06 de diciembre de 2019
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Durante mucho tiempo estuve buscando mi propósito, sin poder encontrarlo. Muchas circunstancias me hacían sentir que no estaba cumpliendo mi llamado. Era como estar viviendo un plan alterno y no el que Dios había preparado. Me frustraba no estar alcanzando todo el potencial que llevaba dentro.
Recuerdo que trabajaba en un restaurante para pagar mis estudios. Una noche me tocó quedarme hasta tarde, no me habían dado propinas y había botado un plato de comida. En ese momento pensé ¿Qué estoy haciendo aquí? Un sentimiento de frustración inundó mi ser, sabía que no pertenecía a ese sitio, pero no sabía que hacer para salir de ahí. Hasta que escuche la voz del Espíritu Santo diciéndome que ese era el lugar en donde me necesitaba en ese momento. Las palabras que Dios me dijo esa noche cambiaron mi perspectiva por completo.
Moisés vivió algo similar a lo que yo viví trabajando de mesero, cuando él nació tuvo que ser escondido porque su vida corría peligro. Moisés se crío en Egipto como alguien de la realeza. A pesar de sus comodidades, él no sentía que estuviese cumpliendo su propósito. Un día vio que un egipcio estaba golpeando a un hebreo e intervino, las cosas no salieron muy bien y termino matando al egipcio. A partir de ese momento tuvo que salir huyendo. Estando en el desierto se dedicó a pastorear las ovejas de su suegro. Pasaron cuarenta años hasta que tuvo un encuentro con Dios para recibir instrucciones del propósito que debía cumplir.[1]
Gran parte de su vida Moisés pudo haber sentido que no estaba experimentando el plan de Dios, incluso pudo haber olvidado que el proceso también es parte del plan. Moisés sin el desierto y la persecución no hubiera podido convertirse en el libertador que Dios necesitaba para su pueblo. Parte importante del propósito es la preparación que pasamos para convertirnos en las personas adecuadas para el llamado que el Señor nos ha hecho.
El Señor usa lo que tienes en tus manos para cumplir su propósito en ti.[2] Dios no usa los dones que te gustaría tener, usa los dones que ya tienes. Ni un error o fracaso podría sacarte del plan que Él tiene preparado para ti. Se sincero contigo mismo y pregúntate ¿Qué tengo hoy en mi mano? Eso que ya tienes es más que suficiente para realizar grandes proezas.
Moisés aunque no estaba viviendo lo que quería, trató con pasión y excelencia lo que tenía en sus manos.[3] Hay un patrón muy interesante cuando el Señor escoge a alguien para sus planes. Él no escoge al más capacitado, escoge al más apasionado. A David cuando nadie lo veía, él se levantaba a defender a las ovejas de su padre. Elías cuando escoge su sucesor no lo escogió de su escuela de profetas, escogió a alguien que estaba trabajando la tierra. Jesús a sus discípulos no los escogió en la sinagoga, los escogió fuera de la iglesia realizando sus labores cotidianas. Que Dios te encuentre trabajando de forma apasionada en eso que tienes en las manos. Deja de buscar tu propósito y empieza a servir con pasión a las personas.
El Señor le dijo a Moisés que tirara la vara y él la tiro. Fue obediente sin preguntar nada, solo confió. Moisés sabía que no se podía agarrar por la cola a una serpiente y con todo y el riesgo que eso implicaba, él obedeció. En el Mar Rojo, Dios le pide a Moisés que extienda la vara y él obedece también esa instrucción. La obediencia a las instrucciones que el Señor le daba fue lo que lo llevó a cumplir su llamado.
Tú quieres descubrir tu poder y Dios quiere que le obedezcas. Porque obedecer las instrucciones del Él es más importante que conocer tus propios dones. Queremos el don pero no tenemos el carácter, entonces el Señor tiene que someternos a procesos para formarnos. Los dones se descubren siguiendo instrucciones. ¿Qué instrucción te está diciendo el Espíritu Santo? En la obediencia a esas instrucciones encontraras el camino para cumplir tu propósito.
Qué pasaría si en vez de buscar tu propósito, le asignas propósito a lo que ya tienes.[4] Ese lugar en donde te encuentras es el sitio que el Señor preparo para ti. No olvides que el camino es parte del plan de Dios.
[1]Éxodo 4:19 (NTV): Antes de que Moisés saliera de Madián, el Señor le dijo: «Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte».
[2]Éxodo 4:1-5 (NTV): Sin embargo, Moisés protestó de nuevo: —¿Qué hago si no me creen o no me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor nunca se te apareció”? Entonces el Señor le preguntó: —¿Qué es lo que tienes en la mano? —Una vara de pastor —contestó Moisés. —Arrójala al suelo —le dijo el Señor. Así que Moisés la tiró al suelo, ¡y la vara se convirtió en una serpiente! Entonces Moisés saltó hacia atrás. Pero el Señor le dijo —Extiende la mano y agárrala de la cola. Entonces Moisés extendió la mano y la agarró, y la serpiente volvió a ser una vara de pastor. —Realiza esta señal —le dijo el Señor—, y ellos creerán que el Señor, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, de veras se te apareció.
[3]Eclesiastés 9:10 (NVI): Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.
[4]Éxodo 4:20 (NTV): Así que Moisés tomó a su esposa y a sus hijos, los montó en un burro, y regresó a la tierra de Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios.
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