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Amor sin condiciones II

13 de noviembre de 2006

Tiempo de lectura: 10 minutos

Hace dos semanas, enseñé acerca del amor incondicional de Dios para con nosotros, y quiero retomar el tema hoy. Pero antes, deseo contarle una historia sobre una familia. Se trata de un padre que tuvo por hijo a un inválido, tenía un problema en su cerebro, lo cual no le permitía comunicarse, ni moverse, y le dijeron que su condición era permanente. Los padres le dieron todo el amor posible. Cuando el niño tuvo 8 años, descubrieron que había una manera de comunicarse con él a través de una computadora, en la cual él podía escribir. Lo primero que pidió fue ver una película. Y lo llevaron a ver una. A los pocos días, salió un anuncio sobre una carrera local y el niño a través de la computadora, les dijo que le gustaría correr ahí. El padre pidió una silla de ruedas que él pudiera empujar, se metió al gimnasio para entrenar  y poder competir con su hijo. Al final de la carrera, el hijo le dijo: “Padre, cuando estábamos corriendo, sentí que era libre de esto, olvide esta enfermedad”. Cuando el padre leyó eso, decidió dedicarse a correr con su hijo. Se metió a entrenar para tener la condición física necesaria para empujar a su hijo, y se inscribió en todas las carreras posibles, ganando algunas de ellas.

Crecieron ambos y un día, el joven le dijo que le gustaría correr la maratón de Nueva York. Cuando fue a inscribirse, le prohibieron hacerlo, porque ni podía correr solo, ni con una silla como los demás. Entonces, el padre dijo: “Si no me dejan inscribirme, voy a correr así”. La corrieron año tras año hasta hacer dos horas cuarenta minutos, ese es un buen tiempo. Al ver su esfuerzo, les dieron un número y empezaron a correr ya inscritos. Ellos empezaron a  hacerse notar. Las personas le decían al padre: “¿Por qué no tratas de correr solo?” Pero a él lo que le interesaba era ver la cara de realización de su hijo al hacerlo, no ganar. Fue cuando alguien le dijo que hiciera una triatlón, y se metió en la de Iron Man de Hawai, completándola varias veces. Al cabo de los años, el padre cayó enfermo, a media carrera se desmayó. Lo llevaron al hospital y descubrieron que tenía bloqueada una arteria del corazón. Le dijeron que si no se hubiera decido a correr con su hijo, estaría muerto. Cuando el padre decidió dedicarse a ver la realización de su hijo, salvó su vida.

Quiero hablarle sobre el amor del Padre que se parece a esta historia. “Prefiero morir por ti, antes que vivir sin ti”. Y Dios estuvo dispuesto a hacer lo necesario para ver la realización de sus hijos. El no sólo vino a correr una maratón contigo, dio su vida en la cruz por ti. Dios es un buen padre. El estuvo dispuesto a hacer lo necesario con tal que viviéramos. Al momento de amar, no tuvo condiciones para hacerlo. No dijo: “voy a morir por las personas buenas, justas”. Sino: “voy a morir por todos”. No dijo: “voy a morir por los esposos fieles”; sino, “voy a morir por el infiel también. Voy a morir por ese hombre que nunca quiso casarse, sino que la abandonó; voy a morir por aquel que fue un asesino”. El murió por todos, no sólo por los buenos. Si nos preguntaran a nosotros, seríamos arbitrarios. Nos cuesta creer que Dios puede perdonar a todos, pero El puede hacerlo.

Yo he escuchado la historia de padres que han visto a su hijo irse por malos caminos. No es lo mismo que tu hijo hoy se convierta en un criminal, te partiría el corazón; pero es totalmente distinto ver a un criminal y tomarlo por hijo. Eso es lo que Dios hizo con nosotros, porque todos fuimos criminales de la ley de Dios; sin embargo, nos adoptó por hijos. Eso es amor. El escogió amarnos así. El Señor me dijo un día: “No te preocupes, cuando te escogí, sabía con quién me metía, y así te amo”. Dios lo llamó tal como usted es. Dios lo ama así como es.

I Juan 4:7. Amados, amémonos unos a otros porque el amor es de Dios, todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios, el que no ama no ha conocido a Dios.

Todo el que conoce a Dios, ama a su hermano. Entre más conozco a Dios, más amor tengo para otros. Lo primero acerca del amor, es que la fuente proviene de Dios; entre más amo a Dios, más amor tengo para darle a los demás, y más empieza a fluir su amor en mí. En mi carne no reside el amor, reside el odio, celos, envidias, venganza, pleitos, aspereza, dureza. Si yo actuara siempre en mi carne, siempre actuaría sin amor. Pero si actúo conociendo a Dios, el amor empieza a fluir en mí, porque los frutos del Espíritu son amor, paz, gozo, benignidad, templanza.

¿Cómo puedo hacer para amar más a mi esposa o a mis hijos? Conozca más a Dios, pase tiempo con El. En la medida que pase tiempo con El, tendrá la capacidad de amar a otros. Dejará de ser celoso, envidioso, pleitista y llegará a ser amoroso, pasivo. Usted conoce a Dios cada vez que lee su Palabra y se acerca a El en oración. Si quiere tener una familia llena de amor, busque a Dios primero y entonces el amor se va a manifestar ahí. Dios es amor y ama a todas las personas. Entre más conozca a Dios, más amor tendrá.

Versículo 9. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que muramos por él.

Repita: “En eso se mostró el amor”. Dios muestra, demuestra y expresa su amor. No fue reservado con su amor, lo demostró. ¿Qué maneras Dios ha usado para demostrar su amor? Con palabras. De hecho, hay mucha gente que dice que Dios le habla con palabras de amor.

Con misericordia y amor eterno te he amado, eso ha dicho El. Usted debe demostrar su amor con palabras. Hoy en día, hay temor de demostrar el amor, pero debe expresarlo, decir palabras tiernas. Algunas personas creen que el demostrar amor es señal de debilidad, pero el amor es una fortaleza que hay en nosotros. La ternura tiene un gran poder. Cristo es tierno para llamarlo a usted cuando ha cometido un error. La Biblia dice que El es manso y humilde de corazón. El no tiene miedo para demostrar el amor que le tiene. El lo llama todos los días a la comunión con su Hijo. Pero no todos los días usted tiene comunión con Dios; hay días en que usted le dice que no. Pero aún así El no tiene miedo de expresar el amor hacia usted. Cuando nosotros le demostramos el amor a alguien y nos rechaza, tenemos miedo de volver a expresarlo por temor a que lo hagan de nuevo. Eso les pasa mucho a los jóvenes que han sido rechazados. En la cultura evangélica, se da mucho que digan: “Guarda tu corazón para que no te hieran”, pero Dios no es así. El expresa su amor constantemente. A los jóvenes que pastoreo les digo que no teman expresarlo, como Jesús lo hizo en la cruz.

Hay personas que rechazan al Señor, pero no por eso El deja de amarlos y expresar su amor hacia ellos. Esa es la naturaleza de Dios. Si usted ama a alguien, esté dispuesto a amarlo hasta llegar a la cruz, sabiendo que aunque usted le dé todo su amor, cabe la posibilidad que no lo ame de regreso, pero no deje que el amor que hay en su corazón se ahogue por la aspereza y dureza de gente que lo ha rechazado. No deje que nada ahogue las virtudes que usted tiene dentro. El bien debe vencer al mal, por lo tanto, ame siempre. No tenga miedo de llegar a abrazar a su esposa y decirle: “Mi amor, eres la mujer más bella que he visto”. Sea usted el primero en dar amor en su hogar. Dios demuestra su amor con sus hechos.

Dios muestra su amor a través de lo que da. Siguiente, a través del tiempo que te dedica. Un consejo para los padres: los niños entienden mejor el lenguaje del tiempo que les dedica usted, para entender que los ama. Hay gente que sí les dedica tiempo a sus hijos en su colegio o universidad, la TV siempre está abierta para ellos. Dedíqueles tiempo a ellos. ¿Sabe cómo puede ver qué ama realmente? Lo puede comprobar al abrir su agenda y su chequera; éstas le dirán qué es lo que usted ama, a lo que usted le dedica parte de su vida y recursos demuestra lo que usted es.

Siguiente, demuestra su amor a través de gestos, de su cariño, afecto. Es normal ver eso en novios, pero no es tan normal en el matrimonio. La mujer está: “decime que me querés”, y el esposo le dice “pero si ya sabes que te quiero”. Cuando venimos con el Señor, le decimos “tócame”. En ese momento, le estamos pidiendo afecto. Decimos que es espiritual si Dios lo hace, pero no si lo hace otra persona.  Déjese amar por Dios. Cuando yo me convertí, era una persona que no recibía amor, ni afecto, una persona muy dura, y Dios me enseñó: “Déjate amar por Debbie”, ella es una mujer muy tierna. Detrás de una fachada de hombría, hay alguien que necesita amar. El me enseñó que me tenía que dejar amar. Cuando empecé a recibir ese afecto, Dios me dijo: “Ahora déjate amar por mí”. Hay personas que son tan duras ante la demostración de amor de alguien más, que no dejan que Dios los ame. Están tan faltos de dar y recibir amor, que cuando vienen a Dios, no saben cómo recibir esa parte de El. Usted tiene que vencer esa muralla. Cuando me convertí, no tenía una relación afectuosa con mi padre. Yo no era una persona que abrazara a mi padre y viceversa. Dios tocó mi corazón y me enseñó que debía amar a mi padre. Un día, entré a su habitación y comencé a sentir un muro que no me dejaba acercarme a él. Pero yo dije “lo voy a vencer”. No sabía ni cómo entrar, ni hacerlo, no sabía cómo él iba a reaccionar. Sólo sabía que Dios me había mandado a amarlo. Sentí como que hubiera tenido unas cadenas en mis brazos que no me permitían abrazarlo. Pero lo abracé y le dije “te amo”. Yo no había dado gracias por mis padres desde hacía años. Era un adolescente rebelde, pero me había arrepentido. Cuando él vio el amor que yo le estaba dando, reaccionó. Dentro de él había una necesidad, pero no sabía cómo vencerlo.

Tal vez usted tiene relaciones frías con las cuales tiene que sobrevivir. Sea usted el primero en dar el primer paso. Cuando usted lo haga, la otra persona va a reaccionar. Cuando dé amor, cosechará amor. Ese día aprendí a amar también a Dios como mi padre.

Versículo 10. En esto consiste el amor de Dios: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Diga: “En esto consiste el amor de Dios: en que El nos amó primero”. Dios es proactivo con su amor. Es el primero en amar, fue el primero en amarte a ti y espera que cada uno de nosotros seamos los primeros en amar a alguien más. La responsabilidad de amar está en usted. El primero en demostrar amor es usted esposo y usted esposa. Lo mismo los hijos. Nosotros en nuestra naturaleza no reaccionamos así, no somos los primeros en amar. Estamos midiendo las circunstancias para luego ver si amamos. Y Dios no quiere que actuemos así. Dios no usa el rechazo como un recurso. Dios alcanza gente, ama y después los trae. Hoy la gente piensa que Dios hace mal para atraer. Dice: “¿Por qué Dios habrá mandado la muerte, la enfermedad? Dios primero ama para luego cosechar.

Versículos 16 al 18

Nosotros hemos conocido y creído el amor de Dios para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

La Biblia dice que hemos conocido y creído el amor de Dios. ¿Sabía usted que el amor todo lo cree y todo lo espera?

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como El es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a El, porque El nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

En el amor no hay temor. El temor a ser rechazado viene como resultado de ser juzgado. Si usted realmente cree en el amor de Dios, no va a tener temor que Dios le hará algo malo cuando usted llegue con El. Sino que El le hará bien. Cuando usted llegue a ver a Dios, verá la perfección de la santidad. Recuerdo una vez que estaba orando hace años. Estaba adorando cuando pasó algo sorprendente. Estaba hincado, de repente en mi cuarto hubo un destello de luz, un segundo y desapareció. Sentí en ese momento de parte de Dios una presencia bien fuerte. No vi nada. En ese instante, me entró una convicción tan fuerte de la santidad de Dios, que comencé a ver mis pecados cada vez más claros y aborrecibles. No quería ver para arriba, sentía que algo me iba a pasar, sólo decía: “Señor, ten misericordia de mí”. Y Dios en ese momento bajó en su presencia y me dijo: “Nunca olvides que tú eres sólo carne y yo tengo misericordia de ti”. Yo sentí en ese instante que si yo tenía la oportunidad de expresar mis pecados, si yo lo hacía en mi propia carne, sería juzgado fuertemente y hasta podía morir. La Biblia dice que cuando el amor viene, ese temor se va. Cuando El me cubrió, ese temor se fue. Porque me dio la convicción de perdón de pecados. Cuando usted llegue delante de Dios, no serán sus buenas obras las que lo justifiquen. Su seguridad consiste en el amor que Dios le ha dado. La gente que conoce el amor de Dios, no vive con temor. Porque está convencido de que Dios lo ama. Ahora los que no están convencidos, viven con el temor que alguien más lo juzgue.  Ese temor es un reflejo que el amor no se ha perfeccionado en ellos. Dios es un refugio, usted no debe temer cuando llegue con Dios.

No sé cómo se sentía cuando había cometido un error. No se qué hacía con sus padres cuando lo había cometido. ¿Era de las personas que buscaba esconderse de sus padres? ¿O era de los que falsificaban firmas? ¿Sabe qué dice Dios? Cuando saques una mala calificación, ven conmigo. Porque así te amo todavía. Hay muchas personas que viven temiendo acercarse a Dios, creen que Dios los va a juzgar, a condenar. ¿Se ha sentido tan cansado que lo único que quiere es que lo consuelen? Y aparece un hermanito que lo que le da es un sermón.  Dios no está buscando condenarte o acusarte. Hay gente que está esperando que Dios le diga por qué todo está saliendo mal. Cuando lo que El quiere decirte es que ahora todo saldrá bien. El no quiere que le temas, quiere ser tu refugio.

Desahóguese con Dios. No se desahogue con la gente, sino con El. Hay momentos en que usted tiene esa rabia y lo que quiere es sacarla, pues vaya con Dios. Pida perdón y luego salga tranquilo, no se desahogue con la gente que ama y quiere. Eso es lo que Dios está esperando de usted, que venga con El, ¿por qué temerle a El? ¿Qué temores tiene usted en su vida? ¿A quedarse solo, a fracasar, que le vaya  mal, que lo rechacen, que no lo acepten? Todo eso se va si cree en el perfecto amor de Dios. Porque si cree en su amor, quién más lo va a poder rechazar. No se quede en sus temores, vénzalos. Hay personas que no inician sus sueños por miedo al fracaso. El amor echa fuera todo temor. Dios quiere hoy darles ese amor y decirles: “Yo soy tu refugio, puedes venir conmigo”.

Quiero terminar orando y pidiéndole a Dios que siempre encuentren ese refugio. Allí donde está diga: “Ayúdame, vengo a ti, Señor”. Tal vez usted está pasando por una prueba, una adversidad. ¿A quién irá si no es a Dios? Venga hoy a El. Hay gente que se refugia en las drogas y el alcohol; en el dinero y los gastos; hay quienes se refugian lastimándose, ya no sea así. Dígale al Señor: “Quiero que seas mi refugio”.

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