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La fe que conoce a Dios

La fe que conoce a Dios

10 de agosto de 2018

Tiempo de lectura: 3 minutos

En el libro de Hechos, leemos sobre un hombre a quien se le describe como alguien lleno de fe y del Espíritu Santo. Esteban fue alguien a quien eligieron como diácono[1]. Sé que se levantará una nueva generación de hombres y mujeres de fe. Jesús, a veces decía: “Hombres de poca fe”, pero de Esteban se dice que era un hombre de fe. Cuando una persona cree, se llena de poder para desarrollar todas sus capacidades. No es lo que nosotros podemos lograr sino aquello que la presencia del Espíritu Santo logra a través de nosotros[2]. Eso me ha sucedido a mí. Dios ha obrado a través de mí, sin que yo tenga capacidad y eso es glorioso. Como Esteban, nosotros podemos obrar llenos de fe, llenos de poder y llenos del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo produce valentía, coraje, conocimiento, capacidad. El mismo Espíritu Santo que descendió en Pentecostés será derramado en cada corazón. Necesitamos personas llenas de gracia, de fuego del Espíritu Santo. No es lo que tú puedes lograr sino lo que Él puede hacer a través de ti. El Señor quiere llenarte del fuego del Espíritu Santo[3].

Simeón, dice la Palabra, tenía una petición, ver al Mesías antes de morir. En medio del silencio de los profetas, cuando la gente no pensaba en Dios y se conformaba, había un hombre que tenía una petición. Así que Dios lo movió para que fuera al templo cuando Jesús sería presentado por sus padres. Interesante esa experiencia con Dios, ese encuentro con Él[4]. Todos tenemos ese anhelo, que Dios nos toque, nos transforme. Por eso vivimos por fe, no por vista. Nuestro Señor no es un Dios de diagnósticos o pronósticos, sino de promesas que siempre se cumplen. Enfócate en tu pasión y deseo por Dios. no te conformes, siempre búscalo cada vez más. Enfócate en buscarlo, busca el avivamiento, el fuego de lo alto.

Sabemos que todo obra a bien para quienes aman a Dios. Esta es una hermosa promesa condicionada a los que aman a Dios[5], es decir que lo anhelan, que tienen esa experiencia personal con Él, resultado de pasar de muerte a vida, de las tinieblas a la luz. Pablo habla de las batallas y tribulaciones como seguramente tú enfrentas, y la esperanza es que Dios te concederá las peticiones de tu corazón. Amar a Dios es honrarlo, obedecerlo, admirarlo. No se trata de un fin de semana sino una actitud constante a pesar de todo. Es tener esperanza a pesar de todo lo que suceda. Amar a Dios es admirar a Jesús como nuestro modelo. Amar es vivir apasionados y no rendirnos hasta ver Sus propósitos cumplidos en nosotros. Si no tienes ese amor y anhelo, si el fuego y la determinación no es la misma, ora para que el Señor te renueve[6].

José, por ejemplo, pasó diferentes momentos, pero todo ayudó a bien. José llegó a ser administrador de todo, pero el Señor probó su carácter y su corazón. Si has pasado por luchas, te digo que ese mismo sueño y Palabra que Dios te habló está por cumplirse. Tal vez hay situaciones y personas que te hacen dudar, pero debes perseverar porque el Señor cumplirá.

Fe es confiar, creer y descansar. El Señor te sorprenderá porque Él tiene mucho más para tu vida. Antes de hacer cosas para Dios, necesitamos conocerlo. El Espíritu Santo cumplirá Su propósito en tu vida.

Recibe del cielo la unción, la autoridad que has estado anhelando. Recibe un nuevo encuentro con el Espíritu Santo. Pidámosle: “Derrama tu gloria, Señor, en cada persona y familia. Señor, que los desiertos se transformen en lugares de fruto, sorpréndenos con tu visita”.


[1] Hechos 6:5: Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;

[2] Hechos 2:4: Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

[3] Salmo 37:4: Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.

[4] Lucas 2:25-29: Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.  Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra.

[5] Romanos 8:28: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

[6] Deuteronomio 30:6: Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.

 

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