24 de julio de 2011
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Luego de la muerte de Moisés, Dios le habló a Josué para que guiara al pueblo a la Tierra Prometida. No le dijo que hiciera luto o que se deprimiera, al contrario, le dijo ¡levántate y haz la obra! Porque Él lo acompañaría de la misma forma que estuvo con Moisés (Josué 1:1-5). Muchas veces nos estancamos porque hay cosas que mueren y nos deprimen. Puede ser una persona querida o un sueño que no se ha cumplido. Esto sucede porque al proponemos hazañas, los enemigos se levantan y debemos anticiparnos positivamente a la victoria. Así que tendrás que pelear la buena batallo contra ellos y vencer para la honra de tu Señor.
Deja de lamentarte y levántate porque Él te ayudará pero tú debes tomar acción en Su nombre. Dios también le dijo a Josué que nadie podría hacerle frente en todos los días de su vida. Esto significa que tendría que afrontar dificultades pero que triunfaría. Se anticipó a la victoria, tal como debemos hacerlo nosotros.
Romanos 8:31 dice que nadie se atreverá a estar contra nosotros creyendo que puede vencernos. Así que debemos preguntar: “¿Si Dios es por mi, quién contra mi?” Y la respuesta es: “Ni Satanás puede contra nosotros”. Entonces, debemos analizar algo importante. Sabemos que Dios no nos abandona, pero lo crucial es tener la certeza de que nosotros mismos no nos abandonaremos. Es decir, confiaremos en nuestras capacidades y nos motivaremos a vencer. Solamente de esa forma estaremos realmente con Dios. Parece algo confuso, pero es sencillo: Si Dios está contigo y tú no estás contigo, entonces no estás con Dios. La solución es cuidarte, valorarte y motivarte para hacer proezas. Nadie más que tú puede encontrar la voluntad para luchar y vencer. Quiérete, valórate y enfrenta la vida convencido de que lograrás grandes proezas. No te abandones a la depresión y la tristeza, toma carácter, enfrenta la vida. Eres valioso, por eso Dios dice que está contigo. Si Él te valora, tú también debes valorarte. Si Dios está contigo, tú también debes estar contigo para estar con Él y lograr la victoria.
Debes anticiparte a tu victoria. Sólo las guerras planeadas son las que se ganan. No puedes pensar en superarte si te abandonas. Contágiate del “síndrome de persecución positiva”. Deja de pensar que nadie te quiere, mejor levántate pensando que algo bueno te sucederá, que alguien está pensando bendecirte y así será.
Hebreos 13:7 nos pide recordar a nuestros pastores, imitar su fe y considerar el resultado de sus conversaciones. Esto nos hace reflexionar en lo importantes que son las palabras. Pueden levantarnos o hundirnos, por lo que debemos tener cuidado con lo que decimos y escuchamos. La vida se compone de acciones y palabras. Un hijo y un discípulo aprender del ejemplo y de los consejos, por eso es necesario que cuidemos lo que hacemos y decimos.
Dios espera que nos anticipemos a la victoria con nuestras palabras. Él, con Sus palabras anticipó la victoria de Josué y también la de Gedeón a quien le dijo: “Ve con esa tu fuerza y derrotarás a los madianitas”. Se refería a la fuerza que Gedeón expresaba con sus palabras, aunque eran de duda y temor. Si Dios con Su Palabra anticipa la victoria, nuestras palabras deben afirmarla. Sus palabas y las nuestras deben ser las mismas. Por favor, no te anticipes a tu fracaso, habla sólo de victorias, sé tu mejor aliado porque suficientes enemigos tendrás que vencer como para ser tu propio verdugo. Debes decir: “Soy capaz, lo lograré, Dios está conmigo y yo también estoy de mi lado”.
Habacuc 3:17-19 nos da un buen ejemplo de un hombre que anticipa su victoria. Dice que se gozará en el Señor aunque la higuera no florezca, no den fruto las vides y olivos, y no haya ovejas o vacas. Dice: “Dios es mi fortaleza y me hace andar en MIS alturas”. Este hombre habla de un probable futuro de escasez, pero su presente es de abundancia. Se anticipa a la crisis y dice que sin importar lo que deba enfrentar, siempre se gozará en Dios quien lo levanta. Al decir que lo hace andar en sus alturas, está afirmando que no nació para estar abajo, sino arriba. Hay pensamientos que te hacen creer que naciste para estar abajo, pero estás equivocado. No aplastes tus propias alturas, las que el Señor te ha otorgado. No hagas caso de las palabras que intentan hundirte.
En otras palabras, Habacuc dice: “Aunque algo me falte -que no sucederá-, me esforzaré en el Señor, me alegraré en Él y me levantaré”. ¡Eso es anticipar la victoria! Debemos hablar de que tendremos alegría en medio de la crisis porque la tristeza seca los huesos, pero el gozo del Señor es nuestra fortaleza. Gozarnos en cualquier situación no significa resignarnos y cantar, sino demostrar que estamos convencidos de que Sus promesas son más grandes que los problemas.
Cada vez que te sientas abatido, párate frente al espejo y repite el Salmo 27:13-14: “No desmayaré, me esforzaré y esperaré en Jehová”. Además, expresa: “también confío en mí, porque Él confía en mí”. Las mejores palabras deben salir de tu boca, no para adularte, sino para motivarte. La fórmula para no desmayar es creer en Sus promesas, no en lo que ven tus ojos. Deja de quejarte, entrégale tu vida al Señor para que te enseñe a confiar en Su Palabra y en tu capacidad de triunfar. Si Él está contigo, tú debes estar contigo porque juntos alcanzarán la victoria que han anticipado.
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