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De la amistad al matrimonio

De la amistad al matrimonio

16 de febrero de 2022

Tiempo de lectura: 4 minutos

Estamos en la semana del Día del amor y la amistad. Sabemos por la Biblia que incluso Dios tiene amigos.[1] Y cuando se trata de relaciones de pareja, ¿cómo podríamos tener un noviazgo o un matrimonio exitoso sin procurar una buena amistad? No se puede. La amistad es fundamental para toda relación buena.

En la vida eventualmente aparecerá alguien que no será de tu familia, pero con quien desarrollarás una amistad fuerte, leal y fiel. Esta condición debería ser más que indispensable en la pareja que hayas elegido o vayas a elegir. Una pareja se origina, naturalmente, de ese amigo o amiga que hallamos más fiel que un hermano.[2]  Por eso es de sabios desarrollar una buena amistad antes de empezar una relación amorosa.

La vida está llena de decisiones importantes. Una de ellas es en dónde pasaremos la eternidad. Hay una sola cosa segura: todos vamos a morir algún día y eso no lo podemos cambiar. Lo que sí tenemos en nuestras manos es la posibilidad de aceptar el perdón de Cristo. Otra decisión importante corresponde a qué nos dedicaremos mientras permanezcamos en la Tierra: qué carrera, profesión, vocación u oficio desempeñaremos para aportar en nuestra sociedad. Para casarse se necesita estar más que enamorado: hay que contribuir a una economía saludable para nuestro sustento y el de nuestra casa.

Pero una de las decisiones más importantes tiene que ver con quién pasaremos toda la eternidad. Por eso, si aún estás soltero o soltera, quisiera que tomaras en cuenta esto: primero, que no puedes elegir dónde o de qué padres nacer, pero sí puedes elegir con quién vivir. Enamórate con el corazón, pero también con la razón. Piensa bien de quién te estás enamorando. Jamás lo hagas de una persona amargada porque no estás para ser su psicólogo. Por otra parte, sé feliz antes de enamorarte pues de lo contrario nadie más te podrá dar esa felicidad. Si tú no te amas, no pidas que alguien más lo haga. Si un día alguien decide ya no amarte, lo único que te sostendrá será el amor propio.

Además, observa cómo se comporta en su familia ese hombre o esa mujer de quien te estás enamorando, pues las personas que no respetan a sus padres tampoco lo harán con sus parejas. Enamórate de alguien responsable con su realidad y su entorno. Padres: no permitan que sus hijos se casen con ambiciones de escalar social y económicamente o por amor al dinero, pero sí que se enamoren de alguien que pueda ofrecerles algo más que amor. Jovencita: si quien te está cortejando es un vago guapo y “cool”, pero estudia mal, trabaja mal y no aporta nada en su entorno, ¡sal de ahí antes de que sea demasiado tarde! No llegues al punto donde todas las discusiones de pareja sean, por ejemplo: “¿Y con qué le vamos a dar de comer al niño?” “¿Con qué vamos a pagar la escuela?” “¡Y mira la hora de llegar!” Y joven: no te enamores de una mujer que pasa dormida hasta las 11 de la mañana o que piensa que una mujer no debe contribuir directa o indirectamente a la economía de su hogar.

Con todo esto quiero decirles que sean sabios para prever de quién se están enamorando.[3] Más importante que la tarjeta de invitación a la boda es el compromiso que ambos deberán desempeñar al momento de casarse. Para muchos el matrimonio es un chiste, pero no cualquiera lo sabe contar.

Ahora bien, si ya estás casado o casada, toma en cuenta que al casarte debes dejar a tu familia atrás para empezar una nueva, y entre ambas familias debes fijar límites.[4] No olvides que dos son mejor que uno, pero tres son mejores que dos:[5] el tercero es nuestro Señor. Ponte siempre de parte de tu cónyuge, pues si te ha tomado en serio como para contarte algo en confianza, no es para que le juzgues o le lleves la contraria, sino para que le apoyes. Ama a tu pareja: no más que a ti mismo, pero sí como a ti.[6] El amor verdadero no es egoísta:[7] en vez de pensar en qué derechos puedes exigir estando casado o casada, piensa más bien qué puedes ofrecer.

Pero el consejo más importante que puedo dar —tanto para quienes están solteros como para quienes tienen pareja— es que cuiden y valoren la amistad de los demás. No permitas que un chisme acabe con una relación saludable[8] y nunca olvides que el perdón es indispensable para cualquier relación exitosa porque no existen amistades ni matrimonios perfectos: nadie está libre de ofender a alguien, pero todos tenemos la oportunidad de perdonar y ser perdonados.

El perdón es el pegamento más poderoso que existe para mantener unida una relación.[9] ¿Por qué las parejas que se separan o divorcian deben terminar como enemigos? ¿Es necesario eso? Por supuesto que no. Podrías llevar siete años de separado, pero para sanar heridas y desvincularte por completo debes saber perdonar. Te aseguro que de esa forma serás feliz. ¿Por qué Dios sigue siendo nuestro amigo a pesar de nuestros pecados? Porque nos perdonó.


[1] Santiago 2:23: Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 

[2] Proverbios 18:24: El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.

[3] Proverbios 19:14: La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente.

[4] Génesis 2:24: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

[5] Eclesiastés 3:12: Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

[6] Efesios 5:33: Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

[7] 1 Corintios 13:4-5: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.

[8] Proverbios 16:28: El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos.

[9] Proverbios 17:9: El que cubre la falta busca amistad; mas el que la divulga, aparta al amigo.

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