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Cambia tu percepción de la oración

Cambia tu percepción de la oración

27 de octubre de 2013

Tiempo de lectura: 6 minutos

 

Sabemos que debemos renovar nuestro entendimiento y la forma de percibir las cosas para alcanzar un nuevo nivel de fe. Por ejemplo, Jesús le dijo a los discípulos que no debían preguntarse quién había pecado para que un joven naciera ciego, sino que debían cambiar su percepción de esa enfermedad y verla como una oportunidad para que Dios se manifestara.

Jesús entendía la ceguera de aquel hombre de forma diferente a como la entendían los discípulos. Las situaciones cambian cuando nosotros cambiamos nuestra manera de percibirlas y comprenderlas.

Si dices: “ Yo nací pobre porque mi papá era pobre, mi abuelo era pobre y mi bisabuelo era pobre”, significa que percibes tu situación como algo que no puedes cambiar y ¡así será! Si no cambiamos nuestro sistema de creencias, no cambiaremos nuestra fe y oración, por lo que tampoco cambiarán nuestras acciones. Otro ejemplo  es la blasfemia que muchas veces decimos: “Dios me mandó esta enfermedad para que aprenda”. ¿Para que aprendas qué? ¿Tú provocarías que tu hijo tenga un tumor para que aprenda algo? ¡Claro que no! Entonces, ¿significa que nosotros, padres humanos, somos buenos y Dios es malo? No, ¡Dios es mejor que todos nosotros! Mandó a Jesús a morir por las enfermedades porque no le gusta que estemos enfermos. Cuando cambies la percepción de lo que te sucede, cambiará tu fe y tu oración, y como consecuencia, cambiará el resultado que obtienes.

No pretendas respuesta para una oración sin confianza porque Dios responde a la fe. Muchas veces ayudas a la gente por lástima, prestas dinero o das trabajo porque te conmueves, pero Dios no opera así, por lo tanto, no ores intentando provocar Su lástima. El Señor te bendecirá si ve que tienes la fe adecuada. Si llorando le pides: “¡Hay, Señor, quítale la enfermedad a mi hijo y pónmela a mí!”, lo primero que debes notar es que piensas que Dios dio la enfermedad; segundo, estás afirmando que puede pasártela; y tercero, al pensar así, ¡estás más perdido que los hijos de la llorona! Dios no es malvado, ¿Quién te metió esa idea es la cabeza? Lo correcto es decirle: “¡Señor, así como sanaste a aquel ciego, así como sanaste a aquel paralítico, sáname!” Entonces, Él responderá.

Debemos cambiar nuestra percepción sobre la oración y verla como el derecho legal que tenemos de llegar a Dios para pedirle lo que necesitamos, deseamos y ¡hasta lo que se nos antoja!, siempre y cuando no sea pecado.

Respecto a la oración, sabemos que lejos del Señor nada podemos hacer, por eso, debemos permanecer en Él como los pámpanos a la vid1. Si creemos que todo lo podemos es porque estamos con Él, de lo contrario, nada es posible, por lo tanto, la manifestación más grande de que tenemos fe es estar a Su lado y le pedimos; por el contrario, si nos alejamos, obviamente la fe se debilita y no avanzamos. La evidencia de que creo son los resultados que obtengo. ¡Creamos en todo momento!, hagamos el ridículo creyendo y cuando se manifieste lo que creímos, los que se verán ridículos son aquellos que no creyeron en nosotros. Dios no deja avergonzado a quien confía en Él.

El Señor dice que si permanecemos en Él y Su Palabra permanece en nosotros, podemos pedir todo lo que deseamos y será hecho, porque al que cree todo le es posible2. Su mensaje una y otra vez es que tengamos fe, que tengamos certeza de lo que creemos y convicción de lo que no vemos, pero sabemos que sucederá porque Él lo ha prometido. Debemos caminar por fe, no por vista, y sabemos que la fe viene por el oír Palabra y estar a Su lado. Ya que de esa forma, tenemos de dónde sacar fuerzas para salir adelante en la adversidad. Procura no faltar a la iglesia, porque permanecer es determinante si queremos aprender y crecer en fe, para pedir y recibir. Desarrollar la fe es una tarea que nunca termina.

Cree en la Palabra de nuestro Padre, quien te asegura que puedes pedir todo lo que quieras y será hecho si tienes fe. Él no es escaso y no dice que te dará solo lo que necesitas, al contrario, Su promesa es de abundancia. Por eso, nos motiva a alcanzar retos sobrenaturales, porque al creerle y obedecer Sus órdenes abrimos la posibilidad de que Su gloria y Su poder se manifiesten. Somos como el ciego que fue un instrumento para que todos se maravillaran del poder de Jesús ya que su restauración fue testimonio del amor de Dios.

Muchas veces nuestro problema es que decimos creer, pero al orar nos limitamos, pedimos pensando en lo que podemos lograr con nuestras fuerzas, oramos de acuerdo a nuestro salario, cuando debemos pedir y creer más allá de lo que recibimos, porque cuando tus fuerzas no puedan es el momento para que Él se manifieste y provea. Jesucristo no dijo: “Recibirás todo lo que pidiereis  y pagares”, Él dijo: “Recibirás todo lo que pidiereis y orares”. Nunca dijo que debíamos tener recursos para pedir, dijo que siempre debíamos creerle. Así que pide en oración y no permitas que tus recursos sean tu mayor tropiezo.

Debemos escuchar Su Palabra con fe, con confianza, no con temor o duda3. Algunos escuchan enseñanza, pero no ven resultados porque sus oídos están abiertos, pero su corazón está cerrado, desconfían del hombre que comparte la Palabra, critican y no buscan la aplicación en su vida. Lo veo en la iglesia, ya que he compartido el mensaje a muchos, pero no todos obtienen la misma bendición porque desconfían. Por eso, le pido al Señor que prepare el corazón de Sus hijos para que escuchen Su Palabra con fe, ya que para vivir en el Reino debemos ser como niños, oír la Palabra con inocencia de corazón, y creer sin prejuicios. Digamos: “Señor, voy a creer la Palabra que escucho de tus profetas y pastores, la voy a declarar y a confesar como bendición para mi vida, porque dará los frutos de bien que espero”.
Cuando Pedro se levantó el día de Pentecostés y habló para explicar lo que sucedía, estaba expresando su nueva percepción, su pensamiento renovado con la fe que le hizo ver todo con nuevos ojos y nuevo corazón4. Es como si dijera: “¡Hey, yo era como ustedes, no percibía las cosas como Jesús las percibía y ahora ustedes no están percibiendo las cosas como yo las percibo. Piensan que estos están borrachos, pero por favor, ¡es la tercera hora del día! Ustedes están haciendo lo que yo hice cuando pregunté si fue el pecado del ciego o el de sus padres lo que había causado la ceguera, y ahora estos hombres están como ebrios para que el Señor se manifieste. Por favor escúchenme, estos no están ebrios como ustedes suponen o perciben, sino que es el cumplimiento de lo que el profeta Joel dijo sobre el Espíritu de Dios derramándose sobre Sus hijos. Yo lo sé porque mi mente cambió, mi percepción cambió, ustedes miran borrachos, pero yo veo el gozo del Espíritu Santo descendiendo sobre ellos”.

Tu problema de salud es una oportunidad para que Dios te sane. Tus dificultades económicas han sido oportunidad para que Dios se manifieste, te levante y no exista más pobreza en tu familia. Las dificultades en tu casa son una puerta para que veas entrar a Cristo y entiendas que las cosas van bien en el matrimonio cuando Él es el centro de tu hogar.

Cambia tu percepción, cambia tu fe, cambia tu oración y los resultados serán distintos. No has salido de donde estás porque te falta llegar al próximo nivel de fe, pero el día que creas, verás a Dios obrando en tu vida con poder.

Versículos de referencia

1 Juan 15:1-5 comparte: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

2 Juan 15:6-7 continúa con la promesa: El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

3 Hebreos 4:1 dice: Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.

4 Hechos 2:14-16 relata: Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel

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