18 de abril de 2021
Tiempo de lectura: 5 minutos
Dios nos ha dado el presente para que podamos construir el futuro. Si bien es cierto que con frecuencia nos acordamos de lo que tuvimos y perdimos —o de lo que quisimos hacer y nunca logramos—, el presente no es para llorar por nuestro pasado, sino para construir un buen futuro. Para ello debemos estar totalmente convencidos de que podemos lograrlo sin importar nuestro pasado porque el Señor nunca nos delimitará a causa de él.
No sé si me dará tiempo de hacer todo lo que he soñado para mi vida, pero estoy convencido de que todo eso es posible por la simple razón de que Dios me está dando el presente para lograrlo. Y es que no podemos hacer nada para borrar el pasado. Por más que lloremos o suframos no podremos cambiar nuestras fallas o las de nuestros padres, pero sí podemos tomar todo eso como un aprendizaje en favor de nuestro carácter y madurez.
Recordar el pasado nos provoca inseguridad sobre nuestro presente. A veces queremos encubrir nuestras inseguridades con bienes y cosas materiales (por ejemplo, la tendencia a usar ciertas marcas solo porque son más caras), con personas de quienes co-dependemos (por ejemplo, algunas relaciones entre novios o entre padres e hijos) o manteniéndonos en la nada (por ejemplo, cuando se rechaza una oportunidad por no arriesgarse o por no querer salir de la zona de confort).
Carácter es la forma en que una persona piensa y reacciona ante las circunstancias y las adversidades. Y nuestra seguridad está en el carácter del Señor. En Salmos 103 David describe detalladamente las ventajas de bendecir a Dios[1] porque Su carácter es el de un padre: podremos cometer graves errores, pero Él siempre nos amará, cuidará y proveerá.
El carácter de Dios también se refleja en Su poder. Él puede hacer todo de la nada. Lo sobrenatural en medio de lo natural. Lo imposible ante lo humanamente imposible. Él hace milagros cuando ya no hay nada que hacer. Nuestra seguridad radica en el carácter de Dios. Entonces, ¿por qué sentir temor a la hora de soñar por nuestro futuro.
En 1995, a los 19 años, me iba a quitar la vida porque estaba deprimido, pero en ese momento se me vino a la mente la imagen de mi mamá orando por mí en su cama cuando llegaba a casa alcohólico o drogado. Y aquel día escuché una voz que me dijo “No lo hagas”, y pensé en mi mamá. Al día siguiente acepté a Jesús como Salvador acompañado de mi mamá y en aquella misma cama. Fue así como llegué al Señor: por una necesidad emocional; pero luego Él se convirtió en mi necesidad. Por eso no permitas que Dios deje de ser tu necesidad, pues en Él se suplen todas las demás necesidades de la vida. En Él estamos seguros.
Ahora bien, vivimos en una sociedad injusta que suele engañarnos y hacernos perder el verdadero sentido de la seguridad en Dios. Es entonces cuando cuestionamos quiénes somos para Él y nos preguntamos cosas como: “¿Dónde está aquel Señor que alguna vez nos bendijo?”, como se lo preguntó Gedeón en el Antiguo Testamento.[2] Sin embargo, si el Señor ya lo hizo una vez, lo podrá hacer siempre cuando Él quiera. Por eso no permitas que tu buen pasado te haga vivir con un mal dolor en tu presente. La fe en nuestro Padre es nuestra fuerza. Su poder no se limita a nuestra habilidad, experiencia o circunstancias. Lo único que determina Su poder es nuestra fe. Todos tenemos la fe para alcanzar el futuro que soñamos si en nuestro presente tenemos la mentalidad para lograrlo.
No te veas según tus capacidades, circunstancias o necesidades porque Dios solo te ve conforme al destino que trazó para ti. Mírate como una persona valiente que puede hacer las cosas, porque si no te ves como Dios te mira, no podrás detonar tu fe. Tu peor pasado se convertirá en Su honra para tu mejor futuro. Confronta los pensamientos negativos con los pensamientos Suyos, entrena tu mente para pensar por medio de Su verdad y enfócate en tu destino eterno, no en tus circunstancias temporales.
Por último, nunca olvides que siempre habrá día y noche, verano e invierno, frío y calor. Si hoy estás en la noche, recuerda que también llegará el día. Y si estás en la temporada de abundancia, tarde o temprano llegará la temporada de escasez, por eso ten la sabiduría para prepararte y vivir acorde a cada temporada. De eso se trata construir el futuro.
[1] Salmos 103:2-22: Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia. Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras. Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo. El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más. Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra. Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos. Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad. Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Jehová.
[2] Jueces 6:12-15: Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.
Temas relacionados:
Carácter | Fe | Futuro | Presente
En el eterno presente de Dios mil años son como un día, debemos aprovecharlos, contarlos y vivir recuperando las oportunidades que nos ha dado, porque algunos días son malos, otros muy buenos, pero todos son cortos.
Revisa las lecciones aprendidas para edificar el reino de Dios, dejando atrás el misterio de la torre de Babel con sus ideas contrapuestas para imponer la voluntad propia sobre la autoridad de Dios.
La memoria humana funciona estrechamente relacionada con recuerdos de mayor impacto emocional como la ira, el miedo, la paz, el gozo o la tristeza, entre otras. ¿Es posible seleccionar solo los buenos recuerdos en la vida? ¿Cómo funciona la memoria de Dios?