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Un encuentro con Dios

Un encuentro con Dios

10 de julio de 2019

Tiempo de lectura: 6 minutos

En la historia de Israel existen dos personajes trascendentales. Uno de ellos es José, quien administró y ayudó al pueblo de Israel a sobrevivir en una época de escasez; y Moisés, quien fue la persona que lo liberó después de 400 años de esclavitud.

José experimentó altibajos durante toda su vida: desde que fue vendido por sus hermanos hasta que fue promovido como segundo al mando después del faraón. A pesar de las circunstancias adversas, él nunca se amargó ni pensó que su vida no tuviera propósito, y más bien Dios utilizó sus malos momentos para el cumplimiento de ellos. Después de Jesús, José fue uno de los hombres más perfectos en cuanto a integridad.

Por otro lado, Moisés tiene una historia muy particular ya que, al tratar de cumplir su propósito, cometió graves errores, pero antes, cuando nació, el faraón había ordenado matar a todos los niños que nacieran y él sobrevivió gracias a personas que Dios puso en su camino.[1] El Señor siempre enviará intercesores para que protejan tu vida. Mientras los guatemaltecos crean en los principios que Él establece, Guatemala será un país bendito, próspero y lleno de paz.[2]

Entonces Moisés salió dos veces de Egipto: la primera por miedo a represalias luego de haber matado a un egipcio; pero la segunda lo hizo sin temor y guiando al pueblo de Israel a la libertad.[3] La primera fue por un error, pero la segunda fue gracias a manifestaciones extraordinarias del poder de Dios.

Cuando estés en tu momento más indefenso, nuestro Padre enviará personas para que te protejan.[4] Antes de que Moisés salvara al pueblo de Israel, alguien le salvó la vida a él.[5] El plan de Dios era llevarlo a otro entorno para cambiarle la mentalidad, no pensara como esclavo y más bien adoptara una mentalidad de conquistador.

En uno de los mejores momentos de su vida, Moisés cometió un terrible error: por defender a un hebrero mató a un egipcio[6] y se vio forzado a huir, temiendo la ira del faraón.[7] Seguramente muchas veces te has sentido así, queriendo escapar de las consecuencias de tus decisiones y temiendo que estas te hayan apartado de tu propósito, pero puedes estar seguro de que en el peor momento de tu vida, Dios podría estar preparando un encuentro contigo.[8]

José, siendo casi perfecto, llegó a gobernar Egipto; mientras que Moisés, imperfecto, llegó a liberarlo. Ambos cumplieron un papel importante y no fue una cuestión de perfección, sino de la gracia de Dios trabajando en la vida de ambos.

Cuando creas que todo está perdido, el Señor sabrá cómo encontrarte y ningún error del pasado evitará que cumpla su propósito en tu vida. Donde todo parecía muerto, Él te dará la victoria.[9] No se trata de quién eres, sino de quién va contigo.[10] Trata de girar en torno a nuestro Padre y no entorno a ti mismo[11] porque ni los aciertos o errores pueden definirte, solo Él. Esas pruebas que ahora te atormentan podrían convertirse en lo mejor que pudo haber pasado si amas a Dios.


[1] Éxodo 1:13-17: Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor. Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños.

[2] Éxodo 1:20-21: Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.

Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.

[3] Hebreos 11:23-27: Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.

[4] Éxodo 2:1-9 (NTV): En esos días, un hombre y una mujer de la tribu de Leví se casaron. La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo. Al ver que era un niño excepcional, lo escondió durante tres meses. Cuando ya no pudo ocultarlo más, tomó una canasta de juncos de papiro y la recubrió con brea y resina para hacerla resistente al agua. Después puso al niño en la canasta y la acomodó entre los juncos, a la orilla del río Nilo. La hermana del bebé se mantuvo a cierta distancia para ver qué le pasaría al niño. Al poco tiempo, la hija del faraón bajó a bañarse en el río, y sus sirvientas se paseaban por la orilla. Cuando la princesa vio la canasta entre los juncos, mandó a su criada que se la trajera. Al abrir la canasta la princesa vio al bebé. El niño lloraba, y ella sintió lástima por él. «Seguramente es un niño hebreo», dijo.  Entonces la hermana del bebé se acercó a la princesa. —¿Quiere que vaya a buscar a una mujer hebrea para que le amamante al bebé? —le preguntó. —¡Sí, consigue a una! —contestó la princesa. Entonces la muchacha fue y llamó a la madre del bebé.  «Toma a este niño y dale el pecho por mí —le dijo la princesa a la madre del niño—. Te pagaré por tu ayuda». Así que la mujer se fue con el bebé a su casa y lo amamantó.

[5] Éxodo 2:10 (NTV): Años más tarde, cuando el niño creció, ella se lo devolvió a la hija del faraón, quien lo adoptó como su propio hijo y lo llamó Moisés, pues explicó: «Lo saqué del agua».

[6] Éxodo 2:11-14: Muchos años después, cuando ya era adulto, Moisés salió a visitar a los de su propio pueblo, a los hebreos, y vio con cuánta dureza los obligaban a trabajar. Durante su visita, vio que un egipcio golpeaba a uno de sus compatriotas hebreos. Entonces Moisés miró a todos lados para asegurarse de que nadie lo observaba, y mató al egipcio y escondió el cuerpo en la arena. Al día siguiente, cuando Moisés salió de nuevo a visitar a los de su pueblo, vio a dos hebreos peleando. —¿Por qué le pegas a tu amigo? —le preguntó Moisés al que había empezado la pelea. El hombre le contestó: —¿Quién te nombró para ser nuestro príncipe y juez? ¿Vas a matarme como mataste ayer al egipcio? Entonces Moisés se asustó y pensó: «Todos saben lo que hice».

[7] Éxodo 2:15: Efectivamente, el faraón se enteró de lo que había ocurrido y trató de matar a Moisés; pero él huyó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián. Cuando Moisés llegó a Madián, se sentó junto a un pozo.

[8] Éxodo 3:1-6: Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

[9] Éxodo 3:10: Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

[10] Éxodo 3: 11-12: Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.

[11] Éxodo 3:13-14: Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

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