12 de septiembre de 2023
Tiempo de lectura: 6 minutos
Hoy me gustaría compartir contigo el tema aviva el fuego y leeremos dos textos. El primero de los versículos está en Levítico 6:8-13, y dice lo siguiente:
“8 El Señor dijo a Moisés 9 que ordenara a Aarón y a sus hijos: «Esta es la ley respecto al holocausto: El holocausto se dejará arder sobre el altar toda la noche hasta el amanecer y el fuego del altar se mantendrá encendido. 10 El sacerdote, vestido con su túnica y su ropa interior de tela de lino, removerá las cenizas del holocausto consumido por el fuego sobre el altar y las echará a un lado del altar. 11 Luego se cambiará de ropa y sacará del campamento las cenizas, llevándolas a un lugar ritualmente puro. 12 Mientras tanto, el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de este colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión. 13 El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido.”
Recuerde, el fuego del altar siempre deberá estar encendido, nunca debe apagarse. Ahora leeremos en 2 Timoteo 1:6, “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.
Dios le da una instrucción a Moisés: el fuego del altar nunca debe apagarse, y el Apóstol Pablo le da la siguiente instrucción a su discípulo Timoteo: “Aviva el fuego”. Ambos versos nos llevan a la misma conclusión: el fuego se puede apagar. Si no somos intencionales en avivar el fuego, se puede apagar. Muchas personas empezaron con fuego y dejaron que se apagara poco a poco.
Algunos síntomas que ofrecen pistas cuando el fuego se va apagando:
¿Cuántos pueden decir, un día estuve más cerca de Dios de lo que estoy ahora? ¿Cuántos pueden decir un día tuve más pasión por Dios, tuve más hambre de Dios, estuve más enamorado de Dios de lo que estoy ahora?
La buena noticia es que nunca es tarde para acercarnos a Dios, la promesa de Dios dice en Santiago: “acérquense a mí y yo me acercaré a ustedes.
Pablo enseña que si el fuego se está apagando podemos avivarlo. Moisés enseña en Levítico 6:10 cómo avivar el fuego.
Lo primero que Dios le dice a Moisés es si quieres volver a tener fuego en el altar, tienes que sacar las cenizas, si quieres avivar el fuego en tu vida tienes que sacar las cenizas. Tienes que sacar la ceniza de tu corazón, la ceniza del pasado, la ceniza de pecado, la ceniza del dolor, la ceniza del fracaso, la ceniza del rencor, porque la ceniza apaga el fuego, las cenizas representan un lugar donde hubo fuego, pero ahora solo queda polvo. Vamos a sacar las cenizas.
Levítico 6:11, “ Luego se cambiará de ropa y sacará del campamento las cenizas, llevándolas a un lugar ritualmente puro”.
La segunda cosa que Dios pide es cambia de ropa, si quieres avivar el fuego, cámbiate a ropas normales. Las ropas normales nos hablan de vestirnos de humildad, vestirnos de vulnerabilidad.
Tengo que volver a ponerme esas ropas normales, de humildad y al ser bendecido por Dios, debo recordar que no he sido yo, ha sido Dios, ha sido la fidelidad, la gracia, el favor de Dios. Cada vez que Dios te use, te promueva, te prospere, te bendiga, sácate tus ropas sacerdotales y ponte tus ropas normales.
En Levítico 6:12, 13 leemos:
“Mientras tanto, el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de este colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión. El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido”.
Si quieres avivar el fuego, tienes que echar leña. Cada vez que oras, que alabas, que te congregas, que sirves, que contribuyes con tus recursos, que obedeces la palabra de Dios, estas echando leña.
En uno de los famosos viajes misioneros de Pablo, la historia dice que el barco naufraga y van a dar a una isla llamada Malta. Y lo primero que hace el apóstol Pablo fue ir a buscar leña, no envió a sus servidores a traerla, él mismo fue a buscarla porque nadie puede echar leña por ti, esa es tu responsabilidad, si tú no estás echando leña el fuego se apagará.
Inmediatamente, Pablo fue a recoger la leña y una serpiente lo mordió, así el enemigo hará todo lo posible para que no eches leña, para que no ores, no te congregues, no sirvas, no des, no prediques.
Levítico 6:13 dice, “ Recuerden el fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido”.
La forma más rápida de apagar la leña es sacándola del fuego.
Permanece en la iglesia, no dejes de congregarte, no dejes de asistir a tu grupo, no dejes de servir, no dejes de dar, no dejes de asistir, permanece, a pesar de los problemas, de la prueba, a pesar de que otros ya no están aquí permanece. El enemigo va a tratar de alejarte, de separarte, de sacarte del altar, de la fogata, pero no te aísles, por el contrario, busca personas que están ardiendo como tú, rodéate de personas apasionadas por Dios, rodéate de personas que tienen el fuego de Dios en su vida.
Para terminar, lee Levítico 9.23 y 24, “Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo”. No en algunos, no en muchos sino en todo el pueblo, de la presencia del Señor salió un fuego, que consumió el holocausto y la grasa que estaba sobre el altar.
“Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostro”.
Después que Moisés arregla el altar, saca las cenizas, se cambia de las vestiduras y arregla la leña, la biblia dice que Dios envió el fuego. Aquí hay un principio bien importante, solo Dios puede enviar fuego, nosotros no podemos crear fuego. Recuerda, solo Dios puede enviar el fuego, pero sí podemos provocar que Dios envíe el fuego. Elías provocó que Dios enviara fuego, Moisés provocó que Dios enviara fuego.
¿Cómo provoco que Dios envíe el fuego a mi vida nuevamente? ¿Cómo provoco que Dios me avive una vez más? Hay que limpiar el corazón de las cenizas, yo no sé qué representan las cenizas en tu vida, puede ser el dolor del pasado, un pecado oculto, la frustración por un fracaso, una herida abierta en tu corazón. No lo sé. Pero si queremos nuevamente ver fuego en nuestra vida hay que sacar las cenizas de nuestro corazón, tenemos que vestirnos de ropas normales. Tenemos que vestirnos de humildad, porque no somos nosotros, siempre ha sido Él.
Que el fuego no se apague, que el fuego siga ardiendo de generación en generación, que nuestros hijos y nuestros nietos puedan seguirse congregando, porque hubo un hombre y una mujer que dijeron: yo voy a seguir echando leña en este lugar, a pesar de los problemas voy a seguir echando leña, a pesar de la crisis voy a seguir echando leña, a pesar de que estoy pasando por un momento difícil, voy a seguir echando leña.
Finalmente, permanece en el altar. Hay muchos que, quizás ya no están, otros que no han regresado, pero si tú estás escuchando mi voz en este domingo, esta palabra de Dios es para ti, permanece en el altar, plantado en la casa del Señor, vas a florecer, vas a crecer y vas a dar mucho fruto en el nombre de Jesús.
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