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Cómo dar fruto en tiempos de crisis

29 de abril de 2017

Tiempo de lectura: 4 minutos

Para nadie es un secreto que vivimos tiempos de crisis. En muchos países hay crisis financiera, social, de principios y valores. Ahora se honra lo que Dios deshora y viceversa. Muchas iglesias han tenido que cerrar o reducir el número de servicios dominicales. Es un desafío crecer, multiplicarnos y dar fruto. Es un reto dar fruto en tiempos de crisis, cuando las circunstancias son adversas. Lo interesante es que, en la Palabra, vemos que en tiempos de crisis era cuando el pueblo más se multiplicó. Lo vemos en el Éxodo y también en el libro de Hechos. El crecimiento sobrenatural se da en tiempos difíciles, porque Dios aprovecha la crisis para anunciarnos multiplicación. Ahora, ha empezado una temporada para dar mayor fruto.

Dios nos dice que el justo florecerá y dará fruto como la palmera[1], ¿De qué forma? Lo primero es estar bien plantados, es decir, firmemente establecidos en un lugar para crecer. Los botánicos dicen que lo más importante para que una palmera pueda florecer es que esté plantada en buena tierra. Vas a florecer, vas a prosperar, tus hijos van a servir al Señor en Casa de Dios que es buena tierra. Muchas personas no resisten la crisis porque no sus raíces no están profundas en la tierra, de esa forma son fácilmente desarraigados. Hay que estar plantados en la casa del Señor. No solo se trata de asistir, sino de permanecer; no solo se trata de visitar, sino de estar establecidos, tener la misma visión, trabajar unidos por lograr un objetivo. Cuando estás bien plantado, servir no es una obligación, no es una carga, es una recompensa. Amas lo que haces, haces lo que amas, cuando estás bien plantado, liderar no es un trabajo, es tu vida. Siembras en ese lugar. Ninguna palmera plantada en un jardín, da fruto en otro jardín. Cuando estás bien plantado, permaneces en ese lugar, amas ese lugar y eres fiel. La fidelidad no es el camino más corto, pero es el que te llevará más lejos. Seamos fieles en el matrimonio, en el trabajo, en la iglesia y sobre todo, con el Rey de reyes y Señor de señores. Un cristiano es fiel cuando tiene el corazón y la actitud de una palmera plantada en buena tierra.

Una palmera se desarrolla en lugares áridos, por lo que sus raíces crecen profundo en la tierra. Antes de crecer hacia afuera, debes crecer hacia dentro, debes extender tus raíces para encontrar la fuente de agua[2]. Lograrlo es cuestión de vida o muerte, así como lo es para una palmera. Acercarnos al Señor es vida para nosotros[3]. Si nuestras raíces están firmes, siempre estaremos frescos y daremos frutos. Cambia tu preocupación por oración, así crecerás y florecerás, porque estarás buscando tu fuente de agua viva. Es una locura pensar que algo cambiará haciendo lo mismo. Si quieres un nuevo nivel de crecimiento, necesitas un nuevo nivel de oración y adoración. Las ramas frescas y verdes son consecuencia de raíces profundas. No te enfoques en el fruto, sino en fortalecer tus raíces. Si estás cimentado en la Palabra de Dios, nunca dejarás de dar fruto. Si estás con Jesús, si tus raíces están profundas en el Señor, no importa si te encuentras en el desierto o en la tormenta, crecerás y darás fruto. No es un lujo, es una necesidad buscar a tu Dios.

Otro elemento vital para dar fruto en tiempo de crisis, es la unidad. Las palmeras pueden crecer en los lugares más áridos porque sus raíces están unidas a las de otras palmeras. Hay que estar bien plantados, con raíces profundas y conectadas con las de otras palmeras. Las crisis vendrán, los temporales, las sequías vendrán, pero las raíces unidas son difíciles de desarraigar. Ninguna palmera es igual a otra, lo importante es que están unidas. Una palmera sola, aislada, no sobrevive a la sequía y la tormenta. Solo unidos logramos dar fruto. No te quedes solo; el peor problema de un líder es el aislamiento. Busca amigos, gente con la que te conectes, que tu raíz sea profunda y unida a otras. Busca la unidad. No entremos en competencia, celos y envidias; hay que mantenerse unidos para dar fruto. Está comprobado que las raíces de las palmeras pueden compartir agua. Si una raíz está seca, otra puede compartirle humedad. La estrategia del enemigo no ha cambiado, busca crear división, busca grietas donde meterse para dividir y debilitar, porque sabe que una palmera sola puede morir. Pero donde otros no pueden sobrevivir, daremos fruto abundante. Lo que antes era tu cosecha se convierte en tu semilla. Lo que has hecho hasta el momento es ahora tu semilla, pero no permitas la división, mantén la unidad con los tuyos.

La palmera sabe su potencial, sabe que es capaz de dar fruto. Sabe que a pesar de la crisis y del desierto, puede dar fruto. Esa debe ser nuestra motivación, dar fruto con el potencial que Dios nos ha dado. Podemos alcanzar nuestros sueños y conquistar nuestras promesas en el nombre de Jesús. Todo árbol, toda persona necesita saber su potencial, conocer su fruto. Una manzana es fruto que guarda semillas que pueden convertirse en nuevos árboles. Al ver tu fruto debes visualizar lo que hay allí, ¡todo un bosque!, no solo pequeñas semillas. Si ves tu potencial, no te detendrás y darás mucho más fruto, aún en tiempo de crisis.


[1] Salmo 92:12-15: El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia.

[2] Jeremías 17:8: Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

[3] Juan 15:5: Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

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