17 de agosto de 2019
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Cuando Dios nos prueba es para darnos lo que nos pertenece. La adversidad es la brújula que utiliza para direccionarnos a nuestro propósito y muchas veces sirve como altavoz cuando no escuchamos sus susurros. El Señor permitió que Job pasara por pruebas porque por medio de ellas llevaría bendiciones a su vida.
La prueba en sí misma busca provocar un resultado,[1] perfora en lo más profundo de ti para sacar el orgullo que llevas dentro para reemplazarlo por humildad. Además, te revela quién eres y te coloca en el sitio de tu asignación.
Hay personas que cuando pasan por adversidades se ponen en contra de Dios, pero quienes somos sus hijos, lejos de tomar esa actitud, acudimos a Él y le pedimos dirección a través de la oración. Las oraciones pueden endulzar nuestra vida y quitarnos la amargura del corazón. Recuerda que si Dios permitió la prueba es porque Él nos acompañará en ella.
Dios respondió tu oración desde el primer día, así que despreocúpate porque el cielo enviará la respuesta pronto. El Señor te preparará en lo secreto para que seas recompensado públicamente y aunque en el camino al palacio te encuentres con Goliat, no temas porque es necesario para el cumplimiento de tu asignación. Aunque tu obediencia te lleve en medio de la prueba confía que es temporal y que tu propósito es eterno. Lo que el Señor tiene contigo no lo detendrá nadie.
[1] Santiago 1:2-3: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
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