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Conservando lo que la fe alcanza

26 de agosto de 2010

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Cuando viajas, le indicas a tu secretaria sus tareas y seguramente hay cosas que recomiendas con especial atención. Tal vez darle de comer al gato u otra cosa pero  hay algo en lo que insistes y porque es muy importante. De la misma forma, el Señor remarca en el libro de Malaquías  lo que desea de nosotros:

Malaquías 4:1-4  nos enseña: Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.  Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.

Estas son las últimas palabras del último libro del Antiguo Testamento y el mensaje es que debemos recordar Su ley. A todos nos encanta escuchar las promesas y respuestas que vienen del cielo porque encienden nuestra pasión por seguir creyendo pero nos disgusta que nos digan lo que debemos hacer y no lograremos avanzar mientras el corazón no sea enseñado en dar más que en recibir.

Las intenciones del corazón

Hebreos 4:12 asegura: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Tenemos muchas intenciones en el corazón: ir a la iglesia, conocer a Dios, guardar Sus mandamientos, recuperar o reconstruir el hogar, prosperar, viajar, etc. Cuando el pueblo estaba en la frontera de la Tierra Prometida, enviaron espías para explorarla y lograr que dentro del corazón naciera la voluntad de conquistarla. Dios venía trabajando es sus corazones desde que salieron de Egipto. Nosotros debemos actuar igual y cuidarnos de guardar Sus mandamientos cuando obtengamos lo que nuestra fe nos permita alcanzar. No te olvides de honrar al Señor cuando logres restaurar a tu familia, tener buena posición económica y alcanzar tus promesas.

Por ejemplo, un padre que regala un carro nuevo a su hijo cuando se gradúa del colegio, lo hace para recompensarlo por el producto del esfuerzo y para que pueda ir a la universidad, no para que lo deshonre  manejando ebrio y cometiendo locuras. Lo que comenzó bien, ese premio por el éxito puede echarse a perder en un instante. El mal carácter de no valorar y no corresponder  arruina todo porque si  desperdicias o mal utilizas lo que recibes, Él no tendrá confianza de darte más.  Dios prueba nuestro corazón y desea ver qué hacemos cuando nos da. Lo correcto es recibir con responsabilidad, temor y celo por honrarlo.

Jesús vivió un ejemplo de mal carácter de alguien a quien bendijo cuando sanó a diez leprosos y solamente uno regresó a dar gracias. Esos diez enfermos vivían una agonía constante, no podían trabajar ni convivir con sus familias. La sanidad que recibieron era un regalo extraordinario y no tuvieron el corazón y carácter para asumir la actitud correcta y agradecer. La fe les funcionó y provocó el milagro que anhelaban, pero se echó a perder por el carácter.

Guarda siempre los mandamientos y demuestra gratitud

En Deuteronomio 6:10 –17 el Señor advierte de nuevo sobre esto: Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies,  cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra. No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah. Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.

Dios siempre empieza a trabajar en nuestro corazón antes de que lo bueno llegue porque es necesario para convertirte en esa persona que puede alcanzar mucho más. El problema del pueblo no era conquistar sino en quién se convertiría al lograrlo. Dios insiste en pedirnos que vivamos los mandamientos  en todo momento no solamente cuando obtenemos lo que deseamos.

Deuteronomio 8: 2 continúa advirtiendo: Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.

El Señor nos inicia en procesos y nos expone a situaciones porque nos ama y le duele que seamos mal agradecidos. Hay que creer y mantenerse aferrado a las promesas, pero  también debemos someternos a los procesos  que educan nuestro corazón.

El leproso no esperaba recibir la salvación eterna pero la obtuvo a través de la gratitud. Somos escasos porque nos conformamos y no vemos que aún hay más. Declara que el Señor es tu Salvador, confiésalo con tu boca y abrirás las puertas de los cielos. Limpia tu corazón y tu boca de malas palabras o mentiras.  Avanza  hacia la santidad porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece. Dios quiere manifestarse en tu debilidad porque allí es donde te hará fuerte para que poco a poco logres ser mejor. Esa es la actitud de un verdadero cristiano.

Pídele al Señor que te libre de apartarte de Él porque tu verdadera recompensa es demostrarle que serás fiel toda la vida. Demuéstrale que estás decidido a obedecer y mejorar. Nada debe detenerte para convertirte en ese hijo que le agrade con su conducta. Prométele que lucharás por cumplir Su palabra  porque sabes que te ayudará y  sostendrá  para disfrutar de todo aquello que ha preparado para ti.

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