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Santa terquedad

Santa terquedad

16 de agosto de 2020

Tiempo de lectura: 7 minutos

Como hijos de Dios quisiéramos ser usados para llevar a cabo hazañas impresionantes dentro de su ministerio, pero a veces descuidamos cosas tan básicas como orar. El Señor responderá al que clama insistentemente, no solo al que lo hace de vez en cuando. Todos los días, antes de encender nuestro teléfono celular, deberíamos tener la disciplina de conectarnos con Dios en oración, todos los días, sin desmayar.

Desmayar es perder el ánimo o el valor; ánimo es la fuerza, la voluntad o energía para hacer o emprender algo; y algo que genera fuerza y energía es lo que se ejercita constantemente. Que el nadador estadounidense Michael Phelps sea hoy el deportista más laureado de la historia de los Juegos Olímpicos no es una casualidad, pues para ello tuvo que prepararse durante años entrenando seis horas y 364 días al año. Pero si hubiera nadado cinco minutos un día y otros cinco minutos al mes siguiente, ten por seguro que los resultados no hubieran sido los mismos. El Señor nos motiva a orar con esa misma disciplina y a no desmayar porque esto nos ayuda a adquirir carácter.

Creo que todos saben lo que me gustan los deportes y el esquí sobre nieve es uno de ellos. Cuando uno está aprendiendo a esquiar es muy importante poner la mirada en un guía. Por eso el instructor siempre va delante. Esto me hace pensar en las Escrituras, cuando invitan a poner la mirada en el autor y consumador de la fe para que nuestro buen ánimo e interés no decaiga.[1]

En los deportes, cuando tropezamos o caemos, si bien puede ser por una mala técnica, muchas veces también podrá ser un problema de falta de confianza. Fue lo mismo que le pudo haber sucedido a Abraham hubiera considerado su vejez o la infertilidad de Sara luego de que Dios le prometiera descendencia.[2] Y claro, por supuesto que este tipo de factores externos eran un punto para considerar, pero no se trata de ignorar todos los problemas, sino de impedir que nuestra fe se debilite a causa de nuestra incredulidad.[3]

Sé que es fácil desanimarse al considerar la época de incertidumbre que estamos viviendo, pero que eso no nos haga olvidar que nuestra fe siempre será el recurso más valioso. Nos fortalecemos en fe cuando no paramos de ejercitarla y la forma de hacerlo es —como con todo ejercicio— por medio de la repetición y la constancia. Orar, orar y orar sin desmayar. No dejar que nuestra fe muera por completo.

En el Nuevo Testamento leemos el caso de una mujer cananea que se acercó a Jesús pidiéndole ayuda para su hija, quien era atormentada por un demonio. A pesar de que Él no le respondía y que los apóstoles no querían atenderla,[4] la mujer fue persistente a tal punto que el mismo Cristo terminó por admirar la grandeza de su fe.[5] Recuerdo un dicho que dice: “A veces no se trata del calibre de la bala, sino de la cantidad de disparos”. La mujer pasó de ser ignorada a totalmente reconocida porque usó su fe sin desmayar.

El Señor provee a quienes le aman, aún mientras ellos duermen.[6] Cuando vayas a acostarte, antes de colocar tu cabeza sobre la almohada, díselo: “Señor, sé que Tú me provees aun mientras duermo. Gracias por enseñarme a orar con persistencia, a ver la necesidad de hacerlo siempre y no desmayar”. Yo te exhorto a que tu ánimo no decaiga y que siempre puedas poner la mirada en Cristo. ¡Considéralo como uno de los factores ante cualquier situación! A pesar de que los problemas se presenten, no olvides que también lo tienes a Él.


[1] Hebreos 12:2-3: Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

[2] Romanos 4:19: Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz de Sara.

[3] Romanos 4:20: Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.

[4] Mateo 15:22-25: Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!

[5] Mateo 15:26-28: Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

[6] Salmos 127:1-2 (LBLA): Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues Él da a su amado aun mientras duerme.

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