15 de octubre de 2024
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Las tres últimas enseñanzas de esta serie son una reflexión contemporánea de los 10 mandamientos de la Ley de Dios. El punto de partida es la perspectiva que Jesús resumió para responder la pregunta de un hombre joven y rico, donde resume los mandamientos en dos. Por eso continuamos con la enseñanza desde los 10 mandamientos y vemos que los primeros cinco señalan la relación con Dios, y los otros están relacionados con el prójimo.
El primer mandamiento señala que no debemos tener dioses ajenos a Dios, ni hacernos imágenes, ni ninguna semejanza como para rendirse ante ellas y honrarlas.[1] Todos corremos el riesgo de levantar otras cosas que pueden convertirse en un dios. No solamente se trata de ídolos materiales o físicos, se trata también de imágenes mentales, no tangibles que ocupan el centro de tu admiración y vienen de un bombardeo de muchas fuentes como campañas de información para cautivar la mente y el corazón.
Levantar otros ídolos causa total desagrado a Dios, rendirse a ellos es adorarlos antes que a Dios y por eso el mandamiento indica que vienen maldiciones sobre las familias hasta la tercera generación.[2] Entonces, sí tenemos un Dios y Padre celestial a quien podemos acudir sin intermediarios, no necesitamos esas clases de imágenes como amuletos y rituales porque eso sí molesta a nuestro Padre, como una maldad que condena bajo maldición.
Que nos quiten algo que amamos y nos pertenece causa mucho malestar, de la misma forma, hacernos ídolos falsos ante Dios desata un celo divino que muestra un malestar profundo. Si Dios nos bendice con una familia, con salud, nos ha hecho libres y ha quitado la maldición de la pobreza, eso es suficiente para estar en la ruta de la adoración al Dios vivo y verdadero. Por eso, le disgusta que en lugar de darle gratitud y adoración a Él, honres y pongas en primer plano a tus ídolos falsos.[3]
Cuando Dios nos bendijo, como ya he descrito, también estaba viendo que la bendición llegaría a los hijos, a los nietos y a los hombres y mujeres que pueden traer luz a un mundo de oscuridad, pueden traer fe y esperanza para todas nuestras generaciones. ¿Quién es el centro de tu admiración? A quién le dedicas tu tiempo, tu atención, tus fuerzas y lo has elevado por encima de tu Dios, ese es el ídolo que hay que abandonar.[4]
Dios creó las promesas, las escribió y las declaró y es Él quien las cumplirá porque las hizo pensando en tu vida y en todos tus descendientes para que ninguno se pierda.[5] Es clave conocer cada una de sus promesas para no alejarnos de ellas, pues demuestran el gran amor de Dios para sus hijos, pero eliminemos todas las cosas que nos distraigan y que roban la mente y el corazón en lugar de que adoremos al Dios verdadero.[6] El camino está abierto y libre para acercarnos a Dios, pero presentarnos y venir ante Él es nuestra responsabilidad y compromiso.[7]
Estamos creciendo como familia y peleamos con fe por el futuro de nuestras generaciones, tenemos una batalla por cada generación, pero sabemos que la promesa de bendición es para mil generaciones pues Dios ya dijo que hace misericordia a millares de los que le aman y guardan sus mandamientos. Entonces, nos corresponde levantar adoración y un sacrificio de alabanza diaria, programada de manera intencional para disfrutar de todos sus beneficios.[8]
En la adoración y la oración íntima que tienes se caen los obstáculos o limitaciones, se rompen cadenas de opresión y recibes la Palabra de Dios hablando a tu vida para resolver problemas. Así que, toma autoridad en tu hogar mediante la práctica continua de adorar y alabar a Dios para quitar toda contaminación de tu entorno y ser transformado por Dios mientras le alabas, ascendiendo a un nuevo nivel de fe y dedicación.
Hay falsos dioses que mueven fuerzas, pero nuestro Dios es el único que bendecirá y hará misericordia a toda tu descendencia.[9] La advertencia también nos permite mantener el rumbo y resolver nuestra vida con disciplina y nuevas decisiones para decirle no a los falsos ídolos.[10]
Finalmente, al romper ataduras y congregarnos podemos aprender a adorar juntos en familia y alcanzar todos las bendiciones de un hijo de Dios que obedece el mandamiento: “al Señor tu Dios adorarás”.
[1]Éxodo 20:1-6 (RVR1960): Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
[2]1 Corintios 8:4-6 (RVR1960): Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
[3]Isaías 42:8 (RVR1960): Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
[4]Efesios 4:8 (RVR1960): un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
[5]Mateo 14:18 (RVR1960): Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
[6]1 Juan 3:1 (RVR1960): Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
[7]Romanos 12:1 (RVR1960): Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
[8]Hebreos 13:15 (RVR1960): Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
[9]Deuteronomio 28:1-2 (RVR1960): Acontecerá́ que si oyeres atentamente la voz de Jehová́ tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová́ tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová́ tu Dios.
[10]Deuteronomio 28:15 (RVR1960): Pero acontecerá́, si no oyeres la voz de Jehová́ tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán.
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