25 de marzo de 2008
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Como ciudadano guatemalteco, voy a entregarle mi voto a un candidato a la presidencia, a un candidato a alcalde a Fraijanes, a la planilla para diputados de la nación y por la capital. Como individuo, le daré mi voto a alguien que yo quiero, pero como pastor, estoy con todos, en el sentido que yo soy alguien que representa en todo caso la Palabra de Dios para todos, porque sería lo mismo decir: “ganemos para Cristo los buenos, pero no los malos; ganemos para Cristo los homosexuales, pero no las lesbianas; al rico, pero no al pobre. No puedo; como pastor, debo de estar listo para ayudar a quien quiera que quede, porque el pueblo cristiano cometió el error que como no queda el de su predilección o con quien simpatiza, no ora por él durante los cuatro años que está en el poder. Después de cuatro años, usted y yo también somos culpables de todo lo que pasó, porque si usted no oró todos los días por el gobierno y Dios dice que oremos, entonces estamos muy equivocados en señalar y juzgar, pues no hicimos aquello que a nosotros nos compete, y es orar por ellos.
Quiero comenzar diciendo esto, para que no digan que la prédica va por no sé quién. Para eso mejor oro por milagros, sanamos enfermos, yo me voy a votar y listo, pero creo que es deber mío darle los principios bíblicos y los valores que hay que buscar de una persona que queremos que nos gobierne.
Lo primero que quiero enseñar es que de los gobernantes, muchas veces, depende que Dios bendiga a una nación. Por hablar cosas acá que no se han hablado antes, soy muy objetivo, y quiero que usted medite en esa Palabra. Vamos a Eclesiastés 10:16. ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!
Vers.17 Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber.
En la Biblia Al Día es una paráfrasis: Ay de la nación que tiene por rey a un niño y sus dirigentes están embriagados desde la mañana. Dichosa la nación cuyo rey es un noble y cuyo diligentes trabajan empeñosamente, antes de andar en fiestas y en bebidas.
Depende de la conducta de nuestros gobernantes, así es el “ay” para la nación, o la bendición. Elegir presidente es más importante de lo que nosotros nos hayamos podido imaginar. Es necesario saber elegir al presidente de la nación. La Palabra del Señor nos dice en el Salmo 24.1:
De Jehová es la tierra y su plenitud;
¿De quién es la tierra?
Del mundo y los que en él habitan, porque Él los fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos.
La tierra es de Dios, lo que muchos gobernantes no han comprendido, no han querido comprender o no tiene el conocimiento es que cuando uno gobierna un país, no es realmente a la gente o al partido al que se le va a dar cuentas de cómo se gobernó, sino al dueño de la tierra que está gobernando y el dueño de la tierra es Dios. Por lo tanto, si es Dios el dueño de la tierra, todo gobernante debería leer la biblia. Para empezar, no se debería despreciar o menospreciar este libro de gobierno de principio a fin, de pasta a pasta, trata de un reino, el de Dios; aquí se enseña a gobernar desde el cuerpo, hasta un país.
La Palabra de Dios dice aquí que de Dios es la Tierra, es a Dios al que se le debe dar cuentas a cerca de una nación, y dice la Escritura en el Salmo 66:7
El señorea, otra versión dice: El gobierna con su poder para siempre. Sus ojos atalayan sobre las naciones los rebeldes no serán enaltecidos. Él vigila sobre las naciones, gobierna, señorea sobre ellas. Quiere decir que aunque la nación se la entreguen a alguien para que la gobierne, el dueño de la misma es Dios, y el que pide cuentas siempre es el dueño, los demás somos mayordomos. Dios le entrega el gobierno de ciertas cosas a los hombres.
Génesis 1.27-28: Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Si usted se da cuenta, el Señor creó al hombre y de inmediato le entregó el gobierno, le dijo: “sojuzgar la tierra, señorea, gobierna,” y le dio a gobernar. La Palabra de Dios es clara al hacernos ver que el gobierno mismo las delega en personas, así que debemos saber gobernar.
I Timoteo 3 Palabra fiel, si alguno anhela obispado, buena obra desea, pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción, con toda honestidad, pues el que no sabe gobernar su propia casa cómo cuidara de la iglesia de Dios.
Para gobernar la iglesia, uno debe de cumplir con algunos requisitos; no son absolutos en el sentido, por ejemplo, que Dios no te va a pedir algo que El no haga o que a El no le haya pasado. Ustedes conocen la parábola del Hijo pródigo, conocen la Escritura, pero está el testimonio del otro hijo que no se perdió. Entonces cualquiera le podría decir a Dios: “Entonces, tú no puedes gobernar la iglesia si se te pierden los hijos también”. No es que Dios no los haya educado bien, sino que la gente no recibió la buena educación, eso es diferente. Cuando habla de gobierno de casa, habla de eso; todos nosotros gobernamos, la Palabra dice en el libro de Proverbios 16:32: Mejor es el que se tarda en airarse que el fuerte, y el que se enseñorea de su espíritu que el toma la ciudad.
Todos nosotros gobernamos de una u otra forma. Dios es propietario de tu cuerpo. La misma Biblia dice que nuestros cuerpos no son nuestros, son de Dios, incluso dice: “daré pues mis miembros a una ramera, jamás”. La Biblia dice que no destruyamos este cuerpo, porque el que lo destruye, Dios lo destruirá a él, porque es templo del Espíritu Santo. ¿De quién es el cuerpo? De Dios. Pero, ¿quién lo gobierna? Usted mismo, pues decide qué comer, cuántas horas dormir. No es Dios el que lo gobierna, ninguno de ustedes tiene ángeles o querubines a las 5 ó 6 de la mañana para despertarlo, sino que usted decide a qué hora se levanta.
Dios te entregó tu cuerpo, pero ¿quién lo gobierna? La misma Biblia habla de los casados, y dice: Porque el cuerpo del hombre no es si no de la mujer y el cuerpo de la mujer si no es del hombre. Y el cuerpo del hombre es de la mujer.
Las cosas son de Dios, pero las gobernamos nosotros. ¿De quién es el oro y la plata? Pero, ¿quién lo gobierna? Usted gobierna, nosotros gobernamos, nos fue otorgado el gobierno. La Biblia, dice: Bendita serán las familias en tu cimiente. ¿Quién bendice las familias, quién las gobierna? ¿Quién es la cabeza del hogar? ¿Quién es la cabeza de la mujer? El hombre; ¿quién es la cabeza del hombre? Cristo; ¿quién es la cabeza de Cristo? Dios.
Desde arriba hasta abajo, Dios establece un gobierno y delega el gobierno en las personas. Por lo tanto, somos responsables de gobernar. Usted puede decir: “mi empresa es de Dios,” pero la gobierna usted. La Biblia dice que nosotros, los pastores, los que estamos acá, yo no sólo predico aquí, hermanos, yo gobierno aquí, no estamos sólo para predicar, dice que gobierne bien su casa. No podemos nosotros gobernar y no haber gobernado antes lo más pequeño; por lo tanto, nosotros por años hemos elegido gobernantes que no gobiernan bien su vida, ni su matrimonio, ni sus empresas, mucho menos una nación; por lo tanto, tenemos que entender que para poner una X sobre una boleta, tenemos que comprender por quién votar. Es importante que aprendamos nosotros a ir a la Palabra de Dios y entender asuntos de gobierno.
Daniel 4.24 Aquí le va a hablar una persona al rey Nabucodonosor
A este Rey Nabucodonosor Dios le juzgó y le convirtió en una bestia que habría de comer hierba y habitar entre animales siete tiempos, el hombre que le lleva el juicio al rey, dice así: “Esta es la interpretación, oh, Rey.” Sabía que el rey que se iba a convertir en una bestia, pero le dijo: “Oh, Rey”, y no “oh, tú bestia”. Aún cuando Dios emite un juicio, el juicio sobre un gobernante lo emite el dueño de la nación no nosotros, y este hombre no trató mal a Nabucodonosor, sabiendo que Dios lo iba a convertir en una bestia, lo respetó. Las autoridades se respetan.
Dice la Palabra del Señor: “Y la sentencia del Altísimo que ha venido sobre mi señor el Rey, que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo, tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere”.
¿Estamos todos de acuerdo? ¿Quién tiene dominio sobre el gobierno de los hombres?
¿Y a quién lo da Dios? A quien el quiere. Entonces, la gente sacó una frase mal interpretada diciendo: “Dios quita reyes”.
Y es una verdad a medias, porque la Palabra nos enseña que nosotros debemos de poner a quien Dios elige. La Palabra de Dios, nos va a enseñar a elegir.
Dt.17.14 El pueblo de Israel. ¿Cuántos estamos de acuerdo con eso? Y era una nación que Dios había levantado a través de Abraham, Jacob, los doce patriarcas; tan así que José, cuando salieron de Egipto, ordenó y declaró. Y el pueblo de Israel sale de la tierra de Egipto. Y cuando van a entrar allí, Dios les da estas reglas: Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores. Ciertamente, pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere: de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano.
Aunque yo quiero tener algún día un presidente cristiano, nacido de nuevo, no puedo usar esta escritura para justificar esto, porque es tiraje y fuera de contexto. Ahora le muestro la integridad de su pastor: Lo que está diciendo aquí es: “cuando entres a esta tierra, no puedes usar de los amorreos, un rey para los israelitas”. Esto hasta hoy, esta vigente; usted no puede poner a un guatemalteco, puede gobernar los Estados Unidos. Aquí está hablando, de nacionalidad, y la ley nuestra está basada en esto. No podemos poner por presidente a un salvadoreño, ni a un hondureño, costarricense, panameño, árabe o judío; tiene que ser guatemalteco. Esta escritura se ha utilizado para poner un hermano evangélico, mejor si fuera un cristiano quien nos gobierna, aunque no va bastar, porque yo he visto cristianos que no por serlo gobiernan bien su casa, se están divorciando. Ni por ser cristianos, gobiernan bien la empresa, la tienen en quiebra; ni son libres de soborno, porque dan mordida; ni por ser cristianos, son buenos doctores o abogados. Con todo el respeto que me merecen mis colegas, no por ser cristianos ungidos, gobiernan bien la iglesia, ni las administran bien.
Voy a ser un paréntesis, aquí no sólo hay Palabra, unción, sino también hay buena administración.
Porque gobierno, y gobernar también es administrar. ¿Qué es lo que le quiero decir yo? Por más que lo deseemos, no podemos torcer una Escritura.
Segundo punto: Dice allí: “Pondrás por rey al que Dios eligiere.” ¿Quién elige?
Yo le aseguro que entre todos los candidatos, quiero exagerarlo, por malos que parezcan, hay alguien que Dios ha elegido para presidente, pero el deber está en nosotros ponerlo. La gente suele no cumplir su responsabilidad.
Yo le voy a dar algunos principios y valores que debe tener una persona para poder ser electo o para que nos gobierne. No todos, y quizás no hay ni uno que cumpla con todos. Según la escala de valores que usted tenga, dentro de su corazón, usted va a sopesar qué cree usted que es más importante. Porque dados todos los principios, quizás nadie se salva, pero alguien se tendrá que apegar más a éstos.
Hay principios que hablan de quién puede llegar a gobernar o ser el que gobierna.
1 Reyes 3.7 Cuando el rey Salomón asume el trono. Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey.
Primera cosa: Elijamos a alguien que tenga a Jehová por Dios y si no, que lo llegue a tener, que reconozca que reconozca que ser presidente es ser sirviente de Dios, antes que ser sirviente del pueblo. La democracia del pueblo y para el pueblo, ni siquiera menciona a Dios, el dueño de la nación que gobiernan. Usted debe gobernar para Dios, en Dios y Salomón siendo heredero del trono, ora y le dice: “Mi Dios”. Quiera el Señor que nuestros candidatos tengan al Señor de esta Biblia por Dios.
Segundo dice: “Tu sirviente”. No por se rey o presidente, dice “el que manda soy yo”; no, sino que dice “aquí el que sirve soy yo”. También dice que es joven y no tiene experiencia en el gobierno de una nación.
Y la verdad es que todos los candidatos que van son inexpertos en gobernar un país, ¿cómo va a elegir usted? ¿Cómo puede saber usted si va a gobernar bien un país, si nunca ha gobernado? Nadie llena el currículum en el partido y dice: “He gobernado tres países y los he sacado de su pobreza, voten por mí”. En ese sentido, todos están igual.
Salomón tuvo la humildad de decir “soy inexperto”. Dios quiera darle a nuestro próximo presidente un corazón humilde de saber que no tiene el cúmulo de experiencia real para gobernar, por eso es que necesita a Dios.
Salomón dijo: “Dios mío, no tengo la experiencia, ayúdame a gobernar este pueblo”. ¡Y vaya que gobernó bien! Gobernar esta nación debe estar difícil, si gobernar una iglesia, donde estamos todos, porque Jesucristo nos lavó con su sangre, perdonó nuestros pecados en la cruz del calvario, donde la persona que está al frente te bendice con constante palabra, ayunando por ti, orando por ti, a veces se hace difícil gobernar, ¡imagínese un país!
Los guatemaltecos somos especiales para ser gobernados. Usted mira un deportista americano y, de repente, dicen “el deportista fulano de tal se le hizo un antidoping y se le encontró que se drogaba”. Usted dice: “no es posible, qué pura lata, él nunca se ha drogado”. Pero si es un guatemalteco, dice: “Deplano se está drogando”.
Imagínese gobernar así; el guatemalteco, el hispano, latino, es clásico con ese tipo de comportamiento. Nadie puede salir adelante de nuestros países porque se manejan por el “me contaron por allí”. Ibero América es el continente de la bolas, de los rumores y de los que los creen es el continente de la gente que siempre habla mal de los demás, nunca hablan bien de alguien. Es el continente que mira cómo los baja y a nadie admira para que suba.
¿Cuántas veces un mismo partido de esta nación ha puesto dos presidentes? No puede gobernar el mismo partido nunca, aunque lo haga bien hecho, porque es clásico del guatemalteco de querer ir en contra.
La palabra del Señor nos dice en el verso 9: Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
Y si encuentra a alguien que doble sus rodillas, y le diga: “Señor, son joven inexperto, dame un corazón sabio para entender qué es bueno y qué es malo; saber juzgar esta nación debidamente”
Dios le va a decir: “me agrada lo que estás pidiendo, tu manera de pedir es buena”. ¿Usted no cree que Dios esté a favor de las naciones para sacarlas adelante? ¿A Dios le gusta la pobreza, la miseria en la que vive nuestro país y Latinoamérica? Por supuesto que lo aborrece, que no le gusta, está buscando hombres que quieran sacarla adelante. No se trata de quién celebra mejores cultos.
O no por eso sanó al hijo del siervo del centurión romano, y dijo: “Ni aun en Israel he hallado tanta fe, hágase como tú quieras”. Que doble sus rodillas, que diga: “Señor, reconozco que esta nación es de Dios, por favor, ayúdame a gobernarla los próximos años.” Seguramente, Dios le va a dar gracia.
Dice la Palabra del Señor en el verso 11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio.
¿Cuántos que corren hoy para las presidencias de los países, corren por intereses personales, para hacerse ricos o para hacer ricos sólo a ciertos sectores? Pero Salomón lo que decía era: “Señor, necesito sabiduría para gobernar este país, por favor, y entonces Dios lo mira, lo oye y contesta:
He aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
Al primero que Dios lo encuentre con estas sanas intenciones, lo convertirá en el mejor presidente que ha existido, pero tiene que tener un corazón con intereses para sacar adelante una nación. Algunos de ustedes ven que satisfagan sus derechos, sin importarles el resto de la nación. Con el que más me va a favorecer con el empleo, con el que me va a firmar los contratos, ¿y la nación qué? ¿Estamos aquí por una nación o estamos por cada uno de nosotros nada más? Por una nación, escoge pues el que Dios eligió y ponlo. Dice la Palabra del Señor en el verso 13: Y aun también te he dado las cosas que no pediste, (ese es mi Señor); no tiene problemas con las riquezas, dice: aún lo que no pediste: riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes, ninguno haya como tú en todos tus días.
Si usted no quiere creer en la sana doctrina de la prosperidad, tampoco puede creer en un buen gobierno, porque sacar adelante esta nación es darle gloria a esta nación. No es de robarle la gloria a Dios. Ni siquiera sentido de competencia tenemos. ¿Cuándo se va a levantar alguien que diga: “vamos a tener todas las empresas de toda Centroamérica, se van a poner aquí, vamos a crear leyes que las traigan, vamos a hacer un sistema impositivo que provoque la inversión aquí, porque eso es traer riqueza”?
Salomón estaba pensando en todo eso. Vio la rebelión de sus hermanos que se levantó contra su Padre. Entonces, dijo: “Lo que yo necesito es sabiduría para gobernar este pueblo y Dios se la dio; le dio la inteligencia, le dio corazón y además le dio las riquezas, la gloria y a él como rey. Dado como el rey de mayor gloria en todo Israel, el Rey Salomón, el templo de Salomón, la casa de Salomón, los criados de Salomón, el gobierno de paz del Rey Salomón, porque tuvo el corazón, Dios le dio la sabiduría.
Que sea sabio. En el que usted crea que sea sabio. Usted también tiene el corazón para serlo, saber votar. Si usted sabe que tal candidato es mejor para la nación, pero a usted no le va ir tan bien, ponga al de la nación. Usted necesita mi voto hoy y yo necesito el suyo también; somos responsables los unos de los otros a la hora de ir a la urna y votar.
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