19 de diciembre de 2009
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Hay momentos en la vida cuando parece que ya no queda nada por hacer. Tal vez porque sientes que lo has logrado todo o porque piensas que estás derrotado pero aún tienes tu espada empuñada listo para continuar en la batalla. Pero te aseguro que aún hay más y tus ojos todavía no han visto todo lo que Dios tiene para ti.
Lucha hasta en final
1ra. Corintios 9:26-27 dice: Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Pablo logró muchas cosas, prácticamente llevó la Palabra a toda Asia. Aunque no conoció personalmente a Jesús, se levantó a predicar con una pasión que pocos demostraron. Estas palabras no las escribió al principio de su ministerio, sino al final, cuando ya casi concluía su tarea. Imagina el impulso que aún le quedaba después de trabajar tanto y tan arduamente. Lo mismo debe suceder con nuestro ánimo. Es necesario que cuidemos y aprovechemos lo que Dios nos ha dado para desarrollarlo hasta el final. Muchas personas no están conscientes de su potencial y las grandes promesas que hay para sus vidas, por eso se descuidan y se desperdician. Dios es eterno, como tu ánimo y esfuerzo debe ser.
En el verso 27 Pablo confiesa que puede ser eliminado. Nunca da las cosas por hecho, sabe que debe continuar su carrera y ganarla. No importa que bien hayas corrido si al final te dejas vencer. Muchas veces la victoria y el éxito se definen en segundos. Puedes haber hecho un gran trabajo pero si te descuidas en el último momento, todo puede desmoronarse. Un buen ejemplo es el jugador francés Zinedine Zidane. Era el mejor de su época, tanto que incluso le decían “el mago”. Era intachable pero se equivocó en el último minuto, durante la final Francia-Italia del Mundial 2006, cuando le dio un cabezazo a otro jugador. Ahora no es recordado por sus goles y brillante carrera sino por el error que cometió.
No se cuidó hasta el final y sus últimos segundos frente al mundo lo marcaron para siempre. Fuimos llamados para obtener algo brillante pero debemos cuidarnos para alcanzarlo. Toma la vida como una pelea o una carrera, tú escoges pero descubre que es una competencia que debes iniciar y terminar exitosamente.
Este éxito debemos alcanzarlo tanto en nuestra vida terrenal como espiritual. Cuida tu desempeño en todas las áreas, de igual forma en tu trabajo como en tu familia y con Dios. Cuando el fariseo Nicodemo le preguntó a Jesús qué debía hacer para nacer de nuevo, la respuesta fue que debería nacer en el agua y el espíritu. Estás vivos en la carne y también en el espíritu porque eres un cristiano que trabaja en la obra del Señor.
Entonces, recuerda esa maravillosa época del primer encuentro con Cristo y renueva tus fuerzas en Él. Yo valoro tanto esos momentos que conservo mi primera biblia, incluso los cassetes que me regalaron cuando salí del Encuentro, nunca olvidaré aquella canción que decía “renuévame Señor Jesús…”. Recuerda el tiempo cuando conociste al Señor, cuida lo que tienes, debes crecer y levantarte espiritualmente.
Vuelve a tu primer amor
Apocalipsis 2:2-4 habla sobre lo que Dios recuerda: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. ero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
No importa cuántos años tengas en los caminos del Señor, regresa a tu primer amor con Él. Conforme pasen los años, tu relación debe ser más intensa y fuerte. La relación con mi esposa es mejor cada día luego de siete años de matrimonio. Nuestro amor se fortalece y la convivencia nos hace establecer lazos cada vez más estrechos. Así debe ser nuestra relación con Dios, más fuerte y hermosa a cada instante.
Apocalipsis 2: 5 continúa: Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
Dios nos dice que debemos arrepentirnos si hemos descuidado nuestra relación con Él y luego buscar la renovación para recuperar el compromiso de los primeros tiempos. Encuentra lo que hacías antes, retómalo y supéralo. Recuerda cuando ibas a la iglesia los domingos de todo el año porque ansiabas conocerle. Yo recuerdo que cuando le entregué mi vida, no faltaba a un sólo servicio. Estaba tan enamorado y apasionado que me quedaba a varios y siempre deseaba más de Él. Incluso recuerdo un traje café que mi mamá me regaló para que fuera a la iglesia. No me gusta el color café pero se desgastó hasta que no lo pude usar más. Mi primera Biblia es un arcoíris con todo lo que subrayaba de diferentes colores. Buscaba los pasajes que me revelaran lo que no debía hacer porque no quería fallarle a Jesús. No dejes de abrir tu boca para adorar al señor y amarlo con todo tu corazón.
A veces crecemos y nos volvemos delicados. Buscamos excusas para evadir nuestro compromiso y deseamos escuchar sólo a determinado predicador. Pero todos los pastores dejan marca en tu corazón si estás dispuesto a recibir. La fe que demuestres impulsa a cada pastor a compartirte la Palabra que puede dar fruto en tu vida. Disfruta tu relación con Dios y cuídala porque puedes perderla. Imagina que si descuidas la hora de entrada en tu trabajo, te despedirán y si descuidas a tu cónyuge tu matrimonio puede peligrar. La Biblia es un libro de amor que Jesús y tú protagonizan. Es una historia de amor entre Dios y Su pueblo, allí se narra cómo se disgustan y luego se reconcilian una y otra vez. Las parejas son parecidas, durante el noviazgo todo va bien, ambos se arreglan para el otro y se cuidan con miles de detalles y cariños, hasta que luego de años de matrimonio, corren el riesgo de perder el rumbo y dejar que la relación se enfríe. No permitas que eso suceda en ningún ámbito de tu vida, mucho menos en tu relación con Dios. Hasta Pablo les decía a sus discípulos que cuidaran con temor y temblor la salvación que habían recibido por amor. Lo importante es que estés atento a no perder el rumbo y cuidar los regalos que has recibido de tu Padre Celestial. Madurar y crecer espiritualmente significa avivar esa pasión y entrega hacia tu Señor. El tiempo debe afianzar los fundamentos de tu fe, no debilitar tu voluntad.
Razones que motivan el descuido espiritual
Hay cuatro razones por las que se descuida cualquier aspecto de la vida, incluyendo el espíritu, empresa y vida familiar. La primera es sentirte un campeón que ya no necesita alcanzar ninguna otra meta. Si el éxito te hace sentir confiado, piensa que aún hay mucho más por conquistar.
Encuentra un balance para no ser inconforme con lo que tienes pero también tener la disposición para luchar por más. Cuando se tiene un carro modelo 2008 es bueno que lo agradezcas y que busques obtener un 2010. Para ser un buen conquistador no debemos conformarnos sino trabajar duro para lograr algo más. No te aburras de hacer las cosas bien porque siempre habrá una forma de hacerla mejor.
Génesis 25:32 habla sobre Esaú: Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
Esaú es un ejemplo de un hombre que lo tenía todo. Era excelente cazador y el favorito de su padre, pero despreció sus dones y nunca obtuvo lo que estaba destinado para él. No menosprecies lo que recibes de Dios y da siempre lo mejor hasta el final. No te detengas ni decaigas en tu esfuerzo. He visto muchas personas tener un buen desempeño y fallar en el último momento. Cuando estudié en la universidad de San Carlos noté que las aulas de los jóvenes de primer ingreso estaban llenas. No había dónde sentarse, incluso tuve que recibir mi primera clase afuera.
Pero después del primer examen, las clases se vaciaron porque se fueron los que no tenían convicción y carácter para continuar. Hasta podía poner los pies en el escritorio de enfrente porque éramos pocos los que continuamos. La vida es un examen que debes ganar. No pierdas la prueba final. No te acomodes, sigue corriendo y luchando porque cuando alcances una meta podrás ver las otras que tienes delante. Debes ser de los ganadores que frente a Dios puedas decir ¡lo logré!
La segunda razón para descuidarnos es no visualizar el cuadro completo. Mira tu vida como una maratón con pequeñas metas volantes, o como una guerra con diferentes batallas. Conviértete en un estratega que ve todo el panorama y no se conforma con victorias mínimas. Siempre hay más que conquistar. No te acomodes por haber alcanzado algo, construye el cuadro completo de tu vida, diséñala a largo plazo para que veas todo lo que te falta por lograr.
La tercera razón para descuidarse es tener actitud de merecedor que no se esfuerza. El rey David tuvo esa actitud cuando era tiempo de ir a la guerra y se quedó en su palacio. Entonces vio a la mujer equivocada y cayó en tentación. No te creas merecedor porque terminarás mal, acomodado a una situación mediocre.
Pablo dice: “de todo me abstengo”, o sea que tenía dominio propio y se cuidaba para no tomar lo que tenía al alcance. La tolerancia a lo malo es un enemigo de la disciplina que puede destruir tu vida. No sean tolerante con tus debilidades, por el contrario, sé firme en erradicarlas para no terminar en desenfreno. No te des pequeños permisos que luego se vuelven grandes errores. Si al principio te permites llegar media hora tarde a tu trabajo, luego será una hora y al final pensarán que es mejor no llegar. Las personas que no pueden controlar su impulso para comer, son así, primero toleran un chocolatito pero al final son capaces de comerse la bolsa entera.
La cuarta razón para descuidarse es creer que no se puede ser eliminado. Saúl fue el primer rey de Israel y también el primero en ser eliminado.
No cuidó la instrucción que recibió del Señor. Noé también es un ejemplo. Al principio fue obediente, construyó una maravilla de ingeniería y salvó a la humanidad. Le creyó a Dios una locura pero al final terminó borracho y desnudo. Cuídate, todos podemos ser eliminados si no somos precavidos y constantes.
Un hombre que supo luchar hasta el final
Josué 14:9-12 dice sobre Caleb: Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios. Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho.
Después de Jesús, Caleb es mi personaje favorito de la Biblia. Anhelo ser como él que fue capaz de luchar por obtener su promesa hasta el final. Moisés le dijo al pueblo que llegarían a Canaán y así fue, pero no todos tuvieron la constancia y fortaleza de llegar y recibir lo prometido.
Caleb vio caer a otros pero al final estaba tan fuerte como el día que inició el proceso para obtener su parte aunque fuera a sus 85 años. Por él y por sus hijos conquistó la tierra. No importa cuántos años tienes en los caminos del Señor, lo importante es que a pesar del paso del tiempo, estés tan dispuesto como al inicio, tomes tu espada y tengas la fortaleza de continuar en la batalla. Hay un destino preparado para ti, Dios te lo ha dicho al oído. No te descuides, retoma tus fuerzas, toma tus armas y continúa luchando para no ser eliminado de lo que iniciaste. Si ya perdiste alguna batalla, recupérate porque aún hay aliento en tu cuerpo y puedes vencer.
Si te has sentido eliminado, levántate y renueva tus fuerzas a los pies del Señor. Si piensas que ya no hay nada para ti, búscale, corre de Su mano para alcanzar lo que nunca has alcanzado. Cuídate, vuelve a hacer aquellas primeras obras en Su nombre. No te des por vencido porque Él te dará la victoria.
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