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De la persecución a la victoria

17 de julio de 2016

Tiempo de lectura: 8 minutos

Dios tiene grandes promesas para nuestra vida. Una de ellas es que al ser Sus seguidores, recibiremos cien veces más de lo que dejamos por Él, además de heredar la vida eterna[1]. ¡Confesemos esta promesa con poder! Porque la fe viene por el oír, pero se convierte en vida por el hablar, por confesarla. Ahora, en nuestra vida en la tierra, recibiremos más de lo que hemos entregado por el Señor. Si pudiéramos confesar la bendición con la misma intensidad con la que lloramos en medio de la prueba, saldríamos del problema antes de lo que esperamos. No puedo decir que creo en Jesús sin creer en Sus Palabras.

Pero hay una cuestión interesante que también asegura la Palabra, y es que la bendición trae persecución. Así que debemos poner los pies sobre la tierra, si quieres bendición, debes esperar persecución. Sin embargo, la persecución no debe detenernos, tal como no ha detenido a la iglesia durante siglos. La bendición trae persecución y la persecución anuncia más bendición. Declara con fe que tu familia será del Señor, esa es la bendición más grande; incluso quienes te han atacado confesarán que Jesús es Su Señor.

Sabemos que Pablo fue un apóstol súper bendecido y que ha sido bendición para los cristianos. Él fue quien dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece…, sé vivir en abundancia y en escasez…, mi Dios suplirá conforme a Sus riquezas en gloria…” Además, sufrió gran persecución y le preocupaba la persecución que la iglesia podría enfrentar[2]. Este apóstol sabio enfrentó un cambio de 180 grados, porque antes de ser Pablo, era Saulo, el terrible perseguidor de los cristianos, quien camino a Damasco vivió una experiencia sobrenatural. Cuando nuestro Señor se identificó frente a él, le dijo: “Soy Jesús, a quien tú persigues”, porque al perseguirte, es a Jesús a quien persiguen, lo que es un honor, así que tranquilo, eres parte del grupo correcto que obtendrá la victoria.

Pablo tuvo que enfrentar un proceso para convertirse en cristiano y líder. Luego de ser gran verdugo, quedó ciego, hizo ayuno, oró y fue bautizado. ¡Pasó de ser perseguidor a ser perseguido por la causa de Cristo![3] Ahora declaramos proféticamente que ese milagro volverá a suceder; nuestros “Saulos” se convertirán en “Pablos” para la gloria de Dios. No te preocupes por los “Saulos” en tu vida, porque Dios les enseñará lo que significa padecer por Su causa. Por lo tanto, antes de que veamos personas como Pablo, nos toca ser instrumentos del Señor, ser nosotros como Ananías que ungirán a quienes se convertirán. Permitamos que Dios nos use para bendecir, liberar de amargura y restaurar a quienes darán testimonio de Su amor. Pablo sufrió más persecución que ninguno porque también fue gran perseguidor. Entonces digamos: “Padre, bendice a quienes me maldicen. Te pido que te conozcan y sean multiplicadores de Tu amor.”

¡En medio de la persecución, vamos a ser testigos del mayor avivamiento de la historia! Habrá denuedo para predicar, Dios nos acompañará con señales, prodigios y sanidades. Ahora seremos más usados que nunca, porque frente a la persecución, se levanta y fortalece la iglesia[4]. Viene un tiempo de gran favor para los hijos de Dios, quienes seremos uno en Él porque la multiplicación es inevitable[5].

En la Biblia leemos que Pablo le escribió a su discípulo Timoteo pidiéndole que avivara el fuego del Espíritu Santo en él, porque Dios le había dado espíritu de poder, amor y dominio propio, no de cobardía [6]. La fe y el Espíritu Santo pueden apagarse por cobardía, así que reforcemos nuestra identidad y convicción. Necesitamos poder, amor y dominio propio en el justo balance para superar la aflicción. Jamás se ejerce poder y autoridad sin amor; es ilegítimo intentarlo, por eso, cuando oramos pidiendo justicia sobre nuestros enemigos, el resentimiento y la amargura nos mueven, fluimos en el poder, pero no en el amor. Por ejemplo, si alguien te estafó o robó, lo correcto es decir: “Señor, que te conozcan aquellos que me han perjudicado, que sepan que es posible prosperas sin necesidad de hacer lo indebido. te pido por su familia, por su salud; que sus vidas den un giro, que se conviertan en luz y no en tinieblas.” ¡Nada de cobardía y resentimiento, sino que amor con poder y dominio propio!

Oremos por nuestros enemigos, bendigámoslos, pidamos que conozcan al Señor. No importa si lo que te hicieron fue justo o no, lo que importa es tu respuesta correcta ante lo que te hicieron. Perdona al cónyuge de quien te divorciaste; perdona al padre o la madre que te abandonó; perdona a quien se quedó con tu casa o negocio. Solo buscando paz saldrás adelante. La capacidad de responder correctamente a lo que otros te hacen determina el tipo de persona que serás y lo que podrás recibir. Dios usó a los cuervos, aves de rapiña, para darle de comer al profeta. No sabes a quién usará para bendecirte en el futuro, así que debes tener el corazón correcto, siempre.

El rencor impide que tu mente se aclare, por lo tanto, libérate de la amargura para iniciar una nueva vida. Cuida tu corazón porque de él mana la vida. No estás libre de que te ofendan, pero sí eres libre para reaccionar de la forma correcta. Jesús fue uno de los humanos más perseguidos en la historia, somos Sus discípulos, así que seremos perseguidos, y como Él, daremos perdón y amor. Dios cambia el lamento en gozo, el luto en alegría y perdón. Sé libre de tristeza y rencor. ¡Incluso tu cuerpo recibirá salud al perdonar! Digamos: “Señor, declaramos que Tu luz alcanzará a quienes nos han perseguido y te encontrarán, serán tus predicadores en todo el mundo. Señor Jesús, hoy sigo Tu ejemplo, bendigo a quienes me han hecho bien y mal. El ungüento de Tu aceite cubre mi corazón; me declaro libre y a prueba de heridas. ¡Gracias!”


[1] Mateo 19:28-30: Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

[2] 2 Corintios 11:23-28: ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

[3] Hechos 9:1-22: Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

[4] Hechos 4:25-31: Que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

[5] Hechos 4:32-37: Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

[6] 2 Timoteo 1:3-8: Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios.

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