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Bendecido para dar fruto

01 de junio de 2007

Tiempo de lectura: 8 minutos

 

 

Estuve enseñando acerca de la parábola de los talentos, y hoy retomaremos este tema. El Señor repartió los talentos según la capacidad de cada uno. En total dio ocho talentos o monedas; aquí está hablando de dinero, de economía. Se puede aplicar a otro tipo de talentos, pero si no pasa por lo del dinero, no pasa por ninguno. Repartió cinco, dos y uno. No repartió igual; al primero le dio el 62.5%; al segundo, 25%, y al último, el 12.5%. Tenemos que saber qué hacer con lo que nos repartió a nosotros. No protestemos por lo que no tenemos; nos van a pedir cuentas por lo que tenemos, no por lo que le dieron a los demás. Si sigues amarrado a lo que no tienes, vas a perder lo que tienes. Nos repartieron según la capacidad de cada uno, pero en la producción, las cosas empezaron a cambiar. Ten cuidado con no crecer, esa es la primera señal de que vas a decrecer. No ganar un cliente más en tu empresa es la señal de que vas a perder los que ya tienes; no hacer algo por ganar un poco más es la señal que perderás lo que estás ganando.

 

Cambió el porcentaje de distribución. Si te das cuenta, los dos primeros crecieron, y el último decreció. Que nos repartan a todos no significa que todos vamos a producir bien. El pidió cuentas y decidió quitarle al que tenía uno y se lo dio al que produjo diez. Estoy hablando de la productividad que debemos tener en nuestra vida hasta que el Señor nos recoja, no de generosidad, ni de obra social. El primero obtiene el 73.3%; pasó del 62.5% con su propia producción y luego subió 4.2 puntos en porcentaje por lo que le dieron, que era del que no produjo nada. Date cuenta que eso es más que el 4%; creció más por la negligencia de otro que por su misma diligencia, y así es en la vida. Un restaurante se llena por lo bien que cocinan ahí, y por lo mal que lo hacen en el de enfrente. A veces, el aumento te lo van a dar porque trabajaste tan bien que ya no necesitan al que trabaja mal. Dice que así es el Reino de los cielos, no el gobierno de algún país.

 

Las cosas se ponen difíciles cuando uno es un haragán. Dios no bendice a negligentes, ni vagos, no les mantiene las promesas. El primero pasó a 73.3%; el segundo a 26.7%, y el tercero a 0%. ¿De cuáles vamos a ser nosotros? ¿De los que pasan a más o de los que pasan a menos? Yo debo ser responsable por lo que me han dado y producir más.

 

Hebreos 6:7

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios.

 

La lluvia la da Dios. El hace salir el sol sobre justos e injustos. Todos tenemos el deber de dar frutos a aquel y aquellos que han labrado nuestra vida para que seamos fructíferos. Apliquémoslo a la vida cotidiana. La empresa te manda a un curso, tienes el deber de dar fruto provechoso a aquellos que han labrado tu vida, que te enseñaron, que fueron mentores tuyos. Tenemos el deber de devolverles a los labradores de aquello que han labrado en nosotros. Dios les dio, produjeron y El los bendijo. Te voy a dar un ejemplo, que hará que explote tu corazón y proféticamente verás lo que Guatemala puede llegar a ser un día. Si la parábola se aplica a la creación, entonces Dios repartió a las naciones según su capacidad. Esto me dice que Dios les repartió a ciertas personas un desierto, una pequeña isla llamada Japón, que tiene que importar el agua pura para beber, donde no tienen nada para cosechar y, sin embargo, son una potencia mundial. ¿Qué no podemos hacer nosotros con la tierra que tenemos? Guatemala tiene un clima increíble, con muchos recursos. Pero a mí me dice la Biblia que al que mucho le ha dado, mucho le es demandado. Mientras seamos guatemaltecos, Dios nos va a demandar por lo mucho que nos ha dado.

 

El nos dio según la capacidad y si Dios nos dio mucho, es porque la tenemos. Dios tiene planes muy importantes para Guatemala, El piensa que somos muy capaces. Tenemos de las mejores tierras del mundo, quiere decir que esta tierra está bendita. Voy a pensar en grande, porque en grande nos bendijo Dios. Tenemos ríos, montañas, océanos, ¿qué más podemos pedir? Israel tiene un desierto y dice ser el pueblo escogido por Dios, pero anda en búsqueda de la tierra prometida donde fluye leche y miel. Nosotros tenemos una tierra bendita. Aquí se dio el cacao, por ejemplo.

 

Nosotros tenemos una capacidad dada por Dios; si me baso en la parábola de los talentos, tenemos mucha capacidad. Ese talento dice quién es más capaz, o sea que nosotros somos más capaces porque nos dieron más. El reparte según la capacidad. Guatemala es más capaz porque le dieron más talentos. Llegará el día que la riqueza va a explotar en este país. Tenemos que estar conscientes que si nos dieron tanto, no debemos limitar nuestros pensamientos, debemos pensar en grande. El problema no son las personas que piensan en grande, sino las que siempre piensan en pequeño. Hicieron carreteras pequeñas porque nunca pensaron que tú y yo llegáramos a tener carro. El problema es que siempre se piensa en pequeño, pero cuando Dios hizo Guatemala, pensó en grande. Así que sus pensamientos tienen que ser nuestros pensamientos. El pensó: “Les voy a dar todos estos talentos”. ¿Cómo puede existir Las Vegas en un desierto, y Orlando en un pantano? Estoy seguro que cuando se pensó en hacer una universidad, una carretera u otro proyecto, alguien dijo: “¿Por qué no lo hacemos más grande?” Pero, seguramente, que en esa junta hubo alguien que dijo que para qué tanto.

 

Todos somos víctimas de las decisiones que alguien tomó un día en pequeño. Pero Dios pensó en nosotros en grande y nos dio la mayor parte de los talentos. Es tierra bendita por Dios. Hay mucha gente del interior que pensamos que está peor que nosotros, pero ellos tienen más tierra, poseen su propia prosperidad y anhelos por cumplir. No quieren perder su cultura y no tenemos por qué quitársela. Es irónica la vida; la gente se viene de un pueblo porque quiere venir a estudiar a la ciudad; sin embargo, cuando ya está listo, quiere regresar ahí.

 

8 Pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida y su fin es el ser quemada.

 

Tenemos que comprender que o somos productivos o somos productivos. Toda empresa, iglesia, grupo en casa, hospital, escuela debe ser productiva, dar fruto. Somos responsables de eso delante de Dios. Yo le decía a uno de los candidatos a la presidencia que el problema que tienen es que creen que deben dar cuentas a la gente, pero deben dárselas a Dios. Si todos despertáramos en la conciencia que es a Dios al que le vamos a dar cuentas, seríamos una nación muy productiva. Vamos a darle cuentas a El.

 

9-10 Pero en cuanto a vosotros, oh, amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.  Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.

 

Esa tierra que eres tú, que ha sido regada por Dios y labrada por nosotros tiene el deber de dar fruto en servir a los santos, porque aquel que no sirve a los santos es la tierra que está produciendo abrojos y está a punto de ser maldecida y quemada. Pero a ustedes que sí sirven, les tengo preparadas cosas mejores. Van a ser próximamente bendecidos, porque si bien es cierto que la tierra que da espinos y abrojos está a punto de ser maldecida, la buena tierra está próximamente a ser más bendecida.

 

Marcos 11:12

Al día siguiente, cuando salieron de Bethania, tuvo hambre y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo. Pero cuando llegó a ella, nada halló sino sólo hojas, pues no era tiempo de higos.

 

Las higueras dan fruto dos veces al año, pero cuando va a llegar el verano, saca sus hojas y anuncia los higos grandes y comestibles. Si tenía hojas, tenía que tener higos, pero no era tiempo de higos; entonces, por qué tenía hojas. Estaba engañando al Señor. Y así hay gente que sólo hojas es, no tiene fruto. Si no era tiempo de dar higos, ¿por qué tenía hojas? Me refiero a que hay mucha gente que tiene hojas, pero no da frutos. Ponen el radio con música cristiana, pero a la hora de dar fruto, no hay. Pura palabrería, jerga evangélica. Ahora no somos hermanos, sino “brothers”. Menos “gloria a Dios, aleluya” y más trabajo bien hecho. No hay gobierno que pueda hacer algo con la actitud de esa gente que hace las cosas mal, que llega tarde. Menos coritos en el trabajo y más trabajo. Dice: “Voy a orar por los alimentos”, y lleva tres meses de no pagarlos; está en su casa cantando “Enciende una luz”, pero no hay, porque no la pagó. Ya basta de eso.

 

Los cristianos somos personas de calidad, de responsabilidad moral, eso es ser luz.

 

14 Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

 

20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

 

La enseñanza era para los discípulos; ellos cuando la vieron, dijeron: “Mira, Señor, se ha secado la higuera que maldijiste”. Entonces, él también puede maldecir. Pregunto, ¿cuál fue la maldición para la higuera? ¿Le dijo que no produjera? No. ¿Que se secara? No. Lo que le dijo fue: “Jamás nadie coma de ti”. La maldición fue esa. Pero eso no es considerado una maldición para algunos. Porque para algunos de ustedes, el tener menos trabajo es una bendición. Para algunos que les saquen el jugo los demás es una maldición. La higuera escuchó y se secó. ¿Qué la secó? Las palabras de Jesús. Cuando El le dijo: “Jamás alguien coma de ti”, la higuera se entristeció. El deseo no cumplido seca los huesos. Cuando a esa higuera Jesús le dijo que nadie más comiera de ella, se puso triste y dijo: “Entonces, para qué nací, nadie va a comer mis higos”. Al día siguiente, la tristeza de saber que nadie se iba aprovechar de ella, la secó.

 

Dijo que nadie más volviera a comer de ella, sólo con eso, se secó. Es como que a mí me dijeran que nadie más se edifique de mí, me pasaría lo mismo. Los que dan frutos serán bendecidos. Cuando el Señor se acerca a ti, busca fruto. La Biblia dice: “Fructificad y multiplicaos”. Cuando fructificas como padre de familia, tu esposa e hijos pueden arrancar algún fruto de ti, como templanza, paciencia, mansedumbre, benignidad. Nunca te canses del fruto que la gente saque de ti, porque no es para ti, sino para que alguien más tome de ti. Alguien me llamó esta semana que quería juntarse conmigo, porque quería de esa paz que ve en mí. Las personas se viven quejando que se aprovechan de ellas en el trabajo, eso no es una maldición. La maldición sería que nadie te contrate. La maldición no consiste en no ganar, sino que nadie más va a recibir algo departe tuya. Si tú eres de las personas que han dejado de darle algo a alguien, estás próximo a ser maldito. Que en tu empresa sepan que eres de los que da, no de los que anda pidiendo todo el tiempo. Somos ofertantes más que consumidores. Esta higuera no dio fruto, pero tú debes darlo, no puedes ser una persona que venga, reciba la Palabra y se quede igual. ¿A qué hora me puedo acercar a su higuera y sacar de ese fruto? Un grupo en casa que está lleno de personas que te llaman para orar por ellos, para ir a hospitales, para desvelarte, es una bendición. Te desvelas y trabajas mucho porque eres una higuera con frutos.

 

Trabajas en la mañana, en la tarde, sales al discipulado; sé que es duro, que te desvelas, que lo haces así, eres una buena higuera. Peor fuera que no lo hicieras. Por ejemplo, que alguien te diga que nunca más te comprará en tu empresa. Te mueres, pero porque no te van a comprar y no porque no los vas a servir. Debemos fomentar en nuestra empresa que estamos para servir al cliente. La tontera más grande que he visto en los comerciales es que dicen: “Este producto causa serios daños a la salud”. Entonces, ¿por qué lo venden? ¿Por qué lo producen? Sé responsable y cierra eso. Si tienes ese tipo de producto en tu empresa, quítalo, no le pongas el rótulo. ¿Qué clase de higuera somos? Eres una higuera en esta iglesia, en el Reino de los cielos, te gusta escuchar Palabra, unción, eso es bueno, pero necesito entrenarte para que des y no sólo recibas. Que seas la higuera de otras personas, de tu familia, de tus compañeros de trabajo, de alguien más; que puedan acercarse y arrancar del fruto que llevas. Hay gente en los ministerios que se han quedado con su Palabra solos, porque cuando fue el tiempo que Jesús dijo: “Produce”, no produjeron. Y ya El les ha dicho a muchos, que nadie comerá de su fruto.

 

Somos una iglesia de discípulos, no de aficionados; de esos están llenos los estadios. Una higuera está en un lugar para producir frutos, ¡hagámoslo!

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