Señor nos ha mostrado cuatro amenazas para nuestra felicidad: la comparación, la falta de agradecimiento, la incredulidad y la envidia. Además, podemos agregar la vanidad, pero no como la hemos mal interpretado, sino como la Palabra nos enseña. A veces, pensamos que es vanidosa una dama que se preocupa por su aspecto y presentación personal. De ser así, Dios sería el creador de la vanidad, ya que no hay ser viviente mal vestido en la naturaleza. El león se ve elegante con su melena, la jirafa camina con estilo, nuestro Señor creó todo hermoso, por lo que procurar vestirnos bien y arreglarnos, no es vanidad. En la Biblia leemos que vanidad es pasar la vida con dolores, es decir, con molestias y tristezas, y ver el trabajo con incomodidad; por el contrario, alegrarnos con nuestras labores, disfrutarlas y vivir a gusto es conforme la voluntad de Dios1. Entonces, es vanidoso quien constantemente se queja de su trabajo, busca excusas para llegar tarde e irse temprano, y hace de su existencia un lamento.
La Escritura dice que no hay nada mejor que disfrutar de nuestro trabajo2, y realmente lo es, porque le dedicamos un buen porcentaje de nuestra vida. Qué terrible pensar que pasamos diez o doce horas del día amargados. ¡Cambia de actitud! Asume tu responsabilidad con ánimo, ya que te dedicas al trabajo que Dios te dio. Si es lo que en este momento puedes hacer, ¿porqué lo harás triste y decaído? Nuestra fe nos dice que nos alegraremos en el Señor. Quien tiene la vida de Cristo Jesús realmente no puede estar triste. Imagina qué señal le enviamos al cielo si hacemos de mala gana el trabajo que Dios nos ha encomendado. La buena actitud que elevamos al cielo provoca que las bendiciones vengan a nuestra vida. Como el agua que se evapora, sube y vuelve a bajar para hacer que crezca la siembra que cosecharemos. Seguramente encontrarás alguna buena excusa para vivir inconforme, pero esa actitud ¿te ofrece más felicidad que agradecer y esforzarte por hacer bien lo que te corresponde? ¡Claro que no! Entonces, deja de lado la mala actitud y lucha por ser feliz. De lo contrario, harás infelices a quienes te rodean.
Según la revista Forbes, los diez trabajos más satisfactorios, del décimo al primero son: los ingenieros operativos que encuentran muy divertido manejar “juguetes gigantes” como las excavadoras; los agentes de servicios financieros; los psicólogos, aunque aseguran no resolver todos los conflictos de sus pacientes; los artistas escultores y pintores que sienten un alto grado de satisfacción con sus creaciones; los maestros, sin importar el caos de su aula; los maestros de niños con necesidades especiales, aunque su salario no es muy alto; los autores, aunque el pago de regalías es bajo, pero es positivo ser de influencia; los terapistas físicos que contribuyen con la rehabilitación de muchas personas. El segundo trabajo más satisfactorio es ser bombero y el primero es ser clérigo, eclesiástico, presbítero. De este listado se puede concluir que las personas dedicadas a beneficiar a otros son quienes viven más satisfechos. Así que es posible tener el trabajo más estresante y ser felices con una actitud de servicio y entrega a los demás. No te quejes del trabajo que tienes, ¡disfrútalo!, para no ser vanidoso.
La segunda cosa que debemos disfrutar para ser felices y demostrar que no somos vanidosos es el fruto de nuestro trabajo3. Algunos dirán: “¿Cómo voy a disfrutar del fruto de mi trabajo si no gano mucho dinero?” Pues ¡Con más razón debes disfrutarlo si es poco! Vanidoso es quien trabajo duro y no se toma el tiempo para alegrarse con lo que recibe a cambio de su esfuerzo. Lo poco o mucho que tienes, gózatelo. Dios te provee del trabajo y de las fuerzas, aprovéchalos y ¡goza tus logros!
La tercera cosa que debes aprender a disfrutar para ser feliz es a tu familia4. Seguramente los amas, pero también debes pasar tiempo con ellos. Amo escuchar reír a mi esposa y a mis hijos. Después de Dios, lo más bello es disfrutar a tu familia. Claro que debemos trabajar y esforzarnos, pero no al extremo de olvidarnos de ser felices con nuestra gente querida. Llama a tu esposa para escucharla y decirle que la amas, dedícale tiempo a tus hijos. La Palabra dice que esa también es tu parte.
Dios puede darte todo: riquezas, bienes y honra. Él nos da vida eterna y también la vida terrenal que desea que disfrutemos al saciarnos con todas Sus bendiciones5. Entonces, para no ser vanidosos, debemos ser felices y encontrar el gusto en tres cosas: el trabajo, el fruto del trabajo y la familia para la cual trabajamos. Dale gracias al Señor por todo lo que has recibido de Su amor y pídele que te dé el gozo de poder disfrutarlo.
Citas:
1 Eclesiastés 2:23-24 enseña: Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad. No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
2 Eclesiastés 3:22 explica: Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
3 Eclesiastés 3:9-13 dice: ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
4 Eclesiastés 9:9 aconseja: Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.
5 Eclesiastés 6:2-3 comparte: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él.
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