25 de octubre de 2020
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La oración que nos enseñó Jesús termina de esta forma: “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.[1] Ese amén significa “así sea”, una forma de decir que creemos por lo que estamos pidiendo al Padre. Ese cierre además nos hace recordar que, aunque nuestro trabajo y esfuerzo hagan posible las bendiciones, al final solo pueden venir de Dios. Todo cuanto existe fue gracias a Su voluntad y por eso Él es digno de recibir la honra.[2]
Pero además en este final está implícito un ingrediente que nunca puede faltar en nuestras oraciones y tampoco en nuestro día a día, y se llama gratitud. A donde quiera que vayamos, un simple, sencillo pero honesto “gracias” cae bien para quien lo escucha y también para quien lo dice. Nunca dejemos de usar la palabra gracias en todo momento y lugar porque ser agradecidos es una virtud. Durante esta pandemia por COVID-19 hemos iniciado cada conexión de iglesia en línea diciendo “Gracias por conectarte”, porque en realidad sabemos que nadie tiene la obligación y ni siquiera el deber de hacerlo, pero estamos agradecidos de que las personas elijan escucharnos.
Si dejamos de agradecer todos los días podríamos olvidar olvidar que fue Dios quien nos bendijo. La Biblia reúne muchas historias que exponen esta situación. Por ejemplo, tras la muerte de Gedeón, los israelitas no solo se olvidaron de Jehová, sino también del hombre que los libró de sus enemigos.[3] En la práctica, estar agradecidos con Dios no solo nos mantiene a salvo del olvido, sino también es el cierre perfecto de cualquier oración eficaz.[4] ¡Hay muchas razones por las cuales deberíamos estar agradecidos!
Pero el agradecimiento se debe notar no solo en nuestras palabras, sino también en nuestras alabanzas y en nuestro gozo.[5] [6] Dios nos ha bendecido de tal manera que lo menos que podemos hacer es manifestarle nuestro agradecimiento. En una ocasión Jesús sanó a diez hombres de lepra —no de un simple dolor de cabeza o una gripe, sino de una de las peores enfermedades de la época— y, sin embargo, solo uno de ellos regresó a agradecerle[7] y Jesús premió su agradecimiento con la salvación.
Esta historia nos demuestra que todo agradecimiento trae bendición. De hecho, la ley de siembra y cosecha también aplica en la forma en que damos y recibimos agradecimiento.[8] En lo personal siempre estaré agradecido con las personas de Casa de Dios que han estado activas en sus grupos de amistad y en su liderazgo a pesar de la pandemia, llevando sus reuniones en línea a través de las plataformas digitales. Así como Pablo agradece a Dios por los corintios,[9] yo le doy gracias todos los días por ustedes.
Del mismo modo, te invito a estar siempre agradecido por cada persona que Dios usa para bendecir tu vida o la de alguien más. Dale gracias a nuestro Padre por todas las bendiciones que te da y te aseguro que ese agradecimiento traerá más bendición.
[1] Mateo 6:13: Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
[2] Apocalipsis 4:8-11: Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
[3] Jueces 8:33-35: Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor; ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.
[4] Colosenses 13:14-17: Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
[5] Esdras 3:11-13: Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos.
[6] Salmos 100:1-5: Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones.
[7] Lucas 17:11-19: Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
[8] 2 Corintios 9:6-11: Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.
[9] 1 Corintios 1:4: Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús.
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